MASACRE ISRAELÍ EN GAZA
por Michael Warschawski
por Michael Warschawski
Miembro del Alternative Information Center (AIC) en Israel. Traducción al español desde el portugués de José André Lôpez Gonçâlez.
“La muerte de una única víctima israelita justifica el asesinato de centenas de palestinos. Una vida israelita vale un centenar de vidas palestinas. Es esto lo que el Estado de Israel y los media mundiales más o menos descuidadamente repiten, con cuestionamientos marginales. Y esta alegación, que acompañó y justificó la más prolongada ocupación de territorios extranjeros de la historia del siglo XX, es visceralmente racista. Que el pueblo judío acepte esto, que el mundo esté de acuerdo, que los palestinos se sometan —esta es una historia de bromas irónicas. Nadie encuentra la gracia…” John Berger
Mientras el mundo entero está espantado ante las terribles imágenes emitidas desde Gaza, la opinión pública israelita apoya masivamente la sangrienta ofensiva de Barak-Olmert. Esto incluye al Meretz, la oposición de izquierda parlamentaria. A pesar de haber manifestado preocupación por las muertes de civiles, el lider del Meretz, Haim Oron, en una entrevista a la televisión israelita, se adhirió a los argumentos de la propaganda oficial, responsabilizando a Hamas por el baño de sangre. Un discurso mistificador como este está siendo copiado por la mayoría de los líderes del mundo occidental, con el Ministerio de Asuntos Exteriores de Francia, superando incluso a la Secretaria de Estaos de los EE.UU., Condoleezza Rice. Vamos a poner los hechos como son:
Gaza está siendo el blanco del ejército israelita desde la victoria de Hamas, y el cerco impuesto sobre más de 1,5 millones de civiles —por Israel, mas también por la llamada comunidad internacional— es en sí un acto de violencia y un crimen de guerra.
El ataque israelita es una agresión planificada: de acuerdo con las noticias israelitas, Ehud Barak planificó el ataque a Gaza ya en Agosto.
Los cohetes lanzados sobre ciudades de Israel fueron una represalia a agresiones militares anteriores, y no fueron lanzados por Hamas, sino por la pequeña organización Jihad Islámica;
El ataque a Gaza es parte integral de la guerra santa neo-conservadora contra el mundo islámico, y la administración neo-conservadora de los EE.UU., así como Egipto y otros regímenes reaccionarios árabes, instaron a las autoridades israelitas a desencadenar la ofensiva antes que Obama entrase en la Casa Blanca.
La intención declarada de Barack Obama de abrir conversaciones con la República Islámica de Irán es una de las principales preocupaciones de las administraciones cesantes en Tel Aviv y Washington, y la ofensiva contra Gaza es una tentativa de provocar una reacción iraní que permita la represalia israelita y de los EE.UU. En los últimos días, el viceministro de Defensa israelita, Ephraim Sneh, bien conocido por su obsesión antiiraní, vinculó sistemáticamente los cohetes de Hamas (sic) a Irán, evidentemente, sin presentar ninguna prueba.
Esta estrategia general, basada en la mistificación del “choque de civilizaciones” y en la guerra global contra el Islán, es compartida por todos los partidos sionistas de Israel y explica el apoyo del Meretz a la actual agresión.
A pesar de no ser de esperar un cambio rápido de la política norteamericana en el Occidente asiático, los líderes israelitas y sus patrocinadores neo-cons en Washington están preocupados por el cambio en la administración americana, y temen que una nueva estrategia pueda quebrar la guerra global preventiva. El ataque a Gaza es una tentativa de última hora de cambiar las relaciones de fuerza en el Medio Oriente, antes del fin de la era neoconservadora.
Y antes de concluir, no olvidemos la dimensión obscena: los centenares de víctimas de los bombardeos israelitas sobre Gaza son víctimas colaterales de la campaña electoral israelita. Para aumentar su apoyo popular antes de las elecciones, todos los líderes israelitas están compitiendo para ver quien es el más duro y quien está dispuesto a matar más. Ehud Barak, no obstante, tiene una memoria muy corta, y Shimon Peres puede recordarle que este cálculo cínico no es necesariamente mejor: la masacre de Qana, que supuestamente hubiese traído la victoria a Shimon Peres, tuvo como consecuencia que centenares de millares de ciudadanos palestinos volviesen las espaldas al Partido Laborista.
A pesar de su brutalidad, con todo, Ehud Barak permanece como uno de los más populares líderes en la arena israelita, y los millares de manifestantes que han salida a las calles ayer, casi sin ser convocados, protestando contra la masacre, pueden indicar que todos lo que están detrás de él, incluyendo el Meretz, no van a recibir sus votos. Es previsible que el repudio internacional y el relativamente amplio sentimiento antiguerra entre los electores fuerce al Meretz, una vez más a cambiar de posición. Debían, por fin, recordarse de la antigua verdad que los electores prefieren siempre el original: cuando el Meretz sanciona la estrategia de guerra y las mentiras de Netanyahu, los electores van a preferir votar a Netanyahu en lugar de su pálida e insípida copia.
“La muerte de una única víctima israelita justifica el asesinato de centenas de palestinos. Una vida israelita vale un centenar de vidas palestinas. Es esto lo que el Estado de Israel y los media mundiales más o menos descuidadamente repiten, con cuestionamientos marginales. Y esta alegación, que acompañó y justificó la más prolongada ocupación de territorios extranjeros de la historia del siglo XX, es visceralmente racista. Que el pueblo judío acepte esto, que el mundo esté de acuerdo, que los palestinos se sometan —esta es una historia de bromas irónicas. Nadie encuentra la gracia…” John Berger
Mientras el mundo entero está espantado ante las terribles imágenes emitidas desde Gaza, la opinión pública israelita apoya masivamente la sangrienta ofensiva de Barak-Olmert. Esto incluye al Meretz, la oposición de izquierda parlamentaria. A pesar de haber manifestado preocupación por las muertes de civiles, el lider del Meretz, Haim Oron, en una entrevista a la televisión israelita, se adhirió a los argumentos de la propaganda oficial, responsabilizando a Hamas por el baño de sangre. Un discurso mistificador como este está siendo copiado por la mayoría de los líderes del mundo occidental, con el Ministerio de Asuntos Exteriores de Francia, superando incluso a la Secretaria de Estaos de los EE.UU., Condoleezza Rice. Vamos a poner los hechos como son:
Gaza está siendo el blanco del ejército israelita desde la victoria de Hamas, y el cerco impuesto sobre más de 1,5 millones de civiles —por Israel, mas también por la llamada comunidad internacional— es en sí un acto de violencia y un crimen de guerra.
El ataque israelita es una agresión planificada: de acuerdo con las noticias israelitas, Ehud Barak planificó el ataque a Gaza ya en Agosto.
Los cohetes lanzados sobre ciudades de Israel fueron una represalia a agresiones militares anteriores, y no fueron lanzados por Hamas, sino por la pequeña organización Jihad Islámica;
El ataque a Gaza es parte integral de la guerra santa neo-conservadora contra el mundo islámico, y la administración neo-conservadora de los EE.UU., así como Egipto y otros regímenes reaccionarios árabes, instaron a las autoridades israelitas a desencadenar la ofensiva antes que Obama entrase en la Casa Blanca.
La intención declarada de Barack Obama de abrir conversaciones con la República Islámica de Irán es una de las principales preocupaciones de las administraciones cesantes en Tel Aviv y Washington, y la ofensiva contra Gaza es una tentativa de provocar una reacción iraní que permita la represalia israelita y de los EE.UU. En los últimos días, el viceministro de Defensa israelita, Ephraim Sneh, bien conocido por su obsesión antiiraní, vinculó sistemáticamente los cohetes de Hamas (sic) a Irán, evidentemente, sin presentar ninguna prueba.
Esta estrategia general, basada en la mistificación del “choque de civilizaciones” y en la guerra global contra el Islán, es compartida por todos los partidos sionistas de Israel y explica el apoyo del Meretz a la actual agresión.
A pesar de no ser de esperar un cambio rápido de la política norteamericana en el Occidente asiático, los líderes israelitas y sus patrocinadores neo-cons en Washington están preocupados por el cambio en la administración americana, y temen que una nueva estrategia pueda quebrar la guerra global preventiva. El ataque a Gaza es una tentativa de última hora de cambiar las relaciones de fuerza en el Medio Oriente, antes del fin de la era neoconservadora.
Y antes de concluir, no olvidemos la dimensión obscena: los centenares de víctimas de los bombardeos israelitas sobre Gaza son víctimas colaterales de la campaña electoral israelita. Para aumentar su apoyo popular antes de las elecciones, todos los líderes israelitas están compitiendo para ver quien es el más duro y quien está dispuesto a matar más. Ehud Barak, no obstante, tiene una memoria muy corta, y Shimon Peres puede recordarle que este cálculo cínico no es necesariamente mejor: la masacre de Qana, que supuestamente hubiese traído la victoria a Shimon Peres, tuvo como consecuencia que centenares de millares de ciudadanos palestinos volviesen las espaldas al Partido Laborista.
A pesar de su brutalidad, con todo, Ehud Barak permanece como uno de los más populares líderes en la arena israelita, y los millares de manifestantes que han salida a las calles ayer, casi sin ser convocados, protestando contra la masacre, pueden indicar que todos lo que están detrás de él, incluyendo el Meretz, no van a recibir sus votos. Es previsible que el repudio internacional y el relativamente amplio sentimiento antiguerra entre los electores fuerce al Meretz, una vez más a cambiar de posición. Debían, por fin, recordarse de la antigua verdad que los electores prefieren siempre el original: cuando el Meretz sanciona la estrategia de guerra y las mentiras de Netanyahu, los electores van a preferir votar a Netanyahu en lugar de su pálida e insípida copia.
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