Ultimátum a Espino de Los Pinos
por interpósita persona
Alvaro Cepeda Neri
Alvaro Cepeda Neri
Conjeturas
Está a la vista de los mexicanos más activos e interesados en los asuntos político-electorales, que el PAN y los panistas (las dos corrientes más en la superficie: calderonistas y foxistas) tras sus dos fracasadas alternancias precedida con un triunfo pírrico en el 2000 y una dudosa victoria hace dos años, van en picada, con o sin el termómetro de las encuestas, en las preferencias rumbo a las ya encima elecciones intermedias para renovar los órganos legislativos de la Federación (diputados en los Estados y el Congreso General); municipales (casi 3 mil municipios) y sucesiones en Querétaro, Campeche, Nuevo León, Sonora, San Luis Potosí y Colima.
Los panistas, por su mal desempeño, su ineficacia (no aprendieron rápidamente, lo que de todas maneras es un largo aprendizaje: el ejercicio político en la administración pública) y, porque, además, no tienen una cabeza pensante.
A tal grado van en picada y tal es el desbarajuste y desastre irreversibles del perredismo (chuchistas al garete que hunden a lo que fue un partido) que el “retorno de los brujos” del viejo partido nacido de la metamorfosis del PNR-PRM a través de la matriz alemanista: el PRI, como en la canción del clásico, está sacando juventud de su pasado, aunque ya su cabello pinta canas, y se apresta a reposicionarse hasta en la capital del país y se frota las manos para llevarse cuatro o hasta cinco gubernaturas.
La analista más conocedora del PAN y de las cuestiones políticas, Soledad Loaeza, escribió: “Hasta ahora, buena parte de las encuestas de intención de voto para el año que comienza prometen al PRI una mayoría legislativa; es probable que también retenga las gubernaturas de Campeche, Colima, Nuevo León y Sonora, e incluso que recupere Morelos” (La Jornada: 8/I/08).
En ese contexto, desde Los Pinos, hartos ya de los sabotajes y provocaciones de Manuel Espino, le han enviado un ultimátum mediante Rodolfo Elizondo, ya por ocho años secretario de Turismo, y que quienes saben de las relaciones de amistad y políticas, aseguran que es de los más cercanos a Calderón.
Éste, cuando quiere descansar, se va para la casa-departamento de Elizondo.
Pues bien, la reportera Ivonne Melgar obtuvo la primicia del ultimátum, en una entrevista a Elizondo que, como Espino, es duranguense. Y en tono amenazante le advierte a Espino que se vaya del partido (Excélsior: 12/I/09).
Espino ha contribuido, como la gota que derrame el vaso, para que el PAN esté zozobrando en el picado mar de las vísperas electorales. Y no es que sea el único atizador del hundimiento. Pero Espino, a sabiendas de la fragilidad calderonista y como es un loco que come fuego, dispuesto al suicidio político, continúa con el motín a bordo.
Así que a Calderón le urge que Espino deje de atacarlo y sembrar las discordias, por lo que le mandó el ultimátum para su renuncia al panismo. Espino no hará caso. Es necio y está empeñado en dividir al PAN con su ultraderechismo y esa escisión se pagará en las urnas, pues es tarde lo de tratar de echar a la calle al provocador neofascista que está dispuesto a todo.
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