Sin Gafete
Isabel Arvide
La venganza es un plato que se come frío
Calderón esperó pacientemente sentado en la puerta de Los Pinos
Germán Martínez puede ahora vestirse con el discurso de las buenas costumbres, gritar que hay de panistas a panistas e, incluso, despotricar contra los sepulcros blanqueados.
En los hechos Felipe Calderón demostró una extrema paciencia sentado en la puerta de Los Pinos esperando el desfile encabezado con el cadáver de su “enemigo”.
Y, esto es lo más significativo, Santiago Creel se puso la soga al cuello.
Mal aconsejado, o en un acto de soberbia dictado por las pasiones encontradas entre la joven novia, la decencia clase media en el clóset, la hija sin apellido oficial, y lo que se le acumuló en la crisis de la edad madura que atraviesa, Creel decidió magnificar una paternidad fuera de matrimonio en las vísperas de su incursión en la carrera presidencial panista.
Es decir, hizo público un pecado que fustiga los estatutos partidarios, que lesiona las verdades públicas de Acción Nacional y, sobre todo, lastima a los usos y formas conservadoras de los panistas más recalcitrantes.
No hay impunidad en este juego de la paternidad “irresponsable”, menos todavía en la publicitación ingenua, porque no quisiera creer que en el fondo hay una perversidad extrema por parte de Edith González, que hace la madre de la niña al contar un romance que tuvo como escenario la Secretaría de Gobernación del sexenio anterior.
Calderón decidió, además de tanto, montar la salida de Santiago Creel de su coto de poder en el Senado de forma paralela a su gira a España. Para dar la impresión, convincente, de que está fuera de sus alcances.
Lo cierto es que Creel fue un enemigo bestial, casi sádico del secretario Felipe Calderón. Que apoyado por el poder de las sábanas panistas que ostentó la señora Marta, hizo todo para cerrar las puertas del hoy mandatario. Quien tenga memoria política sabe que se utilizaron recursos, trampas, manipulaciones, de todo y por su orden contra la campaña de Calderón Hinojosa por conseguir la candidatura panista. Desde Los Pinos pero con un ejercicio goloso por parte de Creel.
Algunos incautos vieron que Santiago Creel tenía, todavía, opciones para aspirar a la sucesión presidencial desde su cómoda trinchera en el Senado, comenzaron las encuestas y sobre esta hipótesis tan poco afortunada se construyó la arena movediza que no supo brincar el aristócrata panista.
Así el fondo, definitivo, es la sucesión. Y la forma, tan pública que lesiona las buenas conciencias, estuvo en los chismes de vecindad alrededor de la paternidad tardíamente aceptada. Calderón hizo una carambola de cinco bandas, se le debe escurrir la baba de satisfacción incluso, y de pilón, nadie sabe para quién trabaja, Marcelo Ebrard puede sonreír con los colmillos fuera de la boca…
No hay comentarios:
Publicar un comentario