Sarmiento: consejos de derecha para la izquierda
Enrique Montalvo Ortega
Como a muchos otros periodistas de derecha, a Sarmiento le gusta dar consejos a la izquierda. Con frecuencia les dice lo que “deben de hacer”, y acude a ejemplos de supuestos “socialistas” para aderezar sus recetas.
El jueves 12 publicó en POR ESTO! el artículo “Real Privatización”, donde desliza sus propuestas. La cuestión es que sus sugerencias esconden varios objetivos: el primero, ridiculizar a la izquierda, afirmar que no está a la altura de las circunstancias y que sus acciones, finalmente no son de izquierda. En pocas palabras, pretende cuestionar lo que está haciendo: hay, nos dice “una falta de comprensión entre nuestros políticos de cuáles son las causas reales de la izquierda”.
Y aquí viene el segundo objetivo, convencernos de que la izquierda debería estar al lado de Calderón, apoyando la privatización de PEMEX: “en México tenemos políticos que se consideran de izquierda pero que apoyan medidas como preservar el monopolio estatal petrolero”. Y ahora hasta resulta que un periodista de derecha dictamina quién es, quién no es de izquierda y cuáles deben ser las causas por las que debe luchar la misma.
El argumento, tan simplista como la mayoría de los que suele usar, para impulsar la privatización de PEMEX es que España, gracias a la privatización de su empresa petrolera es hoy un país desarrollado.
A Sarmiento, como a muchos intelectuales orgánicos de la derecha en el gobierno, le gustaría una izquierda cómoda, sumisa, “moderna” y… neoliberal. Es decir una izquierda que definiera sus objetivos y acciones de acuerdo a lo que le dicte la derecha, una izquierda a favor del capitalismo y de la oligarquía. Como Blair por ejemplo, el “laborista” aliado de Bush.
Hay que ver lo que Sarmiento entiende por izquierda moderna. Uno de sus modelos supremos es Felipe, no Calderón, sino González, el de España.
Pero veamos a dónde nos lleva el razonamiento de Sarmiento. En nuestro país vamos ya en el quinto presidente neoliberal. De la Madrid, Salinas y Zedillo casi no tuvieron freno para aplicar las recetas privatizadoras que propone Sarmiento (y que en realidad no son suyas, son las que nos administra el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional), y sin embargo estamos muy, pero muy lejos de convertirnos en un país desarrollado.
Si las recetas de Sarmiento-FMI fueran efectivas, entonces la privatización de TELMEX, de la banca y de más de mil, ojo, mil empresas públicas, ya nos deberían haber llevado a un despegue espectacular, y nos hubiera colocado con un PIB per cápita muy por encima del de 32,067 dólares que, según nos informa, tienen los españoles, y no en los 2,304 que según sus propios datos tenemos ahora.
Atribuir a las privatizaciones efectos mágicos es un error mayúsculo, que ya hasta el principal compilador e impulsor del llamado “Consenso de Washington”, John Williamson, ha tenido que reconocer. Las políticas neoliberales han mostrado su fracaso, tanto en México como en América Latina, pero hay quienes insisten en que se sigan aplicando. Bueno, es normal que la derecha y sus ideólogos defiendan el “mercado” frente a los terribles “monopolios” del Estado, mercado que en los hechos no es tal sino que su defensa esconde los intereses de monopolio y oligopolios cuya acción no tiene nada que ver con el desarrollo nacional y mucho menos con una mejor distribución del ingreso que, esta sí, constituye uno de los objetivos principales de la izquierda.
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