María Teresa Jardí
Enterrada que ha sido en México la ética, ejecutada junto con los principios; trastocados todos los valores al punto de haber pasado a formar parte de la cultura a la mexicana los desvalores y convertida en analfabeta orgánica la sociedad, al punto de que la inmensa mayoría ya ni siquiera se da cuenta de que lo que admira es lo perverso. “Las buenas conciencias” invitan a los perredistas, conocedores de la degradación de los jerarcas de ese partido, que optaron por convertirlo en la expresión más patética de la derecha, que a la mexicana ha destruido el futuro de una nación que se soñara libre y soberana.
Las “buenas conciencias”, sabedores que son sus amos, de que sólo es otro fallido intento la pretensión de vincular a AMLO con los ataques a alguna de las múltiples tiendas con las que se ha enriquecido, hasta lo inaudito, como ha pasado a ser “lógico” que suceda aquí, con todos los grandes empresarios, el dueño de Soriana. “Dolidos” por la pérdida que está sufriendo el dueño impresentable o no, pero igual cuestionable por la venta de tarjetas a la CTM a sabiendas de que serían dadas en recompensa por el voto a uno de los candidatos en una contienda electoral.
Enteradas “las buenas conciencias”, de primera mano, ellas sí, de que o bien Soriana se ha propiciado los ataques para convertir, a esa cadena de tiendas que ha perdido consumidores, en víctima propiciatoria de un chivo expiatorio, sabedor su dueño de que la impunidad lo ampara. O bien los gángsteres del porrismo priista que de regreso se encuentra manejado por su porro mayor que se apellida Coldwell y por Videgaray, que tampoco debe tenerlas todas consigo debido a su mal manejo, ese sí, de los fondos para la compra de votos; enteradas, las “buenas conciencias” de quienes son reales delincuentes que llevaron a cabo los ataques para ver “si esto sí pega y el ignorante pueblo mexicano se lo traga”. O no enteradas, las “buenas conciencias” a la mexicana, pero queriendo siempre servir al amo, que para eso les paga. En diarios a modo escriben y en programas a modo de la telebasura participan, cuando no de plano son los comunicadores, invitando, por estos días, con desvergüenza, a los perredistas a deslindarse del “autor de dichos ataques”.
Llevar a la cárcel a AMLO quisieran. Sin entender, ni siquiera, que con eso todos ellos juntos se acabarían.
Convertir a AMLO en preso político, de ese tamaño es el sueño, queda claro, de los que pretenden que en México estalle una guerra fratricida. Que quizá es lo que pretenden los yanquis como otro paso al infierno para los mexicanos que sufrimos la desgracia de tener por vecino a ese imperio, cabeza de la maldad que le gana al bien en el mundo casi todas las partidas.
Mal anda el mundo, qué duda cabe, a Garzón se le condena por haber querido que descansaran en paz, por fin, las víctimas que aún quedan vivas de la dictadura franquista. Y a Assange se le deja indefenso porque el hacer valer el derecho a la información consagrado en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, castigado debe ser también incluso con la pena de muerte.
El camino hacía atrás que recorre la humanidad no tardará en ubicarnos de nuevo en los tiempos de la Inquisición en nombre de un Dios al que ni los propios inquisidores respetan. En el supuesto de que crean en algo más allá de su propia inmortalidad, que es lo único que tenemos como certeza en contrario el resto de seres humanos víctimas de las victimarias mafias, que se están apoderando de los gobiernos de casi todos los países del mundo.
La ONU en manos de los yanquis se muestra “acongojada” con los casi cien asesinados diarios en Siria y nada dice de la casi misma cifra de ejecutados impunes que desde hace seis años se produce en México como parte de la limpia de pobres ordenada por el imperio yanqui. Pero acatada, que no se nos olvide, por el entreguista que usurpando y “haiga sido como haiga sido”, fue sentado en la silla del Ejecutivo por la mafia política a la mexicana, con el apoyo, también, de la mafia yanqui.
Como buscan imponer a Peña de nuevo las mismas mafias que pretenden dar el paso para convertir a AMLO o aunque sea a Monreal en el primer político convertido en preso político de la primera dictadura, descarada, del Siglo XXI, impuesta como laboratorio para que sigan en cascada cayendo en lo mismo el resto de países de América Latina.
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