Penetración total
Lilia ArellanoEstado de los ESTADOS
EU varía la estrategia y baja reclamos
Combate entre bandas por el territorio
“Chapo”, triunfador de guerra al narco
Vergonzosa sumisión de FCH a los EU
EPN garantizaría impunidad a panistas
TEPJF avalará la elección presidencial
“El sufrir merece respeto, el someterse es despreciable”: Víctor Hugo
¿Por qué los Estados Unidos cambiaron el tono de su discurso con relación a los “diplomáticos” baleados? ¿Por qué cambiaron radicalmente y de hablar de una emboscada ahora hablan de respetar la investigación que llevan a cabo las autoridades mexicanas y colaborar con ellas? ¿Desde cuándo los estadounidenses, su gobierno mejor dicho, deja de participar de manera abierta, sin ninguna discreción, en asuntos en los que se ven involucrados sus agentes, ya sean de la CIA, como se afirma que eran los tripulares de la camioneta agredida o del FBI o de cualquiera de sus centrales de inteligencia? ¿Acaso ya dieron instrucciones al militar colombiano contratado por Peña Nieto, como asesor en materia de seguridad, y esperan a partir de ese momento armar su estrategia de penetración total para el control de los estupefacientes?
Este evento ha servido para destapar la venda de los ojos y darnos cuenta del peligro real en el que se encuentra el país con relación a las actividades y penetración de la delincuencia organizada, vista ésta no sólo en lo que se refiere a las mafias de narcos y secuestradores, sino la instalada dentro del propio gobierno federal, ya sea a través de funcionarios o de policías de distinto grado, sin por ello dejar atrás a los mílites. Y, de nuevo y como en muchos sucesos ocurridos con anteriores administraciones, las hipótesis y las interrogantes crecen segundo a segundo si se trata de ser responsable porque, de otra manera, basta con las reproducciones oficiales y la creencia de que dicen la verdad y no hay nada detrás, lo cual es prácticamente imposible después de tener ejemplos al por mayor del grado de invención y producción televisiva en la que han caído.
Y es en ese bajo mundillo en el que se hacen todas las referencias sobre este tipo de enfrentamientos, donde se advierte que lo que en realidad sucedió en la zona de Tres Marías, rumbo a Cuernavaca en el Estado de Morelos, es el resultado de la pugna entre dos bandas y una de ellas bien puede ser la oficial, la que se encuentra en contra de los datos que llevarían a la captura de otro de los Beltrán Leyva –habrá que recordar que la de otro de ellos se llevó a cabo también en la ciudad de la eterna primavera y que fueron también los marinos los que participaron en esa emboscada, una vez que tuvieron la información que les proporcionó la DEA— o de que pudieran generarse acuerdos en los cuales los dejen fuera de la jugada y los gringos que, al revelarse que han dado todos los datos para distintas capturas, dejar ver claramente su inclinación por proteger a quien ha resultado el ganador del sexenio: Joaquín “El Chapo” Guzmán.
Pero independientemente de lo policíaco, está lo político y aquí sí, lo diplomático y el papelón en el que quedan las autoridades que representan a México. Felipe Calderón, como no lo ha hecho en otros sucesos sangrientos que han enlutado a decenas de familias mexicanas, se mostró dócil, apenado, avergonzado, triste y “lamentó profundamente” que se diera esta agresión contra los agentes de la embajada norteamericana, comprometiéndose a realizar una investigación con todo rigor y severidad. Seguramente que con todo el personal norteamericano que ya está interviniendo para descubrir de dónde vino el “pitazo” por las acciones que pretendían ejercer, seguirán una ruta en la que, si tienen a esos agentes que dicen que estaban de civil y que luego aparecieron uniformados y prácticamente la detención fue “in fraganti”, no habría que darle tantas vueltas.
Esta lamentación la hizo el michoacano al inaugurar el foro nacional “Sumemos causas, ciudadanos más policías” a la que, obviamente, asistió Anthony Wayne, y para enviarle a todos los mexicanos un gran mensaje de tranquilidad que nos lleve a recuperar la seguridad y el sueño, dijo que no pueden permitirse estos hechos provocados ya sea por “negligencia, por falta de capacitación, por falta de confianza o por complicidad”. O sea que tenemos uniformados que adolecen de todo lo referido, a los cuales además se les autorizan multimillonarios presupuestos y los mantenemos con el prurito de que están para salvaguardar el patrimonio y la integridad de los mexicanos. No hay, pues, mayor falsedad. Pero y por si fuera poco, Calderón agradeció al embajador, hasta con pronunciada reverencia, el apoyo que EU ha brindado a México a través de la “Iniciativa Mérida”, que afirma también es para combatir al narcotráfico.
Por su parte, el embajador Wayne se limitó a señalar que la investigación sigue su curso y que ambos gobiernos se encuentran en plena colaboración para esclarecer los hechos en los que resultaron heridos dos de sus funcionarios y un capitán de la Secretaría de Marina, que presuntamente no era el conductor del vehículo baleado. Aseguró que se verán los resultados de tales indagatorias. Es aquí donde surgen más y más interrogantes, ya que es probable que los policías federales detenidos tengan información de sobra que les permita obtener su libertad o que tengan que revelar órdenes enviadas por altos jerarcas no sólo dentro de la policía, sino en la política. Para los familiares que ya se han manifestado contra la detención y del arraigo a los elementos privados de su libertad, los quieren usar para quedar bien con Estados Unidos, con el gobierno. De una forma o de otra y como han girado las cosas en torno a Genaro García Luna, se verá caer a algunos, incluso hasta a la fosa.
Y es que dentro de los más grandes absurdos están las propias declaraciones de las autoridades. No hay forma de detener la exigencia para que aclaren si, finalmente, fueron esos 12 detenidos, que dicen son policías, los que dispararon contra la camioneta o se trata de otra de las grandes farsas y hasta donde están las acciones no de colaboración, sino de complicidad entre el Ejército y la SSP. También, sin duda alguna, debe quedar claro el papel que los presuntos agentes de la CIA o de la DEA, que no son diplomáticos propiamente dichos, desempeñaban en territorio nacional y la naturaleza de su función, particularmente en ese momento en el Estado de Morelos. En este sentido, el jefe de Gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard, pidió a la administración calderonista que esclarezca al 100 por ciento lo que ocurrió en el caso del ataque de los federales a la camioneta diplomática. Destacó que hay que aclarar si hay algún tipo de convenio entre el gobierno mexicano y el de Estados Unidos que permita que las agencias de inteligencia del país vecino realicen operaciones en México, pues “eso es muy delicado”, dijo.
De acuerdo con fuentes de la Secretaría de Marina, Chess Honns Garner y Stan Dove Boss –quién sabe si realmente sean estos sus nombres-, heridos el viernes pasado en el ataque de policías federales en Morelos, son agentes de la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA), y habrían acudido como visitantes a los cursos del centro de adiestramiento conocido como El Capulín. A través de un comunicado, la Armada de México también desmintió que un capitán de esta institución sirviera de chofer a los agentes estadounidenses el día de la agresión y precisaron que, en realidad, el marino era un traductor.
Este asunto es de extrema gravedad, considerando que no es por los heridos sino por lo que ya se está dejando ver claramente en torno al control de EU sobre las mafias del narco y sobre la siembra, fabricación, distribución, venta y depósito del dinero en sus bancos y el daño que la protección que brindan a los cárteles puede causar al desarrollo de un país, haciendo que estos grupos fomenten altos grados de corrupción y se incrusten en el gobierno a todos los niveles. Por eso no extraña el señalamiento del secretario de Gobernación, Alejandro Poiré, en torno a los niveles de penetración del crimen organizado en las corporaciones policíacas, cuando conmina a redoblar el paso para certificar más rápidamente a los policías y definir mecanismo de depuración de sus cuerpos”. Este funcionario también lamentó que el crimen organizado haya podido crecer a costa de instituciones “débiles” lo que, destacó, ponía en riesgo la responsabilidad del Estado en funciones de seguridad. Lo que, por supuesto no dijo, es que fue precisamente la administración federal a la que representa la que permitió lo que ahora está acusando.
A lo anterior habrá que unir el secuestro de la directora de la cárcel zacatecana; el grave estado de salud en el que se encuentra la directora de seguridad de Ciudad Juárez y su escolta; los enfrentamientos entre delincuentes y militares que arrojó como saldo otros seis muertos en Tamaulipas; el blindaje que se ordenó a la zona sur del Estado de México y, obviamente, el parte de guerra del día que sigue aumentando la cifra no sólo de muertos sino de familias destruidas, de huérfanos y presentando una alerta roja que nada tienen que ver con manifestaciones ni disturbios causados por ciudadanos inconformes, ni siquiera con lo que se registra en Nueva Jerusalén, otra cortina de humo para que las televisoras desvíen la atención de lo que es ya un asunto relevante de seguridad nacional. En eso de distraer, hasta los huevos le han entrado ¿o no?
OTRA DE BANDAS
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