viernes, 17 de agosto de 2012

No te alcanza tu $ para comprarme Emilio

¡¡Exijamos lo Imposible!!
DESFILADERITO

“Con AMLO, trabajaré doble y cobraré la mitad”

Durante la gira de presentaciones de “AMLO: Vida privada de un hombre público”, Pío López Obrador invitó al ingeniero Javier Jiménez Espriú a acompañarme a San Cristóbal de Las Casas. Volamos en un Embraer de Aeroméxico del Distrito Federal a Tuxtla Gutiérrez y de allí en una camioneta hacia Jovel, la antigua capital de los “coletos auténticos”.

Fue para mí una grata sorpresa conversar, así haya sido brevemente, con uno de los cuadros políticos más destacados del ancien régime que estabaespero que aún esté-- dispuesto a aportar su experiencia y su talento como secretario de Comunicaciones y Transportes en el gabinete de AMLO.

“Las tareas que me tocan son básicamente tres”, me explicó. “Echar a volar de nuevo a Mexicana de Aviación, reabrir el servicio de ferrocarriles para pasajeros y poner en marcha la democratización de los medios electrónicos. Poca cosa, ¿no? Andrés Manuel ya me dijo que voy a trabajar el doble [que el actual titular de esa secretaría] y que me va a pagar la mitad, pero como no habrá corrupción, ¿entonces, dónde van a estar los incentivos?”

Bromeaba, optimista y pletórico de entusiasmo. Director de la Facultad de Ingeniería de la UNAM, presidente del club Pumas, miembro del Consejo Universitario y de la Junta de Gobierno de la máxima casa de estudios, Jiménez Espriú (México DF 1937) fundó la Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería y de su orquesta sinfónica.

Como secretario general administrativo de la propia UNAM, coordinó la construcción de la Sala Nezahualcóyotl y del Espacio Escultórico, de las Escuelas Nacionales de Estudios Profesionales (ENAP) y del Observatorio Astronómico de San Pedro Mártir, en la península de Baja California, así como la ampliación de los Colegios de Ciencias y Humanidades.

Pero de lo que me habló, especialmente, en ese viaje, fue de su relación con Emilio Azcárraga Milmo, el legendario Tigre Azcárraga, a partir de su nombramiento como subsecretario de Comunicaciones y Transportes al inicio del sexenio de Miguel de la Madrid, en diciembre de 1982.

México estaba organizando el Mundial de Futbol de 1986 y, por lo tanto, urgía que el presidente de Televisa y el subsecretario de Comunicaciones se reunieran para ponerse de acuerdo en cuanto a las transmisión de los juegos del torneo.

“Emilio era todo un personaje, su poder ilimitado le permitía cualquier exceso, incluso tener en su despacho una extensión de la red presidencial”, me contó, mientras la camioneta del enviado de Pío trepaba la montaña por la nueva carretera a San Crisisburgo.

El Tigre Azcárragano confundirlo con el tigre de peluche, ahora también llamado el “caraemuerto”-- descolgaba el teléfono rojo cuando le daba la gana para hablar con el presidente de la República. De allí las ínfulas con las que recibió a don Javier.

“Tengo más de 300 trajes, pero sólo me puedo poner uno. Si vienes a mi casa te puedo ofrecer los mejores vinos del mundo, los más caros, los más antiguos, de la marca que quieras. Tengo todas las mujeres que se me antojan y soy tan rico que, si quieres que te sea franco, no ni cuánto dinero tengo. Te lo estoy diciendo, Javier, para que sepas con quién estás tratando y para decirte que nada me gustaría tanto como que me consideres tu amigo”, le presumió el mandamás de las telenovelas, las noticias y otras formas de “entretenimiento para los jodidos”.

En su respuesta, Jiménez Espriú le dijo: “Pues mira, Emilio, yo no tengo tantos trajes como tú, pero igual que tú sólo puedo ponerme uno a la vez. En mi cava hay también buenos vinos, no tantos ni tan caros como los tuyo, pero me puedes servir el que se te ocurra y te aseguro que te digo de qué año es y con qué clase de uva está hecho”.

Por lo que toca a las mujeres, continuó, “tengo afortunadamente a mi esposa y no necesito a ninguna otra y en cuanto al dinero, tengo mucho menos que tú, pero tengas lo que tengas, te aseguro que no te alcanzará para comprarme”.

El prólogo de la relación entre ambos concluyó así: “Yo sólo vine a verte para que coordinemos las transmisiones del mundial. Y te pido que no hablemos de futbol, porque tú le vas al América y yo a los Pumas”.

Azcárraga, después de ese encuentro, se fue al aeropuerto. Abordó su avión particular y le ordenó a su piloto: “Jaime, a Londres”. Por las prisas, el aerochofer encendió los motores sin tomar las precauciones necesarias y el Grumman con asientos de cuero repujado y muebles de caoba, repleto de champaña, caviar, Sabritas y odaliscas, despegó ágilmente reservándole al magnate una sorpresa.

Luego de sobrevolar la costa de Nueva York, de dirigirse al Atlántico Norte por encima de la Isla de Man y de acercarse al archipiélago del Reino Unido, los motores comenzaron a toser cuando el aparato proyectaba su tenue sombra contra el territorio de Irlanda.

“Se agota el combustible”, le informó el piloto. “Nos fuimos tan a las carreras que no chequé si traíamos suficiente”, admitió. Y derrochando pericia, logró aterrizar en una pista de carreras de caballo. El granjero irlandés que era dueño de ese hipódromo tuvo que esperar cuatro meses a que una cuadrilla de albañiles asfaltara el césped para que el Grumman pudiera volver a volar.

Que Javier Jiménez Espriú no vaya a ser el próximo secretario de Comunicaciones y Transportestanto si el Tribunal Electoral anula o no el resultado de los comicios del primero de julio-- constituye para millones de partidarios de AMLO una frustración que irrita, encabrona e indigna. Por eso, pendiente de lo que en cualquier momento resuelvan la y los magistranzas, hoy también estaré en Twitter, en la cuenta @Desfiladero132, por si ocupan.

Jaime Avilés

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