A quién representa Vázquez Mota
Edgar González Ruiz La candidata a la Presidencia de la República, la derechista Josefina Vázquez Mota, basa su campaña principalmente en el hecho de que es mujer: una mujer que abandera a un partido (Acción Nacional, PAN) que tiene como uno de sus principales proyectos encarcelar a las mujeres que abortan y es, por tanto, una mujer que está contra los derechos de las mujeres.
Pese a ser mujer, Vázquez Mota encarna el machismo y el
conservadurismo extremo de ese partido de sacristía que se caracteriza
por su homofobia, su oposición a los derechos sexuales y, en términos
generales, al Estado laico.
A pesar de que en su propaganda alardea de sus supuestos orígenes
humildes, su partido ha sido siempre vocero de los grandes intereses
empresariales.
Continuismo
Josefina ha querido construirse una nueva imagen para seducir a sus
electores; hasta en las fotografías que exhibe en su campaña pretende
lucir rejuvenecida y vigorosa.
Pero contrariamente a ese tinte tan superficial y falso de novedad,
encarna la continuidad con los anteriores gobiernos panistas y en
particular con el de Calderón, a cuya influencia y figura sigue siendo
sumisa.
Hay que recordar que Vázquez Mota entró a la política de la mano
de Vicente Fox (quien la puso al frente de la Secretaría de Desarrollo
Social), y que jugó un papel importante en la guerra sucia desatada por
el PAN contra López Obrador, en 2006, luego de lo cual se integró al
gabinete del espurio.
Fiel a Calderón, sus spots abundan en el tema policiaco, que
ha sido la tónica del gobierno espurio, y es calderonista incluso en
detalles ridículos, como su tendencia al autoelogio y hasta el apego al
futbol, así como en un deplorable discurso basado en los ataques
verbales contra sus adversarios políticos, comenzando por el Partido
Revolucionario Institucional (PRI), puntero en las encuestas sobre las
elecciones del próximo de julio.
Está en circulación un libro firmado por Vázquez Mota titulado Nuestra oportunidad. Un México para todos
(Aguilar, México, 2011), basado en conversaciones de la hoy candidata
con personajes internacionales, figuras derechistas, como el
exmandatario español José María Aznar y Rodrigo Rato, ambos del Partido
Popular España; el expresidente colombiano Álvaro Uribe; el periodista
argentino Andrés Oppenheimer, promotor de la derecha empresarial y
enemigo de la historia, y –evidenciando su fidelidad al calderonismo–
hasta incluye al futbolista Emilio Butragueño.
Ésas son las figuras en las que se inspira la candidata panista,
que en la portada de su libro quiere engañar a los lectores con una
imagen que la muestra varias décadas más joven de lo que en realidad es.
Que Vázquez Mota encabeza el continuismo de una derecha sanguinaria
queda claro en muchas de las frases que forman parte de la introducción
a las mencionadas entrevistas, como ésta: “En todos los líderes que han
participado en este libro, encuentro un amplio y genuino reconocimiento
a la decisión del presidente de México, Felipe Calderón, de enfrentar
al crimen organizado…” (página 30).
Como puede comprobarse en su libro, lo que ofrece Josefina Vázquez
Mota a la sociedad consiste en: más muertos, más privilegios para los
empresarios, más ataques contra los sindicatos, más privatizaciones,
etcétera, sin olvidar el desprecio capitalista hacia la historia patria;
en suma, más de lo mismo.
En la presentación de su libro estuvo presente el publicista
español Antonio Solá, artífice en 2006 de la guerra sucia mediática
contra López Obrador; lo anterior, a pesar de que, tramposamente,
Vázquez Mota ha tratado de deslindarse de Solá, quien ha estado
participando en reuniones con la panista, clienta del despacho Ostos y
Solá.
En el continuismo de la derecha no se puede omitir aquello que es
la raíz del panismo y que los propios panistas prefieren no tocar en sus
discursos de campaña, llenos de consignas y autoelogios: la destrucción
de las libertades que emanan del Estado laico, principal herencia
histórica de nuestro país.
En lugar de abordar esos temas, que forman parte de la esencia de
la política panista, y que a su abanderada no le conviene evocar,
prefiere lanzar consignas vacías, como éstas: “…En nuestra nación hay
lugar para todos los mexicanos…”; “Debemos ser parte del país exitoso en
que nos convertiremos…”; “…México tiene un futuro brillante y ese
futuro no llegará por sí solo…” (página 9).
Protestas
Vázquez Mota, la candidata que, mentirosamente, proclama el valor
del diálogo pero que rechaza las protestas, y que en sus actos quiere
sólo elogios a su persona, enfrentó al inicio de su campaña la
inconformidad de los trabajadores de Mexicana de Aviación, uno de los
sectores más perjudicados por el gobierno de Calderón.
Los trabajadores protestaron durante un mitin de Vázquez Mota en el World Trade Center,
de la ciudad de México con cartulinas y pancartas en las que se exigía
solución a la parálisis de la aerolínea. Las coincidencias entre los
protestantes eran dos: “Los gobiernos panistas son lo peor que le ha
pasado al país” y “la Secretaría de Comunicaciones y Transportes está
bloqueando la compra de la empresa para beneficiar a otras aerolíneas” (La Crónica de Hoy, primero de abril de 2012).
“Así, entre sombrerazos, Gómez Hermosillo [Rogelio Gómez
Hermosillo, organizador del evento] inició el discurso de loas a la
panista, principalmente por sus supuestos logros en las secretarías de
Desarrollo Social y Educación Pública. Pero las protestas no cesaron y
tras unos cinco minutos de mensaje, los organizadores optaron por la
cancelación.”
La valiente acción de los trabajadores de Mexicana es un ejemplo
para todos los inconformes con la derecha en el poder: los trabajadores
del Sindicato Mexicano de Electricistas, y muchos otros, que se han
visto afectados por el gobierno de Calderón; las mujeres que en
entidades como Guanajuato van a la cárcel por abortar; los homosexuales
que son blanco de la homofobia panista; los consumidores que día con día
ven sus ingresos mermados por el alza de bienes y servicios básicos;
así como los defensores del Estado laico.
La televisión y las cadenas radiofónicas nunca van a defender esas
demandas ciudadanas; son, por el contrario, el principal sostén del
gobierno espurio, por eso la única vía que queda a la sociedad mexicana
es la protesta directa, especialmente en momentos en que el PAN trata a
toda costa de proteger la imagen de su pésima candidata.
Cadena de errores
Pero, al margen de las merecidas protestas, la campaña de Vázquez
Mota ha consistido en una cadena de errores y tropiezos, que van desde
sus lapsus y comentarios imprudentes, hasta el nepotismo que asoma en la protagónica actitud de su hija María José Ocampo Vázquez, Majo.
De 24 años, y egresada de la Universidad Iberoamericana (nada
menos), María José encabeza la fundación Jóvenes Viviendo México, que
busca apoyar la candidatura de su madre (Enfoque, Reforma, 8 de abril de 2012).
Hay que mencionar, entre otros hechos, el extraño desmayo que
sufrió la candidata en uno de sus actos y que bien podría presagiar su
retiro de la competencia electoral; así como la falsa alarma que sus
secuaces provocaron, al confundir en su casa de campaña una inofensiva
torta de jamón con un peligroso paquete de explosivos. (http://www.noticiasmvs.com/noticias/elecciones-2012/-amenaza-de-bomba-en-casa-de-campana-de-vazquez-mota-280.html, 4 de abril de 2012).
La campaña de Vázquez Mota es nada menos que el epílogo de dos sexenios regidos por la derecha católica.
*Maestro en filosofía; especialista en estudios acerca de la derecha política en México
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