Calderón confiesa secretamente lo fallido de su estrategia
Álvaro Cepeda Neri
En secreto, Calderón confesó al
presidente de Perú, Ollanta Humala, que los narcotraficantes, con sus
matones, contadores, ingenieros de sistemas computacionales, banqueros e
inversionistas han comenzado a ejercer en México funciones de Estado. Y
se supo por un documento de la Secretaría de Hacienda y de la Cámara de
Diputados Federal, que han “lavado” 10 mil millones de dólares en el
corredor bancario mexicano, informó el reportero Juan Antonio Zúñiga (La Jornada,
16 de abril de 2012). Tras esta plática, al intervenir en la Cumbre de
las Américas, el peruano afirmó: “Algunos jefes de Estado han señalado
que el narcotráfico está entrando ya a reemplazar en determinados sitios
las funciones del Estado (obviamente administrativas), como es el caso y
como lo ha señalado el presidente de México, desde el tema de la
recaudación de impuestos, bueno, esas organizaciones (criminales)
compiten con el Estado en ese tipo de cosas” (José Antonio Román, La Jornada, 15 de abril de 2012).
Aquí, Calderón sigue remachando que su estrategia
militar-policiaca es exitosa y los narcotraficantes van perdiendo
terreno. Pero en la Colombia que exportó la criminalidad y el comercio
de las drogas, como si se confesara, aseguró que los capos, encabezados
por el Chapo Guzmán (millonario que se codea con Slim, Azcárraga,
Salinas Pliego, etcétera), están desplazando a los gobiernos de todo
nivel para, como en la Italia pre y postfascista o en el Chicago de Al
Capone, gobernar y dar empleo. El mismo secretario de la Defensa
Nacional, el general de cuatro estrellas (aunque, bueno para nada,
Calderón lo es de cinco) Galván Galván, reconoció que el crimen…
¡organizado! domina en la mitad del territorio y se alza desafiante
contra las instituciones.
La “estrategia” de Calderón ha fallado y su gobierno es un
“gobierno fallido” como ampliación de los “Estados terroristas” y
“Estados canallas” (Noam Chomsky, Estados fallidos. El abuso del poder y el ataque a la democracia, ediciones B). Al sostener que en México los narcos son ya un gobierno de facto,
Calderón reconoce que va reculando y cediendo facultades, funciones y
obligaciones, para que sean ejercidas por los cárteles que entre sí se
disputan el control absoluto para que reine el emperador Guzmán,
fugado de una cárcel de alta seguridad, con la “mano negra” de la
familia Sahagún-Bribiesca (como en un saqueo a Pemex) y la autorización
de Vicente Fox.
Calderón acepta que los delincuentes de las drogas son otro poder
dentro del Estado. Lo acepta porque es una realidad en el caos de la
inseguridad que atenaza a los mexicanos. “Vivir mejor” es el lema y
escudo de Calderón, pero sobrevivimos cada vez peor en un país con un
Estado fallido y compartido para el ejercicio de sus funciones entre
funcionarios y delincuentes. Así que a la clasificación de Estados
terroristas, Estados canallas, Estados fallidos, debe adicionarse:
Estado narcotraficante. Y presidentes a la Calderón que, en su huída por su final, es ya un presidente terrorista, canalla, fallido y narcotraficante.
*Periodista
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