¡¡Exijamos lo Imposible!!
La solución está a la vista
María Teresa Jardí
Seguramente porque no se escuchan ni a sí mismos es que dicen tantas tonterías los políticos. Promesas vacuas repetidas hasta el cansancio. PRI y PAN, Verde y PANAL y PRD prometen lo que saben que no podrían cumplir aunque quisieran hacerlo. Lo que tampoco es así.
Va a acabar con el problema de la violencia en Guerrero, dice “La Chepina”, sin decir, claro ni cómo ni cuándo ni con qué cuenta ella para hacerlo.
Se creen, que de tanto mentir, el pueblo se va a tragar como cierto lo dicen o no les importa y ante la imposibilidad de tener un sólo pensamiento inteligente que pueda dar certeza a futuro sueltan lo primero que se les ocurre.
Amén de que saben que cada vez son menos los que, por obligación, los escuchamos. Y lo mismo pasa en las sesiones de las Cámaras de Diputados y de Senadores que pasan por su propio canal de televisión. Vomitivo es el trato que se dan entre ellos, de tan amable, cortés, atento, empalagoso... Cuando se esperaría que surgiera la pasión en la defensa de lo correcto. Pero, claro, en lo que piensan, es en el dinero que les llena los bolsillos y no en el pueblo.
Difiero, en parte, en lo dicho por Manú Dornbierer en su colaboración publicada ayer en nuestro diario. El voto nulo e incluso la abstención puede ser una postura consciente. Pero también estoy de acuerdo con ella por cuanto a que en la elección en puerta debemos salir todos en masa a pronunciarnos a favor de AMLO como nuestra única posibilidad de cambio para México.
José Narro tiene razón. El problema de las drogas es un problema de salud. Un problema atendible si se fomenta la prevención. El narcotráfico es un problema criminal combatible con la ley en la mano. Ni una cosa ni otra se hacen así porque los gobiernos no quieren pueblos sanos que se convierten en pensantes, ni perder el dinero que la droga mantenida como mercancía clandestina les deja a raudales, al punto de que ese dinero se ha convertido en el pilar de los sistemas financieros y tampoco quieren perder el dinero que les llega a las manos a los que desempeñan el papel de funcionarios de todos los niveles, de legisladores, representantes de los partidos, en el caso mexicano, que no de los ciudadanos, y a los jueces, magistrados y ministros, que también han dejado de impartir justicia y de ahí que a casi ningún político le preocupe el desarme ético de las instituciones, que es lo que se tendría que estar discutiendo en el Congreso en lugar de buscar dar albazos para convertir de plano a México en la primera dictadura del siglo XXI, disfrazada vayan ustedes a saber de qué porque la democracia también ha sido ejecutada aquí.
La primera dictadura se busca imponer en México con las reformas paradas de momento. No nos hagamos ilusiones de que el PAN no busque la manera de imponerlas. A fin de cuentas es la entrega, hasta de la represión a todo mexicano que se indigne, a los gringos, lo que pretende Calderón de la mano de la derecha española, igual de impresentable. La que acepta la llegada de El Yunque, que a colonizar a la inversa, se envía por Calderón, con la aprobación del Congreso, al pueblo español.
La primera dictadura impuesta en América Latina por el imperio yanqui con la venia de traidores a la patria surgidos, en el caso mexicano, de la derecha panista. Y no es que la derecha priísta o perredista sea mejor que la que encabeza al PAN. La derecha, es la derecha. Y ya se sabe que la complicidad, sin importar de donde provenga, es también como la corrupción, divisa de la derecha.
Tiempos de república traen los aires del siglo XXI, aunque de manera tan lamentable o quizá por eso haya transitado su primera docena de años que se documentarán sin duda como malditos cuando se escriba esa historia una vez que la humanidad unida haya salido a decir ya basta de mentiras y se decida a poner fin a la rapiña.
Resolver lo de la corrupción de Wal Mart, asociada a la corrupción de la clase política mexicana, es igual de fácil. Basta con no volver ningún mexicano a comprar nada en esa cadena de tiendas departamentales.
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