¡¡Exijamos lo Imposible!!
La importancia del Periodismo de Investigación
María Teresa Jardí
Leí con cuidado, como es natural, el libro/investigación de Anabel Hernández. Libro que llevó a Jorge Carpizo a presentar una denuncia en contra de la editorial original presentadora del libro y de la propia autora por la inclusión de lo que a todas luces era una gran, grave y absurda mentira.
Se equivocaron las fuentes de la autora y ella misma al querer dar aunque fuera un golpecito a quien odiaban por haber ocupado casi todos los puestos políticos de primer nivel con Salinas.
Y es una pena, porque la investigación sobre los nexos de narcotráfico con la clase política, que puede tener otros errores, como es obvio, no debe tirarse a la basura, como el propio Jorge señala al referirse a la importancia del periodismo de investigación en una de las últimas entrevistas que le hiciera mi hijo Julián, por cierto, y la que se encuentra en la red en YouTube, por si alguno de ustedes les interesa escuchar lo que dijo apenas unos cuantos días antes de su extraña muerte.
De establecer responsabilidades a sujetos como Genaro García Luna, exhibido en plenitud en el libro, incluso como cabeza de las bandas que se dedican al secuestro en México. Crimen atroz, más atroz incluso que el narcotráfico, porque a fin de cuentas el problema de la sociedad es la adicción y la adicción no se atiende porque la venta al menudeo también deja dinero a raudales a la clase política. En atender, mucho, de lo que se consigna en “Los señores del narco” nos va el futuro a los mexicanos.
No están todos. Pero hay suficiente información para que en cualquier otro lugar del mundo ya hubiera caído un criminal de la talla de García Luna, convertido aquí en el favorito de un usurpador que acaba como genocida. Genocida que también es García Luna quien de manera clara lleva al extremo la violencia a todo lugar que pisa su ejército parapoliacomilitar, que será recordado, en el futuro, como lo peor que le ha ocurrido al país.
Futuro que necesariamente tiene que pasar por la consignación, al menos, de los más altos mandos involucrados con un crimen mal perseguido porque a muchos enriquece de manera inmoral a la par que acaba con las estructuras éticas de las instituciones que hacen posible la vida con tranquilidad de la comunidad formada por los habitantes de las distintas geografías.
Y por eso explico algo que no tiene mayor importancia, pero muerto Jorge, como a mí me consta se los explico a los lectores del libro, que sí, que tendría que ser leído por todos.
En la inteligencia de que no están todos los involucrados y en el caso de algunos, muy pocos, que a mí me conste, entre los que se encuentra Jorge, están exagerados los motivos para golpearlos.
Jorge efectivamente dejó a León Aragón como jefe de la policía y eso fue un grave error. Pero tampoco tenía otras muchas posibilidades de conocimiento de nadie para el puesto cuando su llegada a la PGR y luego nombró efectivamente a Adrián Cabrera para ocupar el lugar de León Aragón, lo que de nuevo era un error debido a otra mala recomendación. Pero percatado casi de inmediato del mismo, invitó a Gustavo Hirales a trabajar con él, nombrándolo de entrada jefe de erradicación, otra de las vías usadas por la delincuencia, que se encontraba en manos de Tello Peón, ese sí, insalvable por donde quiera que se le analice, como bien queda establecido en el libro, a manera de preparación, para Hirales, dado que de entrada lo habrían asesinado de nombrar director sin más de la policía. Para prepararlo, para nombrarlo jefe de la Policía Judicial Federal, para empezar, con una cabeza impecable, la limpia necesaria como debe hacerse de arriba hacia abajo barriendo.
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