Peña Nieto y Josefina no asisten a debate de MVS, usuarios enfureces - unafuente.com
Carlos Antonio Villa Guzmán
Extraña bola de nieve se viene desde los Estados Unidos con una inusual
revelación en el marco de una competición electoral: Un diario
electrónico que lleva el nombre de Ángeles Press, cuyo eslogan es: Las
noticias que no se ven en tu país. Democracia, Política y Derechos
Humanos. Periodismo sin fines de lucro. Fundado por: Guadalupe
Lizárraga, en los ángeles California, acaba de subir a la red una
noticia demoledora para la candidatura de Enrique Peña Nieto.
Aparece el testimonio de la víctima: Agustín Humberto Estrada Negrete,
quien denuncia abusos que a punto estuvieron de ocasionarle la muerte,
por enemistarse con quien antes mantuvo una relación homosexual y ahora
es candidato por el PRI a la presidencia de la república mexicana.
Con todo detalle describe lugares, fechas, encuentros, personajes cuyos
nombres menciona el ahora exiliado, que según su testimonio fue varias
veces golpeado, encarcelado, vejado y amenazado. Por lo que tuvo que
emigrar y finalmente hacer esta avasallante denuncia.
¿Venganza palaciega desde los subterráneos lodosos de la política
mexicana? ¿Un asunto meramente pasional que tiene este desenlace o al
menos un cierre de capítulo bastante telenovelezco?
Más allá de elucubraciones sobre el origen del misil, éste pegará en el
blanco en cuestión de horas y el gran casco acorazado de la campaña, el
mismo que resistió varios disparos que no alteraron significativamente
su marcha, ahora si irá estrepitosamente al naufragio.
La homosexualidad tampoco debe ser difamada. Es una condición y una
opción sexual que demandan sin pedirlo, sujetos que tienen absoluto
derecho a su libertad, a su individualidad. Una de las actitudes
vergonzantes para la sociedad es la homofobia en cualquiera de sus
manifestaciones. Al igual que otras fobias es bastante dañina. Peña
Nieto y cualquier otro pudo ser homosexual y a nadie debió importarle
más que a sí mismo y por supuesto a sus semejantes cercanos como seres
queridos, familiares, pareja, etcétera.
Sin embargo, no se le acusa o señala por su gustos o inclinaciones
sexuales, sino por otra clase de rupturas hacia compromisos que tienen
que ver con la ética o la falta de ésta, agraviados por un abuso
excesivo del poder. Algo común en México todos los días. ¿Cómo pretende
gobernar alguien que muestre esos arranques enfermizos?
¿Qué hará frente a las cámaras o en un debate si llegara a tocarse el
tema? Él, tan falto de oratoria, de formación intelectual, de reflejos
psicolingüísticos, ¿cómo saldrá de la cuestión? ¿Cómo va a quedar el
resto del PRI ante esta encrucijada donde se tambalea el rey o se
confunde con la reina?
Caramba, las campañas que no pintaban porque, según eso, les habían
cortado las alas en el Congreso y el IFE para que no volaran tan alto,
se pusieron como para ponernos de pie y no perdernos la jugada.
Son las elecciones más entretenidas que me ha tocado vivir,
independientemente de que la videopolítica y otras rarezas como la
guerra de lodo se hayan convertido en los argumentos de la política, en
lugar de que hable la política. Como que en esta lucha de poderes algo
se pone de acuerdo para que los candidatos queden en streep tress
involuntario ante el asombro o las carcajadas del respetable: bichis,
sonrojados o enojados.
Tienen tan poca sustancia que se les cae la capa de merengue, idéntico como sucede al pan viejo o mal cocido.
Andrés Manuel López Obrador debe estar satisfecho, no contento, porque
es respetuoso, pero tranquilo sí, por un inminente triunfo de la causa
que tantos mexicanos que urgimos, aclamamos, empujamos para que cambie
el rumbo de México hacia el bien.
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