Analizar las ofertas de campaña de los expresidentes mexicanos de las últimas cuatro décadas y contrastarlas con los resultados obtenidos en sus respectivos gobiernos o de forma acumulada, nos lleva a infinidad de interrogantes como las siguientes: Por qué después de las reiteradas promesas ha crecido tan dramáticamente la pobreza? Por qué la cobertura o la calidad educativa y los servicios de salud a población abierta no se han alcanzado de manera eficaz? Por qué el desempleo, los salarios miserables y la carestía? Por qué la distribución de la riqueza es abismalmente desigual?
Todo lo anterior sin detallar enigmas sobre el errático crecimiento de la economía (el freno y el arranque de siempre) o los impopulares indicadores macroeconómicos que sólo alegran a la tecnocracia, a los ricos del pasado y los acaudalados de hoy. Todo lo anterior sin adentrarnos en los entresijos de la soberanía perdida. Ni de las preguntas cotidianas de los mexicanos sobre la incalculable deuda externa o la importación energética y alimentaria cuando se nos engaña que estamos en ruta a la autosuficiencia o que disponemos de reservas perdurable.
Claro, casi siempre la réplica de los beneficiarios del pasado se remite al desgastado: “…nuestro partido creó instituciones…”. Pero, qué lo que tenemos los mexicanos no es obra de los mexicanos mismos? De los obreros y de los campesinos. De los pueblos originarios. De los profesionistas. De nosotros. De los servidores públicos que no se corrompieron antes ni ahora. Lo logrado no es obra del PRI ni del “Gobierno del Presidente de la República” pues… Absolutamente no.
En concreto, las propuestas priístas del pasado fueron perdiendo su contenido revolucionario y transformador, pero fue Miguel de La Madrid quién de manera más abierta aceleró la entrega de México a los dictados del Fondo Monetario Internacional (FMI) y al Consenso de Washington.
Carlos Salinas de Gortari le atizó al populismo sin visualizar un cambio de fondo, pero fue Ernesto Zedillo el que sin rubor alguno se puso al servicio del neoliberalismo más retardatario y sus instancias más notarias: el capital trasnacional y sus agencias (FMI y Banco Mundial), en alianza estratégica con EUA y los grandes propietarios del país. Los dos últimos gobierno –Fox y Calderón-, encontraron el terreno fertilizado para transitar en el modelos neoliberal, categórica y decididamente comprometidos con él.
Hay algo que nos llama en extremo la atención. Según Reporte Indigo, “Desde finales de 2011, el ex presidente panista Vicente Fox tiene un cliente muy especial. Se trata de Enrique Peña Nieto, el precandidato del PRI a la Presidencia de la República, a quien Fox asesora en su campaña. La información fue corroborada a Reporte Indigo por fuentes cercanas al ex presidente y al equipo de campaña del ex gobernador del Estado de México…”
Basta recordar los enunciados de la propuesta de Vicente Fox y cotejarlos con los planteamientos de Enrique Peña Nieto esbozados el primer día de campaña oficial. Es notoria la influencia del pensamiento foxista en la oferta de Peña Nieto. Sólo que éste agrega la “formalización” de sus compromisos ante notario público. Enviando un mensaje por demás preocupante. Más promesas. No la obligación de un (posible) estadista de acatar el mandato o las aspiraciones del pueblo. Comprometer no empobrece.
Vicente Fox Quezada:
- Me comprometo a mantener el carácter laico del Estado mexicano y de la educación pública.
- Me comprometo a promover reformas legales y constitucionales que acoten las facultades del Presidente de la República…
- Me comprometo a respetar la libertad, la diversidad y la pluralidad de la sociedad mexicana…
- Me comprometo a crear las condiciones políticas para la solución pacífica del conflicto en Chiapas…
- Me comprometo a promover acciones para eliminar toda forma de discriminación y exclusión de grupos minoritarios…
- Me comprometo a que la educación sea prioritaria y se garantice el aumento sustantivo de los recursos a la educación y la investigación…
- Me comprometo a poner fin al sistema de complicidad y de privilegios y a combatir la corrupción sin salvedades…
- Me comprometo a defender la soberanía del país…
- Me comprometo a establecer como prioridad suprema del nuevo gobierno una política social que: a) Combata la pobreza; b) Evite que los programas sociales sean condicionados con fines electorales; c) Impulse esquemas de desarrollo que tengan como condición la protección al ambiente; d) Reactive la agricultura para acabar con el rezago en el campo; e) Incluya a la sociedad civil en la gestión de las demandas ciudadanas y en la supervisión de las acciones de gobierno.
- (Me comprometo a) culminar el proceso de reforma electoral…
1. Me comprometo a recuperar la paz y la libertad.
2. Me comprometo a construir un México incluyente y sin pobreza..
3. Me comprometo a crecer para generar más y mejores empleos.
4. Me comprometo a ofrecer más educación y de calidad para todos.
5. Mi quinto compromiso es recuperar el liderazgo de México en el mundo.
Tenemos fincadas dudas de que se trate sólo de una eventual coincidencia. Fox ha mostrado en distintos momentos diferencias notables con el stablishment de su partido, incluido el Presidente de la República. Ello, sin duda, permitió entretejer relaciones que no fueron tan ocultas pese a la intensión del manejo deliberadamente discreto que el candidato priísta quiso imprimirle a esa tutoría, a esa asesoría.
Hasta dónde se cumplieron los compromisos de Vicente Fox? Es una respuesta que los mexicanos expresaron inclinando sus preferencias electorales hacia la izquierda en el 2006. Aunque los cambios de fondo que requería México en aquel momento, y que siguen siendo un reclamo sin respuesta, no se edifican de un sexenio a otro, y menos aún cuando hay oídos sordos para adoptar un modelo nuevo y propio para nuestra sufrida nación, el sentimiento del electorado respecto del desastre de las promesas de Fox fue contundente. Su voto expresó que habían fracasado.
Una plataforma –en este caso la de Enrique Peña Nieto-, basada en los consejos de un exmandatario cuyo programa erró, muestra penosamente el nivel del joven candidato del PRI. Pero ofrece muchas otras de sus debilidades y magnifica las de su partido, que pretenden diluir o esconder con la mercadotecnia diaria de las costosas encuestas que repetitivamente trasmiten las televisoras comerciales, inocultablemente temerosas de la alternancia hacia la izquierda.
El mensaje subliminal de la excelsitud que los apologistas de Peña Nieto quieren vender a cada minuto, no pasará porque los mexicanos quieren un cambio verdadero. No más promesas. No el regreso al pasado, sino un proyecto alternativo de nación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario