lunes, 23 de abril de 2012

Con esos 'cerebros' seremos puros esclavos

¡¡Exijamos lo Imposible!! 
Aspe, Córdoba y Levy, los “Cerebros” de Peña Nieto 
(Segunda Parte)

La Huella de José Córdoba

La huella de Córdoba Montoya se dejó sentir desde el primer día de la campaña de Peña Nieto. Uno de sus tres primeros “compromisos ante notario” fue la eliminación de 100 diputados plurinominales, así como desaparecer lo que han rebautizado como “cláusula de ingobernabilidad” para que el partido que gane la mayoría de votos en el 2012 también tenga el control de la Cámara de Diputados.

La idea de eliminar el principio de representación proporcional fue expresado por José Córdoba en un extenso artículo en la revista Nexos y en el periódico Reforma, en abril de 2010, justo el año que se aprueba la “Ley Peña” en el Congreso mexiquense para bloquear las candidaturas comunes de los partidos opositores.

La tesis de Córdoba es muy simple: en regímenes presidencialistas como el mexicano, el principio de representación proporcional no ha permitido gobiernos eficaces, sino gobiernos divididos porque “fragmenta la representación partidaria y otorga a las minorías un poder excesivo”.

“El parlamentarismo puede convivir con el principio de mayoría, pero el presidencialismo no funciona eficazmente con el principio de representación proporcional. La razón es clara: el incentivo para construir una coalición partidista es muy superior en un régimen parlamentariopuesto que de esa coalición sale el Ejecutivo- que en uno presidencial. La historia de México en los últimos 13 años lo confirma”, sentenció Córdoba Montoya.

En el último párrafo, el asesor estelar del salinismo, el impulsor de las candidaturas de Luis Donaldo Colosio, primero, y luego de Ernesto Zedillo, lanzó este juicio polémico:

“El régimen político mexicano siempre ha sido presidencial. Actualmente, el sistema electoral mexicano es de representación mixta con preponderancia mayoritaria. Pero lo que hacen las fórmulas vigentes de integración de la Cámara de Diputados no es atemperar los excesos del principio de mayoría sino violentar su esencia, que consiste en darle el derecho temporal de legislar al partido que obtiene la mayoría absoluta de diputados de mayoría…

“Lo artificial es topar la ‘sobrerrepresentación’ en 8 por ciento, como ocurre hoy, para forzar gobiernos divididos y despojar al partido más grande de su eventual derecho a legislar. Ciertamente, la cláusula de gobernabilidad, que transforma mayoría relativa de votos en mayoría absoluta de escaños, tiene también un elemento arbitrario: fijar en 35 por ciento el porcentaje mínimo de votos para su aplicación. Pero hay una manera obvia de enderezar este aparente artilugio: el reparto plurinominal debiera simplemente asegurar que conserva la mayoría absoluta de escaños en la Cámara el partido que, en su caso, alcance la mayoría absoluta de diputados de mayoría”.

(Contra el Proporcionalismo”, Reforma, 11 de abril 2010).

Peña Nieto y su equipo de redactores del libro México, la Gran Esperanza tomaron al pie de la letra los textos de Córdoba Montoya e incluyeron en el apartado de una “Democracia con Resultados” dos propuestas para restablecer el modelo presidencialista que defiende el ex asesor de Carlos Slinas: eliminar la cláusula de 8 por ciento de sobrerrepresentación de los partidos en la Cámara de Diputados (proveniente de la reforma electoral de 1996, durante el zedillismo) y “eliminar 100 diputados de representación proporcional” para que en lugar de los 200 que existen actualmente, sólo quede la mitad.

De tal forma, la Cámara de Diputados, bajo el diseño de Córdoba, tendría 400 diputados federales, 300 de mayoría relativa y 100 de representación proporcional.

Los críticos de esta propuesta, incluso dentro del PRI, consideran un despropósito esta reforma. En primer lugar, porque un partido con el 40 por ciento de los votos podría llegar a tener el 60 por ciento de la Cámara de Diputados, es decir, una sobrerrepresentación del 20 por ciento.

Al mismo tiempo, argumentaron a Proceso, sería necesaria una reforma constitucional  a los artículos 51, 52, 53 y, sobre todo, al artículo 54  que en su fracción V prohíbe que un partido político que, “por sus triunfos en distritos uninominales, obtenga un porcentaje de curules del total de la Cámara, superior a la suma del porcentaje de su votación nacional emitida más el 8 por ciento”.

Los Intereses de Córdoba: Bartlett

El interés del “asesor incómodo” del salinismo no sólo es eliminar 100 diputados plurinominales sino que el próximo Ejecutivo federal sea un presidente fuerte, con dominio en el Congreso, para culminar las reformas económicas que iniciaron hace más de tres décadas.

Córdoba Montoya, en 1990, escribió en la revista Nexos, No. 158 un texto que fue conocido como el decálogo del salinismo, las “Diez Lecciones de la Reforma Económica en Méxicoque, en su parte medular plantea lo mismo que Pedro Aspe:

“La liberalización del comercio es fundamental para inducir la eficiencia microeconómica y consolidar la estabilidad macroeconómica… Acelerar el proceso de liberalización comercial resulta conveniente para asegurar su irreversibilidad y, también, para que las empresas introduzcan cambios necesarios e incrementen su productividad en poco tiempo”.

Córdoba Montoya también está interesado en acelerar la privatización del sector de energía. El ex senador priista Manuel Bartlett recordó a Proceso que desde el gobierno foxista Córdoba lo fue a buscar al Senado “para disuadirme que retirara las acciones de anticonstitucionalidad contra las reformas a la Ley de Servicio Público de Energía Eléctrica”.

“Córdoba se molestó conmigo porque dije en tribuna que tenía fuertes negocios en el sector eléctrico, como fue el caso de la empresa a la que se concesionó el servicio de alumbrado público en la capital de Puebla”, añadió Bartlett, consultado vía telefónica.

“Obviamente, estaba metido con la empresa Mexicana de Mantenimiento y Alumbrado, de capital francés y español, filial del consorcio francés Citelum”, señaló Bartlett.

La Jornada de Oriente publicó el 21 de enero de 2004 que el vínculo entre de Córdoba Montoya con Mexicana de Mantenimiento era Alejandro Parrodi, representante legal de la firma Basham Ringe y Correa S.C, accionista de la compañía francesa Citelum. Córdoba trabajó como cabildero para ésta y otras empresas extranjeras interesadas en el negocio de la energía eléctrica.

El alcalde panista de Puebla, Luis Paredes firmó el 1 de abril de 2003 un convenio con MMA por 15 años y hasta por 40 millones de pesos, según documentó el reportero Alvaro Delgado en Proceso (3-agosto-2003).

El alcalde priista de la capital poblana, Enrique Doguer, sucesor de Luis Paredes, revocó el contrato con MMA y Citelum, en medio de un escándalo sobre el presunto vínculo entre José Córdoba y el empresario textilero Kamel Nacif, el “rey de la mezclilla”, vinculado por la periodista Lydia Cacho en una red de pederastia. En una carta pública, Córdoba negó airado cualquier vínculo con Nacif, pero no su interés en la gestión de la privatización eléctrica.

“Se trata de una falacia. No tengo ninguna relación con el señor Nacif ni de negocio ni de ninguna otra índole, ni en Puebla ni en ningún otro lugar”, desmintió Córdoba en una carta pública.

El Seguro de Santiago Levy

En materia de política social, Peña Nieto contrató los servicios de Santiago Levy, ex director del Seguro Social con Vicente Fox (2000-2005), artífice del esquema de subrogación de los servicios de guarderías del IMSS desde 2002, cuya consecuencia real se materializó en la tragedia del 5 de junio de 2009 en Hermosillo, Sonora, cuando fallecieron 49 niños y 101 fueron lesionados en la guardería ABC.

Levy se enfrentó al sindicato nacional de trabajadores del Seguro Social, encabezado por su dirigente Roberto Vega Galina, y perdió la confianza del gobierno foxista por su incapacidad para mejorar el servicio del IMSS y sus constantes roces con el entonces secretario del Trabajo, Carlos Abascal, según recuerda el especialista Gustavo Leal Fernández.

Leal Fernández afirma que, pese al desprestigio de Levy y su propuesta, Peña Nieto tiene “un embelesamiento con los tecnócratas” de la era de Salinas y Zedillo.

“Está completamente embrujado por los funcionarios de organismos internacionales, entre ellos, Santiago Levy”, actual vicepresidente del Banco Interamericano de Desarrollo, desde donde ha escrito textos y recomendaciones para eliminar la pobreza.

El proyecto de Peña Nieto recuperó su propuesta de un Sistema de Seguridad Social Universal. En el capítulo 5 de su libro México, la Gran Esperanza, cita la tesis de Santiago Levy: “la coexistencia de dos esquemas de protección social fomenta la economía informal”.

“Para corregir esta situación, debemos construir un Sistema de Seguridad Social  y Universal que otorgue un piso de protección social básico y gratuito  a todos los mexicanos. Este sistema debe incluir cuatro elementos fundamentales: acceso efectivo a los servicios de salud, prensión para la vejez, seguro de desempleo y seguro de riesgos de trabajo. En este sentido, la condición de ciudadanía y no la participación en el mercado laboral debe ser el eje del nuevo sistema de seguridad social”, afirma el libro firmado por Peña Nieto.

Para lograrlo, se debe cumplir con una “reforma fiscal integral”, basada también en planteamientos de Santiago Levy.

El problema de la propuesta de Levy, advierte Gustavo Leal, “es que es intransitable para el PRI porque implicaría elevar impuestos, sobre todo generalizar a 16 por ciento el IVA en medicinas y alimentos, y reducir prestaciones”.

En una entrevista con la revista Nexos, el 1 de febrero de 2009, Levy admite que se debe generalizar el IVA en la reforma fiscal. Así lo explicó:

“Haciendo caso omiso del nombre, hoy en día los trabajadores formales ya pagan un IVA sobre todo su canasta de consumo, que es destinado a financiar sus beneficios de seguridad social. Cada quincena sus salarios son menores porque una parte toma la forma de cuotas obrero-patronales. Sin esas cuotas sus salarios serían más altos. Mi propuesta es extender ese IVA a  todos los trabajadores, con la diferencia de que no se recaudaría cuando el trabajador cobra su quincena en el puesto de trabajo, sino cuando hace sus compras en las tiendas” (Nexos, 1-02-2009).

Un sistema universal de seguridad, como el planteado por Levy, implicaría “una reforma constitucional para eliminar el apartado B del artículo 123 constitucional”, que regula las relaciones laborales, las prestaciones y la seguridad social de los trabajadores del Estado. Y esto es intransitable para el PRI”, advierte Gustavo Leal, profesor e investigador de la UAM Xochimilco.

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