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Ratzinger en el Cubilete, santuario ultraderechistaEdgar González Ruiz |
El monumento a Cristo Rey erigido en el Cerro del Cubilete, en Guanajuato, ha sido símbolo de la lucha de la jerarquía católica por recuperar el poder terrenal que perdió durante la Reforma y la Revolución, y como lugar emblemático del activismo de los grupos ultraderechistas que cada año organizan una peregrinación a ese santuario.
Fue uno de los lugares incluidos en la visita de Joseph Ratzinger a
México pues, a decir del nuncio apostólico en México, Christophe
Pierre, “para los católicos mexicanos la imagen de Cristo Rey del
Cubilete reviste un gran valor espiritual…” (Proceso, 11 de marzo de 2012).
En realidad, la visita de Benedicto XVI, lejos de ser “espiritual”,
tuvo un tinte político y electoral, pues el 1 de julio próximo se
llevarán a cabo las elecciones federales y a principios de marzo el
Senado discutió la reforma al artículo 24 constitucional, para otorgar
amplias posibilidades de acción pública al clero.
La presencia de Ratzinger en el país refrenda el apoyo de la
jerarquía católica al Partido Acción Nacional (PAN) y al gobierno
espurio de Felipe Calderón, quien no muestra disposición de dejar el
poder.
En Guanajuato, el poco carismático papa de pasado nazi, extitular
de la Congregación para la Doctrina de la Fe (versión moderna del Santo
Oficio), se reunió con el belicoso mandatario espurio que llegó al poder
“haiga sido como haiga sido”, y que es nieto de sinarquistas (Luis Calderón Ochoa y Luis Hinojosa Murguía).
Los dos buscan destruir al Estado laico, fundamento de las libertades personales.
La historia del Cubilete
Desde 1914, Leopoldo Ruiz y Flores, quien fungía como delegado
apostólico, presentó un proyecto para “el reinado de Cristo” en México,
es decir, la lucha por un gobierno confesional. “El papa Pío X lo aprobó
y así México se consagró a Cristo Rey” (www.elporvenir.com.mx/notas.asp?nota_id=570764).
El 11 de enero de 1923, el entonces delegado apostólico Ernesto
Filippi colocó la primera piedra del monumento, razón por la que fue
expulsado del país al violar la Constitución, que en aquel tiempo
prohibía los actos de culto públicos.
Álvaro Obregón era presidente de México y Plutarco Elías Calles fungía como secretario de Gobernación.
Con gran ostentación, el obispo de León, Emeterio Valverde y Tellez
encabezaba el evento “montado en una cabalgadura que luce una mantilla
color carmesí y llevada por palafraneros”, en tanto que los peregrinos
iban a pie, cantando himnos religiosos y muchos de ellos portaban en sus
sombreros la inscripción “viva Cristo Rey”, que sería el grito de
guerra de los cristeros (Alfonso Taracena, La verdadera Revolución Mexicana (1922-1924), Porrúa, México, 1992, página 95).
La expulsión de Filippi causó revuelo y polémica en la opinión
pública; uno de los personajes que defendieron al prelado fue el primer
ministro de Italia, Benito Mussolini, quien según se supo en México, el
16 de enero, “envió instrucciones al embajador italiano en Estados
Unidos y al ministro en ésta, conde Nani de Mocenigo, para que hagan
gestiones encaminadas a obtener el respeto tanto para las ideas
católicas como para las fascistas….” (ibid, página 104).
Jerarcas católicos alegaron que el mencionado acto público no violaba las leyes porque el Cerro era propiedad privada.
El 30 de enero de 1928, el monumento fue dinamitado “por manos anónimas” (www.heraldodelbajio.com/www/columnas/columnas-locales/arstusro-aguislesra-saslaszar/18722-efemerides-religiosas-09-ene-2011.html).
Antonio Rius Facius, cronista de la Guerra Cristera y partidario de
ese bando, señala que “el 28 subieron al Cerro [del Cubilete] el
subteniente Villanueva Burgos, del 86 Regimiento de Caballería, a las
órdenes del general Daniel Sánchez y nueve hombres más, aprehendieron al
encargado de las obras y lo llevaron a Irapuato…” (Antonio Rius Facius,
Méjico cristero, Editorial Patria, México, 1960, página 363).
“El 30 de enero, en la tarde, se hicieron explotar dos bombas de
dinamita al pie del monumento provisional, que sostenía una imagen de
Jesucristo….”.
Sin embargo, en internet se han popularizado versiones inexactas de
esos hechos, que erróneamente los ubican en 1926 y los atribuyen
directamente a Plutarco Elías Calles o a Joaquín Amaro.
El 11 de diciembre de 1944, a petición del obispo Valverde, se
empezó a edificar el actual monumento sobre la cima del Cerro del
Cubilete. El arquitecto Nicolás Mariscal Piña fue el autor del proyecto
del Monumento Nacional a Cristo Rey, diseñado en 1942 y aprobado por la
Conferencia del Episcopado Mexicano, en febrero de 1943.
Alianza insólita
Originalmente el terreno donde se ubica el monumento pertenecía a
la familia Macías, de Silao, Guanajuato. José Natividad Macías Castorena
la donó al entonces obispo de León, Emeterio Valverde y Téllez.
Macías Castorena (1857-1948) nació en una de las haciendas de su
familia, en las faldas del Cubilete. El cura de Silao lo envió al
Seminario de León, “donde conoció al que después fuera obispo Emeterio
Valverde y Téllez, con quien entabló una fuerte amistad” (AM, 5 de marzo de 2012).
Luego estudió en la Escuela Nacional Preparatoria y en la Escuela
Nacional de Jurisprudencia, donde a los 37 años de edad se tituló como
abogado. Fue político y participó en la Revolución al lado de Venustiano
Carranza; durante 1915-1916 fue rector de la Universidad Nacional, así
como uno de los redactores de la Constitución de 1917 (tan odiada por
las fuerzas reaccionarias a lo largo de la historia).
Paradójicamente, fue también uno de los impulsores del Monumento
del Cerro del Cubilete, emblemático del activismo católico; el santuario
fue así producto de las incongruentes relaciones personales y políticas
de algunos hombres de la Revolución con los sectores más reaccionarios
del país.
En 2010, el diario Milenio entrevistó a un bisnieto suyo,
quien recordó que su bisabuelo luchó por la instalación de la figura de
Cristo Rey: “Dentro de su hacienda estaba contemplado el Cerro del
Cubilete. Se autorizó a petición del padre Valverde y Téllez y de un
proyecto que propuso Luis Felipe Bravo –papá de Felipe Bravo Mena–, que
se hiciera un primer monumento en tiempos de Calles” (Milenio, 8 de diciembre de 2010).
Con el tiempo, el yunquista Felipe Bravo Mena sería presidente del
PAN (1999 a 2005) y embajador de México ante El Vaticano (2005 a 2008),
cargo que hoy ocupa otro conocido ultraderechista: Federico Ling
Altamirano, quien ha reconocido que durante la reunión privada sostenida
entre Ratzinger y Calderón se habló de la reforma al artículo 24 que
pretende otorgar privilegios al clero.
La ultraderecha en el Cerro
En la década de 1970, el Cerro del Cubilete fue también escenario
de pugnas sangrientas dentro de la ultraderecha, como la que desembocó
en el asesinato, el 22 de noviembre de 1975, de Juan Bosco Rosillo y
Fernando Calvillo, integrantes de la Asociación Católica de la Juventud
Mexicana (ACJM).
El 23 de noviembre de 1975, el periódico Excélsior publicó
declaraciones de Raúl Fernández Ortega, encargado del Área de Prensa de
la ACJM, quien atribuía el crimen al grupo extremista de los Tecos.
Según versiones, que después se difundieron, este grupo en realidad quería asesinar a Ramón Plata Moreno, fundador del Yunque.
El 25 de enero de 1992, Carlos Medina Plascencia, quien por
decisión de Carlos Salinas de Gortari era gobernador interino de
Guanajuato, sorprendió a la opinión nacional al participar públicamente
en la peregrinación anual al Cerro del Cubilete, organizada por el
Movimiento Testimonio y Esperanza, que en ese tiempo presidía Marco
Antonio Adame, actual gobernador de Morelos.
En dicha ocasión, Adame dijo ante los peregrinos que Medina estaba
“en su papel y como cristiano perfecto, gobernador perfecto, hombre
perfecto”.
Después sería asesor de imagen de Medina Plascencia, quien a su vez hoy es cercano a Josefina Vázquez Mota.
Veinte años después del salinato, cuando el país está gobernado por
la derecha católica, el papa Ratzinger vino a México, pero sólo a
Guanajuato y en especial al santuario ultraderechista del Cubilete.
*Filósofo; especialista en estudios acerca de la derecha política en México
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