jueves, 8 de septiembre de 2011

Hasta siempre amiga Marcela... La Yarce

¡¡Exijamos lo Imposible!!
La Yarce


Claro que duele. Convivir nueve años en una redacción tan sui géneris como la de Contralínea no es cualquier cosa, es especial y en esta cosa especial estaba Marcela “La Yarce” que era algo así como su nombre de batalla y claro que fue de batalla, de mil batallas y es algo que no le voy a escatimar, que se entregó a nuestro proyecto.

Se pueden decir muchas cosas de Marcela. Recuerdo varias, me quedo con las buenas, las divertidas, de aquellas que hablan de su nobleza, de su ingenuidad, de sus miedos y de su valentía.

Me quedo con “La Yarce” solidaria
, aquella que junto a todos nosotros exigía el pronto rescate de Érika y de mi tocayo David Cilia atrapados en San Juan Copala, en abril de 2010. ¡Vaya experiencia! Marchamos a la Procuraduría General de la República. Al llegar, un grupo de jóvenes ya esperaba sobre Avenida Reforma. Veinte minutos más tarde, un destacamento de granaderos llegó a desalojar la vía. Hubo ataques verbales; los policías arremetieron contra los manifestantes. Marcela conciliadora intentó que los muchachos se replegaran; no lo logró. Los granaderos aventaban sus escudos. Un grupo de mujeres triquis que nos acompañaban arrancaban las plantas del camellón y las lanzaban contra los granaderos. Gritos mezclados con consignas. Corredera de señoras, fotógrafos, reporteros, manifestantes, curiosos y bueno… sálvese quien pueda. De repente, un granadero empuja a Marcela; ella, para no caerse se sujeta del escudo y corre con el objeto de plástico en las manos. Mientras tanto, yo miraba divertido la escena hasta que otro granadero me jalonea una manta que había recogido del piso y sigo trayecto de “La Yarce”. A lo lejos, una voz hizo eco: ¡Marcela suelta ese escudo, te van a meter a la cárcel! Ella, educada como era se detuvo, caminó hacia un bote de basura y allí tiro el escudo.

En la despedida a Marce hace algunos días, Claudia Villegas, compañera y amiga, no sólo describió a la mujer y periodista, también al ser humano. Escuchando sus palabras recordé algunas cosas. Cómo olvidar la manera de manejar de Marcela, que no era excelente… manejaba y punto, las vueltas de noventa grados que hacían se me enlaciara el cabello. Los viajes con ella eran necesarios para dar a conocer la revista. En las ferias de exhibición, cuando no la podía acompañar, armaba su stand parecido a los palos de golf que podían transportarse en una bolsa pequeña; la redacción bautizó el stand como “La Taquera”. Marcela al principio molesta adoptó el apodo, por lo que encada evento cargaba con su taquera. Cómo olvidar tanto. Le encantaba la navidad, llenar de adornos y foquitos multicolores la entrada de la oficina, pero más le gustaba “armar” las despensas del pueblo (la redacción); la del primer año, aquella en la que me sacaron de mi casa un domingo en la noche para ir a organizar las viandas, acomodar latas, pasteles, galletas, botellas, envolver y ponerle moño, recuerdo que siempre le daba hasta tres revisiones para que no faltara nada en cada paquete, cosa que nunca se cumplió, siempre nos fallaba alguna lata o frasco. “¿David ya tienen todas las despensa el pavo?, preguntaba ella. Entonces, me volteaba y les gritaba: a ver, al pavo que le falte su despensa que levante un ala. La escuchaba reír, con esa risa que era muy suya, su risa sincera. El gran detalle era al final, ese detalle que nos encantó siempre a todos… los chocolates, no dejaba que se cerraran los paquetes sin el puñado de chocolates, y es que era su toque, tan de ella, porque le encantaban y en navidad no podían faltar.

Esta navidad seguramente estarán nuevamente los adornos y los foquitos, y las despensas, estarán las latas y los pavos, y sobre todo los chocolates, y estoy seguro que terminaremos contando tres o cuatro veces y nos volveremos a equivocar, tal vez para no perder la costumbre de ser imperfectos, como ella, con esa imperfección que la hacía tan humana, tan ella, y que me harán siempre recordarla, porque creo que Marcela más que una persona era un personaje, y que tenía muchos amigos, creo al final de todo yo fui uno de ellos, me lo dijo, me tuvo confianza y eso yo lo agradezco. Siempre la voy a recordar porque fue parte fundamental en nuestro proyecto que quiero tanto y en donde he desarrollado para bien mi oficio, que quiero aún más. Hasta siempre a la compañera, a la amiga, a la madre, a la solidaria, a la publicista, a la reportera, hasta siempre a Marcela, hasta siempre a “La Yarce”.

Claro que duele… y mucho.

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