¡¡Exijamos lo Imposible!!
Apuntes
Por Guillermo Fabela Quiñones
Cómo enfrentar la debacle
Con la violencia en ascenso y la economía en franco declive, la clase política clama porque la sociedad cierre filas para combatir a la delincuencia organizada; por su parte, Felipe Calderón presume en la Asamblea General de la ONU que el poder de los narcotraficantes es más fuerte que el de muchos gobiernos, pero no en el caso de México. Esto a pesar de que en cinco años no ha podido derrotar a uno solo de los cárteles, como es del conocimiento público. Ante tal realidad, el cierre del año previo al de las principales elecciones federales, se vislumbra muy dramático, situación agravada por los riesgos muy evidentes de un colapso financiero mundial.
A pesar de una realidad tan espeluznante, el gobierno de facto no cede un ápice en su estrategia antidemocrática, como lo demostró con su propuesta de Presupuesto de Egresos para el año 2012, donde lo que más destaca son los recortes monstruosos a los renglones básicos para impulsar la productividad y el empleo, como son las actividades primarias y las de construcción de infraestructura. Y eso que según Calderón encabeza el “gobierno de la infraestructura”. De ahí que en pleno año electoral y de cambio en el Ejecutivo federal, el fantasma de la recesión sea el factor que más podría influir en el ánimo de los votantes.
El voto de castigo, ni siquiera Calderón lo duda, será para el PAN, sea quien sea el candidato (Josefina Vázquez Mota sería la menos castigada), por eso la contienda real será entre el PRI y la izquierda, o sea entre dos proyectos de nación. De acuerdo con la lógica más elemental, el triunfo debería ser para esta corriente, porque ofrece la única salida posible ante la crisis estructural generalizada, que será el marco en el que se llevará a cabo el proceso electoral. Pero como vivimos en México, donde nada obedece al razonamiento lógico, todo puede pasar, incluido un fraude histórico cuyo desenlace sería imposible vislumbrar.
Por lo pronto, el cierre de este año se antoja el preludio del infierno, no tanto por la violencia cada vez más dantesca, sino por la pérdida de poder adquisitivo del salario de los trabajadores y clases medias, situación que habrá de recrudecer el desánimo de la gente y una necesaria baja de la productividad en el país, sobre todo ante el contraste entre la minoría que disfruta de niveles de vida cada vez más faraónicos y la inmensa mayoría que carece de lo indispensable. Ante tal panorama, no es descabellado que la oligarquía vea como la mejor solución posible, que haya consenso entre la clase política oficial para ofrecer una solución de emergencia de corte fascista.
Romper esta vía de acceso al fascismo, absolutamente posible en las actuales circunstancias, será factible en la medida que la izquierda cierre filas en torno al proyecto democrático que garantice la derrota del neoliberalismo. Pero si al imperativo de cordura y patriotismo se impone la actitud mezquina y antidemocrática de “Los Chuchos” o su equivalente en los meses venideros, no habría nada que hacer para evitar que México se convierta en la antesala del infierno, situación semejante a la que vivió el pueblo chileno durante la dictadura de Pinochet.
En lo que resta del sexenio no habrá nada positivo que esperar de parte del gobierno de facto, sino todo lo contrario. Las cosas van a ir de mal en peor, porque Calderón no tiene claridad sobre la realidad nacional, no quiere ver que el país se está deshaciendo, no sólo por la violencia que él contribuyó a desatar con su “guerra” inútil, sino por la debacle económica que se vislumbra para el último año de su “administración”. Ahora sí puede ser cierto que la crisis que se avecina sea consecuencia de factores externos, por el colapso financiero global en puerta, el cual parece inevitable de acuerdo con los expertos del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial.
De ahí que José Antonio Meade, nuevo secretario de Hacienda, ni sude ni se acongoje por la crisis inminente, como lo dejó entrever en sus primeras declaraciones como sucesor del delfín de Calderón para la contienda por la Presidencia. Haga lo que haga, las cartas ya están echadas y lo único que queda es encomendarse a Dios para que la crisis económica no se convierta en un terremoto apocalíptico. Mientras tanto, a Calderón no le queda de otra que viajar y viajar al extranjero, para no enfrentar la realidad.
Seguirá arrojando sobre los demás las culpas de nuestra situación adversa, y asumirá una actitud muy “crítica” ante el gobierno estadounidense, al que reprochará que los cárteles mexicanos no puedan ser derrotados, cuando la realidad es que no pueden serlo porque su existencia obedece a causas estructurales concretas: el desempleo creciente entre millones de jóvenes, la pobreza y la marginación que agobia cada vez a más mexicanos, las iniquidades cada vez más cínicas de una oligarquía insensible y sin compromiso alguno con la patria.
(gmofavela2010@hotmail.com)
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