¿Quién dice cómo terminar con la inseguridad?… ¡Que alce la mano!
Álvaro Cepeda Neri
Dedicaré esta columna al presidente Felipe Calderón, salvo que Francisco Blake Mora (su empleado en Gobernación) se mande solo, ya que los permisos para establecer casas de juegos, casinos y guaridas para lavar dinero, que supuestamente sirven de entretenimiento, son federales y los permisos los extiende Blake Mora; por lo pronto, sin querer “tapar el pozo, después del niño ahogado”, voy de lleno al asunto de los precandidatos que andan sueltos y qué bueno que mutuamente se sacan los trapitos al sol (el asunto de Humberto Moreira, presidente nacional del Partido Revolucionario Institucional, hermano del que “resultó” gobernador-heredero en Coahuila, es para destituirlo de ese partido y remitirlo al ministerio público que lo consigne ante un juez penal por abuso y falsificación por concertar una deuda de más de 300 mil millones de pesos… ¿estarán en los bolsillos de los Moreira?).
Y es que todos (y todas, aunque hasta ahora sólo Josefina Vázquez Mota, presidenta de la Junta de Coordinación Política en la Cámara de Diputados mencionó “aquí estoy”, pues falta que la diputada Beatriz Paredes salga al ruedo para jefe de gobierno del Distrito Federal), quieren un cargo electoral.
Lo del terror en el casino Royale en Monterrey es otra salvajada de las delincuencias dispuestas a apoderarse del país y arrinconar a los gobiernos, secuestrar a la sociedad y crear un Estado de matones en desafío al Estado Constitucional.
Y de entre los que han puesto sobre la mesa sus propuestas y programas que como Calderón nos aseguran que acabarán con la aterradora inseguridad, sólo Manlio Fabio Beltrones, expresidente Senado de México (a quien los priístas quieren ver y oír en un debate con su adversario Enrique Peña Nieto, gobernador del Estado de México) ha dicho cómo. La primera condición es querer y poder ser un presidente de la República, y no sólo esconderse en el búnker de Los Pinos para dormir tranquilo, como Calderón, ejercer democrática y republicanamente las facultades y obligaciones para asegurar la paz pública del país.
Los precandidatos deben decirnos cómo harán para restablecer la seguridad y no sólo criticar la fallida estrategia de Calderón que nos tiene, en casi cinco años, contando los más de 50 mil homicidios, de acuerdo con cifras oficiales y el mentiroso Alejandro Poiré, secretario técnico del Consejo de Seguridad Nacional, al afirmar que ha disminuido la criminalidad. Hace tiempo debimos haber salido masivamente a las calles para advertir a los delincuentes que no estamos dispuestos a tolerar más. Y para reclamar a los gobernantes que renuncien, si no pueden.
Ahora llegó el momento de exigir renuncias y nombrar a quienes sí sepan detener la delincuencia. Las matanzas deben ser atajadas. Ni un muerto más. Estamos peor que Colombia cuando lo sitiaron las guerrillas y el narcotráfico en complicidad con el gobierno. En el nuestro los narcos se coluden con funcionarios de todos los niveles donde están implicados gobernadores, militares, policías en abierto desafío institucional y con toda la impunidad para matar.
Es necesario combatir a los delincuentes. La cuestión es cómo, y a partir de ya o los sicarios llenarán de cadáveres el país, al asesinar a más mexicanos para convertir a México en una tumba y los que sobrevivan someterlos a la delincuencia.
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