Los panistas (Fox y Calderón) inventaron lo del doble Informe
Álvaro Cepeda Neri
22 septiembre 2011
A partir de Miguel de la Madrid, cuando la oposición, sobre todo perredista, inauguró increpar duramente al “señor presidente” desde sus curules (cuando éste, siguiendo una tradición autoritariamente protagónica en cuanto el presidencialismo se afianzó, tal vez con el callismo, se presentara ante el Congreso de la Unión en pleno, para dar lectura a su informe anual). Era “el día del presidente” para rendirle un homenaje monárquico, no obstante el servilismo rastrero con que siempre era tratado ese dios-tlatoani. Y a pesar de que la Constitución indica que el presidente “presentará un informe por escrito” y, en todo caso, permanecerá durante la sesión de apertura de sesiones del Poder Legislativo Federal, como testigo mudo e, incluso, que entregado al informe debe retirarse para dejar que diputados y senadores concluyan esa sesión.
Salinas y Zedillo aguantaron los merecidos dimes y diretes (por sus abusos del poder). Por televisión los vimos ponerse morados de coraje por las impugnaciones y críticas de los diputados; gozamos de lo lindo que los vapulearan y se fueran del recinto con el hígado vertiendo bilis y su día amargado. Llegó el loquito Fox (quien pretende que Calderón se arregle con los cárteles, como en su sexenio dejaron escapar al peor azote de esa delincuencia: Joaquín Guzmán Loera, el Chapo), el mismo que se mandó hacer su museo para cuando como una momia más de Guanajuato lo exhiban con sus chucherías y las miles de bandas que mandó hacer Mart(h)a y obsequia a los dos o tres visitantes que llevan a rastras, y al no poder leer el informe en el Congreso, inventó organizar ese mismo día un evento en el Auditorio Nacional.
Con los panistas se lleva a cabo doble evento para informar. Calderón escogió el Museo de Antropología e Historia; y, ¡eureka!, por primera vez asistieron los mismo personajes del Congreso, encabezados por el peñanietista Chuayffet, el presidente (todavía) del Partido Revolucionario Institucional, Moreira, y otros personajitos como Ebrard, quien ya en público saludó a Felipe de Jesús (pues en privado y a escondidas lo hizo durante los últimos dos años, en reuniones en Los Pinos, acompañado por Manuel Camacho, quien convenció a Calderón de las alianzas con los perredistas). Así, Fox y Calderón le sacaron la vuelta a la sesión formal del Congreso, y tras enviar su informe, se van a su fiesta donde los presentes (en su mayoría panistas) escuchan una síntesis.
Calderón los usó como paño de lágrimas, con la queja de que sus “logros” (¿cuáles?… ¿10 mil homicidios por año; pobreza, bajísimos salarios, desempleo… etcétera?) fueron opacados por la inseguridad. Además, bombardeó a toda la nación con la propaganda del Quinto Informe y no han cesado sus “mensajes”. Pero es ya otro presidente del montón que superó en homicidios a Augusto Pinochet, Sadam Hussein o Muamar el Gadafi. Sus cinco años han sido una barbarie, ya que a la violencia de los delincuentes respondió con la violencia militar-policiaca. Y en medio, los mexicanos de bien asesinados en calidad de “daños colaterales”.
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