¡¡Exijamos lo Imposible!!
Explosión de gas en Pemex: PGR
Lilia Arellano
Estado de los ESTADOS
Cientos de muertos en “accidentes”
Nunca presentan a los responsables
Opacidad total del manejo económico
Sindicato y contratistas los cómplices
Gran escándalo en el futbol europeo
“En la tragedia sólo conmueve lo verosímil”.- Racine
Pasadas las 21 horas de este lunes, el procurador general de la
República, Jesús Murillo Karam, informó que la explosión en las
instalaciones de Pemex, que dejó 37 muertos, se debió a la acumulación
de gas en el sótano del edificio B 2. En conferencia de prensa conjunta
con los titulares de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, y de
Petróleos Mexicanos, Emilio Lozoya, el funcionario se refirió a los
resultados de los peritajes realizados por peritos de la PGR, de la
Secretaría de la Defensa Nacional, de la Secretaría de Marina, de la
UNAM y del Instituto Politécnico Nacional y descartó la utilización de
materiales explosivos en la zona afectada, además de confirmar que en
las estructuras dañadas no existen rastros de fuego.
Aunque no se aclaró cabalmente cómo o de dónde se filtró y acumuló el
gas, dijo que los “peritos determinaron que fue una explosión difusa,
lenta, horizontal y perfectamente definida; no existe en la zona
afectada un cráter; las vigas de acero no se fracturaron; los cuerpos no
presentan desmembramiento y sólo los cuerpos del sótano presentan
quemaduras, ninguna víctima presenta lesiones en los oídos”, dijo
Murillo Karam, quien agregó que una segunda parte de los resultados de
las investigaciones, arrojará datos sobre posibles responsabilidades.
Así de escueta fue la información del gobierno federal, que no aclara
todos los detalles que provocó la explosión en las oficinas
administrativas de la principal paraestatal del país y que pareciera que
más que llevar luz sobre el asunto, pretende cerrar rápidamente este
expediente. Para completar este escenario, los servidores públicos no
respondieron a las preguntas e inquietudes de los reporteros que
cubrieron la conferencia.
Para los funcionarios de la nueva época, sin importar a qué partido
pertenezcan o la coalición que les permitió alcanzar el poder, los
primeros 100 días eran los considerados como de luna de miel, de ir
desenredando la madeja que construyeron con sus promesas de campaña. Ese
tiempo, también era de una suerte de dispensa por el aprendizaje cuando
se empezaban a detectar errores. El mandato de Enrique Peña Nieto no ha
resistido ni siquiera ese inicio, el de apenas si un tiempo prudente de
más de tres meses. La luna de miel terminó ya a causa de la falta de
seriedad, de la utilización sin la menor discreción y sí con grandes
montajes, con escenarios que ya el ciudadano detecta de inmediato y por
la falta de respeto a las leyes, a la división de poderes, por la no
aparición del estado de derecho prometido, una y otra vez, por toda la
parafernalia, por todo lo mediático.
En líneas anteriores señalamos la oportuna intervención de los vecinos
de la colonia Anáhuac en el rescate de víctimas de la explosión ocurrida
en el edificio B 2 del complejo administrativo de Pemex. Una y otra vez
se han dedicado las televisoras a referir las visitas del titular de
Gobernación y del de la PGR al lugar siniestrado y, sin embargo, han
transcurrido cinco días y no se tiene un informe claro sobre lo
ocurrido, sus orígenes y menos aún tienen ni la más remota idea de cómo
pudieron introducirse a ese inmueble sustancias o productos que causaran
la explosión. Allá se les ve en sus recorridos de gran inutilidad. Y
los montajes no cesaron y fueron claramente vistos desde el momento en
el que, por pose, el mexiquense decreta tres días de luto nacional para,
enseguida, abordar el avión que es de la familia presidencial y lo
pagamos todos con nuestros impuestos, rumbo a una playa, para disfrutar
del puente.
Obviamente que los analistas que consideran que todo lo que hace el
gobierno, trátese del partido que se trate y sea quien sea el que lo
encabece o represente, está bien hecho, no han dicho ni media palabra
sobre el asunto, aunque sí le reportaron al mexiquense la reacción en
cadena que provocó su viaje y regresó rápidamente para lucirse en otra
visita a la zona del siniestro, otra vez sin ninguna protección, sin
casco, dando muestras de la ignorancia y prepotencia que lo acompaña,
porque solamente no conociendo ni un ápice de lo que significa la
seguridad es que puede caminarse entre escombros sin llevar el casco y
algún blindaje corporal o bien cuando se considera un ser superior al
que nada puede lastimarle.
También se nota que no recibe ninguna recomendación del Estado Mayor, de
quien no creemos que pase por alto ese tipo de situaciones, o sea el
“jefe soy yo” y de ahí que, de nuevo el telechurro se hiciera a través
de una cuenta de twitter en la que sostuvo que por respeto no iba a ver a
la víctimas a los hospitales, ya que era muy noche. ¿Qué, no sabe que
los familiares, que los heridos, que los compañeros de trabajo estaban
tan consternados que nunca tomaron en cuenta los horarios? ¿O sea que
para realizar este tipo de labor hay tiempos, horas laborales, que se
requiere o cuando es el momento? De viva voz, los familiares de las
víctimas han estado dando muestras de agradecimiento a todos los que
ayudaron en los rescates y no se ve que estos vayan dirigidos a las
autoridades.
Es más, son ya demasiadas las referencias que se hacen respecto a la
presión que vienen ejerciendo los medios de prensa escrita para que se
continúen las labores de rescate, para que se dieran a conocer los
nombres de los desaparecidos y obligar a que se mantuvieran atentos a la
localización ya de restos, porque no había esperanzas de más
sobrevivientes dado el tiempo transcurrido. De no ser por la publicación
de todas las denuncias hubiesen instalado, como en el terremoto, las
grúas y las palas para recoger escombros y cuerpos sin el menor recato. Y
es que a cada reporte de un muerto, más se cimbran los días de mandato
de Peña Nieto. El número actual que alcanza ya a los 37 supera en más
del doble el cálculo que Miguel Ángel Osorio Chong realizó en sus
primeras apariciones ante las televisoras, que no ante los medios de
comunicación, ya que fueron selectivos al momento de permitir la
entrada.
También le revelamos el fin de semana, que había mucha inconformidad en
las zonas aledañas a la Torre de Pemex porque se presentaban a los
edificios de vivienda, a oficinas e incluso a las casas a revisar, a
dizque hacer un recorrido para checar que no hubiese daños. Una y otra
vez, les señalaron que la explosión fue en ese edificio y nada más, que
escucharon el ruido pero no se sintió nada. Sin embargo, insistieron y
ahora el jefe de gobierno del DF, Miguel Ángel Mancera, informa que los
de Protección Civil inspeccionaron 300 edificios aledaños al lugar y que
no encontraron ninguna afectación. Lo cierto es que al deslindarse de
la investigación porque quedó en manos de las autoridades federales, lo
que han pretendido es limpiarse por la acción emprendida que nada tiene
que ver con lo que en el fondo pretendían: una labor de inteligencia,
bajo la presunción de grupos desestabilizadores que tuvieran en el área
su centro de operaciones.
Nada que tenga que ver con la transparencia, ni aún en medio de la
tragedia, se hizo para Petróleos Mexicanos. Nunca se ha revelado con
exactitud el número de barriles que se extraen, los que se exportan, los
que regresan convertidos en diferentes combustibles, el destino del
dinero de los excedentes en los precios, en compras que superan las
también presupuestadas anualmente, el costo de cada obra, de las
asignaciones, el nombre de las empresas con las que se han firmado los
contratos múltiples, el costo final y el tipo de operación con el que se
adquieren o se rentan los buques-tanque. Lo que se refiere a la venta y
distribución de gasolinas, lo que se ingresa por los desperdicios de
todo tipo, las adjudicaciones de todo tipo de contratación, los números
con el Sindicato. Petróleos Mexicanos tiene una inmensa fortuna en su
manejo de la cual no se conoce nada, absolutamente nada.
Es, pues, otro montaje ese de las cuentas para los Estados, para los
municipios, porque para el gobierno federal, para esta que es de las dos
paraestatales la más importantes, la opacidad reina y con ella la
corrupción, el saqueo, la disposición de unos cuántos de todo lo que se
produce explotando el patrimonio de los mexicanos. Ahora con este
accidente, con todos los que han ocurrido en los últimos tiempos, a
partir de aquel en Campeche de las mandarinas, los de las plataformas,
la explosión de los ductos y todas aquellas en las que han revelado que
es la falta de mantenimiento, la nula inversión que hacen en
instalaciones lo que ha provocado tantos accidentes, cada vez hacen
crecer más este tipo de argumentos con el fin de darle cuerpo, de crear
la necesidad de privatizar Pemex. Y, de todos los “accidentes”, ¿cuántos
contratistas están en la cárcel? ¿A quién han responsabilizado?
¿Cuántas conciencias de familias han acallado con amenazas de muerte?
Si en verdad el gobierno priísta que se inicia quisiera poner las cosas
en blanco y negro y llegar a recobrar la confianza de los ciudadanos,
tendría que comenzar por aprovechar esta tragedia para dar la vuelta
completa a lo que ha venido ocurriendo en Pemex, por transparentar todos
y cada uno de los renglones de su operación. Y a eso no parecen tan
dispuestos, como tampoco lo están, para dar a conocer la verdad sobre
esta explosión con todo y que los diputados estén al punto de exigir la
comparecencia, tanto del director de la paraestatal, como del titular de
Energía, y habrá que tener muy presente que ni uno ni otro tienen
experiencia en el ramo, por lo que todo lo que les puedan reportar
tendrán que creerlo a pie juntillas. Ni siquiera cuentan, entre sus
cercanos, con expertos en la materia.
Por lo pronto, el fantasma de aprovechar la tragedia para urgir la
reforma energética ya deambula plácidamente en todos los foros, de ahí
que el PRD lanzara su campaña de defensa del petróleo y de rechazo a la
imposición del IVA en alimentos y medicinas. Y de que existan culpables
que estén dentro del gobierno, que trabajen con ellos, que se exhiban
las complicidades, de eso no hay que esperar nada, ni en los primeros ni
en los últimos 100 días de gobierno ni de Peña Nieto ni de ningún otro
cuyo ascenso al poder esté plagado de interrogantes.
DE POLITICOS
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