¡¡Exijamos lo Imposible!!
Por Esto!
Los mismos repetidos errores…
María Teresa Jardí
Una farsa la de la “seguridad” en marcha para los mexicanos. El combate a
la violencia empieza en el combate a la impunidad desde el más alto de
los mandos. Dos Méxicos. Muchos más, sin duda, son los Méxicos que
coexisten en el territorio de lo que todavía lleva por nombre oficial el
de Estados Unidos Mexicanos. Pero dos de manera clara se busca volver a
forjar, a pesar del fracaso que la violencia apoderada de Chihuahua y
Tamaulipas y Nuevo León se exhibe. Dos Méxicos como decisión de los que
“mandan”. Dos países en un mismo territorio habitado por personas que
comparten las mismas raíces. Una mezcla inacabada de pueblos indios que
se niegan al mestizaje y de criollos que se sienten por encima de los
indios. Siglos tirados a la basura a base de no querer comprender la
grandeza que el reconocimiento de la pluri-identidad trae consigo.
Crecimiento atajado por los que el poder “ejercen”. Porque un pueblo
orgulloso y crítico de sus orígenes no es fácil de dominar y es muy
difícil que se conforme con el destino que le impongan por otros a ese
pueblo, orgulloso de sus raíces. A base, incluso, de convertir al delito
en regla y al crimen en forma disfrazada de aplicación para los pobres
de la pena de muerte. Pena de muerte que en la letra de la constitución
se prohíbe. Asesinada también la Constitución a base de reformas para
convertirla en “perfectible”. Ejecutada como el resto del entramado
jurídico como manera de garantizar la imperfección de un Estado que ha
renunciado de manera voluntaria por parte de la mafia que controla el
poder a la soberanía de la nación. Entramado perfectible a manera
también de lograr el desarme ético de todas las instituciones que en
México han dejado de cumplir incluso con la función de parecer que son
creíbles.
De nuevo presente la apuesta a un Norte al estilo yanqui. Al estilo del
país vecino sin tanta pobreza visible. De un Norte donde la pobreza se
esconda y combata con la aplicación de la miseria como la pena de muerte
embozada para desaparecer a los rarámuris. Pena de muerte que se
seguirá aplicando en las colonias marginales contra las mujeres y los
hombres y las niñas y los ancianos. Norte fomentador del juego como
adicción necesaria para el desfogue de la vida que en miserable se torna
cuando se acaba con la ilusión que proporciona la lucha por la
construcción de un mundo mejor. Lucha por la construcción de un mundo
incluyente que obliga al ser humano a convertirse cada día en una mejor
persona. Un Norte “seguro” a punta de metralla, escondiendo las cifras
reales de la limpia de personas que las familias mafiosas como regla de
ejercicio del poder en México se aplica desde la llegada de los
neoliberales. Neoliberales que no dejan de ser ratas también de
laboratorio. Ratas domesticadas por los yanquis a modo de la expansión
que busca el imperialismo. Ratas que han convertido a México en
laboratorio de la perversidad descarada del capitalismo aplicado aquí ya
sin anestesia. Laboratorio exportador para Iberoamérica, nunca mejor
empleada la palabra, lo mismo a España que buscando de manera
desesperada expandirse hasta el más remoto lugar del Cono Sur del
continente Latinoamericano. Norte donde Peña ofrece “seguridad” al
estilo yanqui. Mientras se deja abandonado de nuevo al Sur a su suerte.
Una vieja propuesta de Salinas que con Peña sigue vigente. Primero el
Norte para que luego al Sur le toquen las migajas de lo que sobre. Una
propuesta estúpida más. Amén de insensata incluso porque ha quedado
demostrado que así no se resuelven las cosas. O se dan pasos de manera
integral para propiciar un cambio que debe iniciar, necesariamente, por
el barrido del entramado de la corrupción protegida por la impunidad
como regla o Peña y el PRI pueden empezar a verse retratados en el PAN y
en Calderón como el futuro que van a tener que enfrentar en seis años
en peores condiciones todavía, porque el deterioro imparable será mucho
mayor.
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