¡¡Exijamos lo Imposible!!
Por Esto!
El mísero papel de los medios
Darío Ramírez
La
explosión en Pemex vuelve a poner de relieve la importancia de la
información oportuna y veraz en momentos de crisis. La población
necesita saber qué pasó, cómo pasó, por qué paso, dónde pasó. Ante una
crisis como la que se suscitó en Pemex, hay dos actores fundamentales
para cumplir con la tarea de informar: los medios de comunicación y las
autoridades. La responsabilidad de las autoridades (y ojo que señalo la
responsabilidad) es dar toda la mayor información posible para el
consumo de la sociedad. El principio de la información pública es que
pertenece a la sociedad, no a las autoridades. Sin embargo, son éstas
quienes administran la información. La tentación gubernamental de
controlar la información es innata al poder. Sería falso afirmar que
está dentro de sus intereses que se sepa toda la verdad. Dejarán ver un
ángulo de la verdad.
Los responsables de inquirir a las autoridades sobre la verdad que ponen
sobre la mesa son los medios de comunicación. De acuerdo a su
naturaleza e independencia, los medios buscarán información que logre
arrojar más información para comprender la otra verdad que no se
muestra. La labor del periodismo no es aceptar como verdad la
información gubernamental. Las malas prácticas de nuestros medios nos
han orillado a pensar que su labor social se ha reducido a simplemente
reproducir el discurso oficial. Estamos faltos de periodistas que
inquieran a las autoridades, que les hagan preguntas tan incómodas que
obliguen a las autoridades a mostrar más de la verdad oculta.
La conferencia de prensa en Pemex fue, sinceramente, un hecho triste
para nuestro periodismo contemporáneo. Las preguntas de los reporteros,
que deberían de ser sus armas más precisas, caían en lugares comunes y
resultaban cómodas para el espectáculo montado por las autoridades.
Reporteros sin preguntas, vaya triste realidad. La búsqueda de más
información, de obtener elementos que pongan en entredicho la verdad
oficial es trabajo diario de los periodistas. Recoger las piezas que
ayuden a formar una verdad periodística plausible que ayude a
deconstruir la verdad real. Para esa búsqueda de información es
necesario, o mejor dicho, indispensable, la independencia ante las
autoridades. Ningún amigo auscultará a ningún amigo.
La premisa para la búsqueda de información es no creerle a nadie, y
mucho menos a la información oficial. La crisis derivada de la explosión
en Pemex volvió a ser un amable recordatorio de las graves carencias de
nuestros medios de comunicación. Algunas de ellas: complicidad entre
los intereses gubernamentales y los editoriales con el afán de
dividendos metaperiodísticos como contratos comerciales; falta de
profesionalismo de reporteros y editores en diversos medios relevantes;
falta de profundidad en la información que satisfaga el derecho a saber
de la sociedad; reinante cultura de la opacidad en el ámbito público que
dificulta la obtención de información de interés público para la
elaboración de noticias; empresas informativas que ostentan un monopolio
informático; ausencia de modelos comerciales que permitan la
consolidación de medios alternativos e independientes como fuentes
alternativas de información para las audiencias; falta de procesos de
transparencia editorial en los medios de comunicación. La refundación
del periodismo es imperativa.
Esto no quiere decir que no existan buenos periodistas en México, al
contrario, me jacto de conocer a muchos de ellos. Pero sí apunta a la
idea de que el sistema informativo (autoridades, empresas informativas y
periodistas) debe de cambiar de manera radical. Siendo honesto esto es
muy poco probable, y no porque sea mala idea o una barbaridad
proponerlo. Sino porque el sistema informativo que hoy tenemos mantiene
importantes cimientos de nuestro régimen político que los que ostentan
el poder no quieren cambiar. Después de la alternancia del poder en el
año 2000, uno de los ámbitos que menos se movió, que menos se reformó,
que a muchas personas se les olvidó fue en el ámbito de los medios de
comunicación. Los aires democráticos no llegaron a remover y desterrar
las viejas prácticas periodísticas ni las mañas de las empresas
informativas con las autoridades. Cambiaron las autoridades, menos
autoritarismo, pero se refundó la relación entre el poder y los medios
de comunicación.
Las perniciosas prácticas de complicidad, chantajes, castigos siguen
siendo una dolorosa realidad. Muchos podrán pensar que es imposible
cambiar esta añeja realidad. Yo soy de los que piensan lo contrario. Soy
de los que ve jóvenes periodistas con ganas renovadas. Soy de los que
ve que la tecnología está haciendo que las prácticas periodísticas
cambien. Soy de los que ve ímpetus de mejorar dentro grupos de
reporteros. Soy de los que cree que las audiencias pueden volverse más
exigentes con sus medios. Soy de los que creen que la transparencia
dentro de los medios debe de ser una exigencia.
(SIN EMBARGO.MX)
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