martes, 5 de febrero de 2013

Lo mandan de vaca pa'q' no fuera a regarla

¡¡Exijamos lo Imposible!! 
Por Esto!
¿Por qué tanta sorpresa?
Ricardo Andrade Jardí

¿Por qué tanta sorpresa con el hecho de que el “señor presidente” del fraude MONEX, se fuera de vacaciones el mismo día del presumible atentado o negligencia laboral en las oficinas administrativas de PEMEX? ¿Por qué habría que esperar una reacción diferente de un mal actor de la telebasura mexicana? ¿Por qué esperar que un analfabeta funcional que es incapaz de recordar el título de tres libros que pudiera haber leído a lo largo de su vidalo que sabemos que no logró hacerreaccionara de manera más digna? Porqué, pues, tanta sorpresa por el hecho de que unas horas después de la explosión de PEMEX, acontecida el jueves 31 de enero, el candidato y ahora “presidente” impuesto por Televisa y Soriana, una vez absueltos, él y su partido, en el país de la impunidad, de la incapacidad de explicar de manera verosímil si los millones de dineros utilizados para comprar el voto del hambre y la ignorancia son dinero lícito, lo que la falta de explicación creíble abre la especulación de que ese dinero es todo menos lícito, aunque el IFE intente hacer legal el hecho de que en esta “democracia mexicana” no es la voluntad popular la que decide como no sucede por otro lado en ninguna democracia burguesa del planeta por más espejismos que nos vendan al respectoquién nos saquea y nos roba..., perdón quién no (des)gobierna, sino el que más dinero derrama, en este caso la telecracia, quien además nos impone los destinos que debe asumir el país, gracias a una inmensa mayoría de teleadictos incapaces de imaginar la vida sin los melodramas y los culebrones que Azcárraga y Salinas Pliego nos venden como la única verdad en la que podemos creer.

Así las cosas, que cause sorpresa que el niño Televisa saliera de puente el día mismo de la explosión no cabe. No cabe porque, entre otras cosas, lo que debería ser una sorpresa es que un sujeto, hecho a imagen y semejanza de la telecracia para ser impuesto, entre otros, por ese poder fáctico como “nuestro presidente”, además se comportara como un estadista. Lo que no sucederá nunca.

Para ser estadista se requiere, entre otras cosas como dignidad y ética, de un mínimo de preparación elemental. Lo que es evidente el señor Peña Nieto no tiene ni tendrá jamás. Como no la tiene ya una buena parte de la mal llamada clase política mexicana, por eso, como afirman los bufones de “El Cardenal”, de Pavlovsky: “...No deja de ser curioso que un país con una mayoría de gente inteligente siga siendo gobernado por un grupo de idiotas, no deja de ser curioso, aunque si vemos cómo está la educación y quiénes están detrás de ella, podemos comprender, mas no justificar, porque los talentosos cierran los ojos a la realidad y bajan su nivel para entretener a los imbéciles corruptos embriagados de poder y éstos, a su vez, recompensan a los talentosos cada vez más idiotizados con becas del sistema nacional y cargos más prestigiosos. No hay sorpresa...”

Peña Nieto hizo lo que su capacidad intelectual, que no destaca más allá de la imbecilidad, le permitió comprender y se fue de paseo con su familia. Muchos, afirmarán, para justificarlo, que es porque se trata de un buen jefe de familia, de alguien comprometido con su familia y materia vomitiva similar llenará la programación basura de la telecracia; prianistas cínicos evadirán la respuesta y los más siniestros, quizás por ser tan imbéciles como el presidente de la telecracia con la capacidad de tomar decisiones que nos afectarán a todos los mexicanos, argumentarán las mismas huevadas que el guión de la telecracia les imponga.

En tanto la realidad sigue su curso: El IFE legaliza la compra de voluntades con dinero de dudosísima procedencia, en tanto la Corte de la Injusticia Nacional se somete a la voluntad patronal y asesta un golpe brutal y mortal en contra los más elementales derechos de los trabajadores del país. Un golpe particularmente dado a los electrisistas del país, al tiempo que el debate sobre la soberanía petrolera se ve ensombrecido con la conveniente explosión en las oficinas de PEMEX, pretexto que el terrorismo de Estado utilizará para que la telecracia e intelectuales orgánicos nos “convenzan” a todos los sometidos ciudadanos mexicanos, de las virtudes de privatizar la extracción, explotación y comercialización del petróleo... Y para cuando despertemos de esta pesadilla, descubriremos que aquella república libre y soberana que otros hombres y mujeres iguales a nosotros, en otros tiempos no muy distintos a los de hoy, quisieron otorgarnos, no es ya más que una “nación” dependiente del más siniestro imperio del que la humanidad tenga memoria: la hamburcolademocracia de mercado (neoliberalismo transnacional).

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