¡¡Exijamos lo Imposible!!
Por Esto!
El petróleo nuestro de todos los años
Gerardo Fernández Casanova
III
Continúo con la enumeración de los “avances tecnocráticos” en PEMEX:
5.- Sindicato.- Lázaro Cárdenas decretó la expropiación petrolera, pero
quienes dieron la lucha y se jugaron la vida fueron los trabajadores, en
una época de guardias blancas y pistoleros al servicio de las empresas;
también fueron los trabajadores quienes mantuvieron en operación las
instalaciones expropiadas, incluso se hicieron cargo de la
administración inicial. Esto explica la condición sui generis de la
relación entre el sindicato y el estado patrón durante cincuenta años
(1938-88). Durante todo ese periodo el sindicato fue también garante del
carácter nacional y estatal de la empresa; el desmantelamiento
emprendido por Salinas tuvo que pasar primero por el encarcelamiento de
Joaquín Hernández Galicia “La Quina” y la intervención al sindicato para
imponer líderes a modo que fueran anuentes al proceso de privatización.
Guzmán Camacho y Romero Dechamps han respondido fielmente al diseño
desmantelador que adoptó el régimen. Si bien nunca fue ejemplo de
democracia ni de honestidad, el sindicato de los últimos 30 años ha sido
campeón en materia de antidemocracia, corrupción y férreo control de
los trabajadores. En 2001 Fox estuvo muy cerca de sanear esta situación
cuando los dirigentes del sindicato fueron indiciados penalmente por el
desvío de más de mil millones de pesos de PEMEX a la campaña de
Labastida (caso Pemexgate); Dechamps amenazó con la huelga aprovechando
la coincidencia de una revisión salarial y Fox, no obstante contar con
el apoyo de la mayoría de los trabajadores y de las organizaciones
disidentes, dio marcha atrás y en la sección instructora de la Cámara de
Diputados donde se procesaba el desafuero (eran legisladores con fuero)
el PAN se sometió al PRI votando contra la propuesta del PRD, con lo
que imperó la impunidad y se mantuvo el régimen de corrupción sindical.
Hoy, con el “nuevo PRI”, Romero Dechamps es nuevamente senador y
garantiza la anuencia sindical a los afanes privatizadores, siempre con
el aval de la Secretaría del Trabajo a las trapacerías que lo mantienen
al frente del sindicato.
6.- Burocracia.- Otra forma de manifestación de la debacle a que se ha
querido someter a la paraestatal es el desaforado crecimiento de la alta
burocracia. Con el seccionamiento de la empresa se multiplicó por
cuatro el personal administrativo; profesionistas egresados de
universidades privadas y con estudios de postgrado en el extranjero, con
sueldos competitivos en el mercado de las empresas transnacionales para
realizar tareas que son subcontratadas. Así se crea una numerosa
burocracia de cuello blanco cara e inútil que, además, considera que el
hecho de hacer negocios particulares no es corrupción sino capacidad
competitiva. Priva el criterio empresarial comenzando desde la Dirección
General, con el caso paradigmático del Ing. Muñoz Leos (por cierto el
único ingeniero químico que ha dirigido la empresa) cuyo antecedente
profesional es que fue director de la sucursal de Dupont en México:
imposible esperar una actuación que privilegie los intereses nacionales
con tal curriculum.
7.- Por último, y como factor común de los “avances tecnocráticos”, la
corrupción desmedida. Cuatro administraciones sexenales, más la que
comienza, se han caracterizado por su aversión a la empresa pública en
general y en particular a la petrolera; todos han intentado su
privatización; al no lograrlo han buscado desmantelarla y corromperla
hasta el hartazgo: se aplican criterios artificiales de rentabilidad y,
por ejemplo, se dispone el cierre de pozos “no rentables”, se vende como
chatarra el equipo y, luego, se concesionan a particulares para su
aprovechamiento.
Pero, con todo y tanta trapacería, PEMEX sigue siendo el soporte de la
economía mexicana y el reducto de la esperanza de recuperación nacional.
Atender a la corrección de sus deficiencias y a su modernización
implica reconocer las causas y proveer a la recuperación de las
condiciones que fueron exitosas en su historia. La participación de
empresas particulares, así fuesen mexicanas, sólo agregará nuevos
factores de distorsión. La solución pasa por recuperar la riqueza de su
experiencia acumulada en hombres y mujeres comprometidos con México y
con la empresa nacional.
La defensa del carácter estatal y nacional de PEMEX es un deber patriótico. (Continuará).
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