Hugo Carbajal Aguilar
-O sobre la “cultura” priísta…
-O sobre cómo traicionar principios sin perder el negocio…
Si bien recuerdo el Partido Revolucionario Institucional proponía como ejes fundamentales de su quehacer político el Nacionalismo Revolucionario y la Justicia Social, así, con mayúsculas. Ese lema le hizo llamarse Partido de la Revolución Mexicana, Partido Nacional Revolucionario y ahora de la Revolución Institucionalizada. Le obligó pues a conservar la R, la R sí, de Revolucionario. Y aquí nuestra primera pregunta: ¿Dónde quedó ese apelativo ahora que vemos a ese partido entregado de lleno al Capital extranjero?
Como también puedo saberlo el PRI cuenta con gente ilustre, cultivada en aulas universitarias nacionales y extranjeras; de prosapia y de alcurnia reconocidas; en las que el saber académico, la investigación, la docencia y la difusión de esos sus saberes son actividades permanentes que les dan lustre, así que deberíamos confiar en toda esa sabiduría acumulada que bien podría seguramente dirigir los destinos de esta agobiada nación.
Hay de todo: economistas, politólogos, científicos sociales con doctorado en alguna especialidad, historiadores. Y todos estos diplomas, enmarcados y colocados en toda una pared -desde el que acredita haber tocado el tamborcito en el kínder hasta el último diplomado en Ciencias Ocultas y lucha de clases de la Universidad de Timbuctú- no parecen certificar en quienes los ostentan algunas virtudes auténticamente universitarias basadas en el método científico: la Objetividad, la Racionalidad.
Bien lo decía Iván Illich: No confundamos Diploma con Conocimiento.
Porque, si bien observa usted, estos intelectuales priístas no son objetivos. ¿En qué consiste (dada la trayectoria revolucionaria de ese partido, su origen político, sus postulados principales) su complicidad con el régimen actual? ¿Por qué se muestra tan conforme, tan de acuerdo con él? ¿No implica esta actitud una traición a sus principios? ¿O los principios son cosas que bien pueden hacerse a un lado cuando estorban para los intereses mezquinos? Ya ven a Aguilar Camín, todo un doctor en Historia prestando argumentos absolutamente inválidos para defender a Peña Nieto y Televisa, descalificando, es más, ninguneando a Jenaro Villamil y la revista Proceso que denunciaron esa enfermiza relación cómplice.
En cuanto al neoliberalismo, modelo económico que contradice los postulados de la Revolución y los principios constitucionales, ¿no encontraremos un solo priísta de cepa, que se muestre capaz con toda su lucidez mental, su prosapia intelectual, su trayectoria partidista, su experiencia académica de investigación y docencia, de percibir y denunciar el desastre socioeconómico, político y cultural, el desastre estructural que nos ha generado ese modelito impuesto gracias al “Consenso” de Washington? ¿Tan grave es su ceguera que se empeñan en defender este modelito? ¿No llama su atención, no les cuestiona, no les provoca cierta angustia metafísica intelectual el advertir la hambruna, la miseria en que se debaten millones de familias con una ignominiosa supervivencia? Los principios que le dieron origen a su partido se contraponen histórica y política, económica y culturalmente a este sistema de mercado total. ¿No lo sabían? ¿Nunca lo han sabido?
Nada de esto es importante para ellos. Lo verdaderamente importante es hacer carrera dentro de su instituto político y para ello asumen algunas sobadas actitudes. Procuran ser fieles subordinados ante su inmediato superior. Se muestran absolutamente serviles, obsecuentes y sumisos. Si llegan a ocupar un puesto gracias a su “disciplina” buscan, desde el primer día, el siguiente olvidando sus propias tareas que les han sido encomendadas para los próximos 3 ó 6 años, según sea el caso. Nunca se equivocan. Jamás escuchará decir a uno de ellos: “me equivoqué”. Este individuo siempre vivirá en la creencia, en “su” creencia de que tomó las mejores decisiones. Ejemplo paradigmático es Díaz Ordaz justificando su sangrienta represión, aplaudido por sus alicuijes de entonces, y el mismo Peña Nieto justificando también –con toda arrogancia- las violaciones, las torturas y los crímenes cometidos por sus policías en Atenco. Y esa es su siguiente característica que los pinta de cuerpo entero: su arrogancia. Nunca han sabido que esa actitud es una máscara del miedo.
Ergo, la objetividad, la autocrítica, la mínima racionalidad no existe. Busque Ud. un priísta auténtico y se encontrará con un fanático. La lealtad a su partido es mayor que la que debe a su patria. ¿O, alguna vez ha escuchado a un priísta hacer una crítica a Salinas de Gortari en relación con la venta de empresas paraestatales? ¿O con relación a la aplicación del modelo neoliberal? ¿O con la traición que hizo este usurpador a los principios de su propio partido? ¿Alguna crítica a Zedillo y la venta de los ferrocarriles así como su intento de vender la energía eléctrica? ¡No, por Dios! ¿Alguna leve insinuación de crítica al sangriento régimen de Díaz Ordaz? ¿Algún pequeño, sutil intento de crítica a Peña Nieto por lo de Atenco?
¿No hay un solo priísta, de entre millones que son, que le enmiende la plana a su candidato –electo mediante el chantaje y el abuso- cuando éste habla de privatizar el petróleo? ¿Están de acuerdo en privatizar todos los recursos naturales y energéticos del país? ¿En qué se distingue su “proyecto económico” del panista?
Y ahora, con la reforma laboral que pretende desconocer derechos conquistados, cumplen en todo y por todo con las drásticas medidas que les ha impuesto el FMI cuyas perversas intenciones continúan con los siguientes objetivos:
1. Aniquilar lo que queda del Estado de Bienestar, es decir, que el Estado venda todo lo que queda a las empresas privadas y, si son extranjeras, mejor, incluyendo la salud y la educación.
2. En consecuencia acelerar los procesos de privatización. De ahí la prisa de EEUU, Inglaterra y otros por felicitar al presunto ganador. Ya habían escuchado ellos de su propia boca el propósito de vender Pemex. El mismo Peña Nieto fue de mercachifle a promover esa oferta.
3. Destruir los sistemas de jubilación.
4. Flexibilizar el mercado laboral quitando las conquistas sindicales. En la práctica las violaciones a los derechos ya se efectúan: Wal Mart no admite sindicatos, Famsa y Coppel no pagan salarios, ni siquiera mínimos (se trabaja por comisión), algunas gasolinerías durante todo un año sólo “permiten” a sus despachadores quedarse con las propinas. Las empresas outsourcing proliferan.
Parece, con este escenario, que a los trabajadores no nos queda más que asumir una actitud de defensa. Defensa por lo pronto del cumplimiento de la Constitución. Que se cumpla –por ejemplo- el Art. 25 que señala al estado como eje rector de la Economía del país. Los artículos 27 y 28 en cuanto a la defensa y el aprovechamiento de los recursos naturales. Cumplir a cabalidad con el Art. 3º que defiende la educación pública y define la democracia no sólo como el momento electoral sino como un sistema de vida, es decir, como la participación efectiva del pueblo en las decisiones económicas, políticas y culturales.
Y si la política es, como dicen, diálogo, discusión, toma de acuerdos, bien podríamos apelar a algunas mentes lúcidas y coherentes que se arriesguen a ver más allá de sus limitados intereses. El Partido no es, no debe ser el objetivo por el que hay que ofrendar toda clase de sacrificios. El Partido es un medio, una herramienta para la transformación social de este nuestro angustiado país. Por salud mental, por salud pública asumamos los riesgos que se aproximan. La nación lo merece… y con urgencia.
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