Sinembargo
AMLO ha muerto
“La apuesta del candidato perdedor [Andrés Manuel] López Obrador es mantener un conflicto artificial que le permita prolongar su agonizante carrera política”.
Van dos datos, simple matemática:
Uno: López Obrador superó los 14 millones 756,350 votos de la elección anterior y logró 778,767 sufragios más en 2012, para alcanzar los 15 millones 535,117 en los que se cerró el PREP.
Dos: La suma de votos de López Obrador en su carrera “agonizante” es mayor que la de casi cualquier político mexicano en activo –incluyendo a los priistas– y la más alta, en la historia, para un dirigente de izquierda. Desde su primera elección hasta hoy, en números redondos, suma unos 40 millones de votos. Sólo en 6 años, los peores de su carrera (dos veces se le ha negado la presidencia de la República) ha acumulado, más o menos, unos 30 millones de votos.
La “carrera agonizante” de López Obrador obliga, a diario, a que la dirigencia nacional del PRI salga a dar una o dos conferencias de prensa o a que emita uno o dos comunicados. A diario.
Y ese individuo de “agonizante carrera”, que muchos califican como un líder mesiánico y otros como un político con demasiada buena voluntad, es el mismo que de 2000 a la fecha convirtió a la izquierda en una opción de gobierno nacional. No fue Cuauhtémoc Cárdenas, a pesar de todo el trabajo que hizo para darle coherencia a la izquierda mexicana. Fue López Obrador.
Podrán decir que AMLO ha muerto, pero sería más inteligente que el PRI pensara que no ha muerto para que no desestime en su estrategia defenderse de este “zombie agonizante” que, caray, cómo le ha dado lata a sus adversarios durante décadas, para estar tan agónico.
AMLO es un político polémico. Tiene miles de detractores, y miles de seguidores. Y su proyecto, en efecto, significa otra cosa que lo que ofrecen PRI ni PAN.
Pero de allí a estar agonizando… hay una gran diferencia. Cuidado, que darlo por muerto no parece tan buena idea.
O el PRI se creyó demasiado las encuestas del verano de 2012 –que daban márgenes ridículos a Enrique Peña Nieto– o, si las pagaron, está tratando de sacarles demasiado jugo. Pero eso de “agonizante carrera política” es más un deseo que una realidad. Quieran o no. Queramos o no.
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