Presidente Interino, UNICA solución viable
Guillermo Fabela Quiñones
Apuntes
En un comunicado, emitido el jueves 26, el PRI afirma que “no permitirá
el resquebrajamiento del orden institucional y democrático de la
República”, y acusa a Andrés Manuel López Obrador “de sembrar la
polarización política que conduzca a la incertidumbre y a la zozobra
social, circunstancia donde él y nadie más se beneficia”. Por su parte,
el dirigente del Movimiento Progresista, para demostrar que no está
obsesionado por el poder, sino por hacer de México una nación
democrática y justa, dijo que es “preferible un presidente interino que
seguir en la inmundicia política”.
En efecto, no hay otra salida razonable al cochinero que fueron las
elecciones presidenciales, pues aceptar la imposición de Enrique Peña
Nieto sería dar paso a una etapa caracterizada por la polarización
política y el resquebrajamiento del orden constitucional. Así sería
porque el grupo salinista, ese sí, sólo quiere el poder para medrar con
los pocos bienes nacionales que quedan en el territorio nacional. Así
quedó demostrado a partir de que Carlos Salinas se hizo del poder
ilegalmente, situación que se volvió “política de Estado” por convenir
así a los intereses de los pocos beneficiarios de tal realidad.
Dice la dirigencia nacional del PRI que López Obrador radicaliza su
discurso y “apuesta a la insensata ruptura institucional”. Termina
afirmando que “México no puede ser rehén de los caprichos de un mal
perdedor”. Lo que nos están demostrando los hechos es que quienes le
apuestan a la “insensata ruptura institucional” son los salinistas que
quieren dar un golpe de Estado con el único fin de saquear a la nación.
Esto lo sabe muy bien buena parte de la sociedad nacional, misma que
estaría dispuesta a todo, en caso de que ese grupo oligárquico, ya en el
poder de manera espuria, empezara a lucrar descaradamente con los
bienes de la nación.
Tiene razón López Obrador al afirmar que si no se anula la elección
presidencial, “México estaría gobernado por una banda de malhechores,
los más corruptos y terribles del país”. Entonces sí, los mexicanos
seríamos rehenes de una camarilla de sinvergüenzas y cínicos sin
parangón en el mundo, situación que no sería aceptada todo el tiempo,
pese a la despolitización del pueblo, a su manipulación por parte de los
medios electrónicos, por la sencilla razón de que tal humillación sería
apuntalada por duros golpes al poco bienestar social que aún se tiene.
Dice el PRI que López Obrador insiste en descalificar el trabajo del IFE
y de los más de 3 millones de mexicanos que organizaron la elección,
“legal, limpia, transparente y democrática”. No hay necesidad de ello,
pues el propio órgano electoral hace todo lo posible por cavar su tumba,
actuando de manera por demás parcial, en apoyo abierto a los designios
del grupo en el poder, como lo patentizan los hechos. El presidente
consejero, Leonardo Valdés Zurita, negó que las encuestas hayan influido
en los electores. Entonces, cabe preguntar: ¿qué caso tiene se lleven a
cabo, por qué tanto interés de la oligarquía en que haya sondeos si no
tienen un resultado práctico?
Claro que lo tienen, por eso cobran muy bien las empresas encuestadoras
“prestigiadas”, como GEA-ISA. El objetivo fundamental es meter en el
electorado la idea de que hay un “favorito”, y si es por un buen número
de puntos, índice que se mantiene inamovible o en ascenso, permite crear
la convicción fatalista de que si el voto es contrario, será un voto
inútil. En este momento, la elección presidencial no puede ser
calificada como “legal, limpia, transparente y democrática”, mucho menos
si no se resuelven satisfactoriamente las impugnaciones presentadas,
con pruebas abundantes, por parte del Movimiento Progresista.
Por eso puede afirmarse que la única solución válida al grave problema
que significaría la imposición de un candidato impugnado, es el
nombramiento de un presidente interino nombrado por el Congreso. Incluso
para las autoridades electorales es la mejor salida, pues aceptar las
presiones ilegales del grupo salinista sería dar paso no sólo a su total
desprestigio, sino a la ingobernabilidad, situación que sería inútil
achacar a López Obrador, toda vez que sería manifiesta la terquedad del
PRI en imponer a Peña Nieto contra la voluntad mayoritaria de una
población que votó por un cambio verdadero, que permita al país
salvaguardar los pocos recursos naturales que le quedan, y con ello
asegurar un futuro menos incierto a las nuevas generaciones.
La incertidumbre y la zozobra social la siembran quienes defienden
intereses ajenos a los de las clases mayoritarias, quienes sólo piensan
en salvaguardar sus privilegios y colocarse por encima de la sociedad
para doblegarla y esquilmarla. Esto debe entenderlo muy bien el pueblo, a
fin de actuar para evitarlo a tiempo, por medios pacíficos.
(guillermo.favela@hotmail.com)
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