Carlos Ramírez
Indicador Político
Revoluciones México · RMX
Al margen de los dislates de Enrique Peña Nieto provocados por sus declaraciones y no por una campaña sucia de la oposición, la parte que preocupó sobremanera a los priístas en el caso de los libros no fue la cita equivocada de los libros de Carlos Fuentes y Enrique Krauze, sino la referencia primera a la biblia como uno de los libros fundamentales en su formación.
Sin meterse en el debate de si se trata del Viejo Testamento o del Nuevo Testamento, la declaración del precandidato único priísta a la presidencia de la República hizo sonar las alarmas de laicidad en el PRI, justo cuando dentro del PRI hay un fortalecimiento de las corrientes del Estado laico.
Y de soslayo del tema de que Peña cometió un error intelectual al mezclar obras de Fuentes y Krauze por la animadversión entre ellos a raíz del texto “La guerrilla intelectual de Carlos Fuentes” que escribió Krauze y que llevó a la ruptura de la relación de Fuentes con Octavio Paz, los priístas laicos solamente confirmaron que el riesgo del Estado laico en realidad no ha ocurrido en casi dos sexenios de gobiernos panistas por su origen democristiano y su ideología basada en la doctrina social de la Iglesia, sino en las relaciones de poder de Peña Nieto con el alta jerarquía católica.
Los priístas lograron en 2010 una reforma para refrendar el concepto de Estado laico en la Constitución por el temor de que las corrientes panistas que vienen del catolicismo pudieran modificar uno de los pilares históricos del Estado mexicano: el laicismo consolidado por Benito Juárez al separar la Iglesia del Estado, a pesar de que en sus orígenes políticos Juárez multó al obispo de Oaxaca porque se negó a darle posesión como gobernador a través de unte deum. El Juárez de los priístas es reconocido justamente por haberle dado jerarquía al Estado por encima de los intereses de la Iglesia católica.
La referencia de Peña Nieto a la biblia como libro fundamental en su formación ha sido criticada al interior del PRI porque los políticos priístas deben tener otro libro como fundamental en su formación pública: La Constitución. Algunos priístas han circulado opiniones contra el hecho de que Peña haya señalado al documento central del catolicismo, a la novela La silla del Águila que se basa en la picaresca política priísta de Adolfo Ruiz Cortines y La presidencia imperial que es una severísima crítica a la conformación piramidal del sistema político priísta y al presidencialismo absolutista.
La biblia es considerada por los católicos como el documento que representa la palabra de Dios, sus dogmas y su fe. Los políticos norteamericanos, que carecen de una formación histórica de ideas, juran actividades políticas y judiciales con una mano sobre la biblia y piden la ayuda de Dios. De ahí que la invocación de Peña Nieto a la biblia y no a la Constitución pueda ser un mensaje adelantado de nuevos avances de la jerarquía católica en las instituciones políticas, después de que Carlos Salinas de Gortari pactó la reforma al histórico 130 constitucional a cambio del apoyo de la Iglesia a su toma de posesión por las irregularidades en la elección de julio de 1988.
Los priístas han sido obligados a ceder en posiciones ideológicas. La reforma al 130 para reconocer la existencia de la Iglesia como institución sin que haya habido a cambio un reconocimiento público de la jerarquía a la Constitución por la rebelión que llevó al país a la sangrienta guerra cristera fue asumida como una derrota histórica del Estado laico.
Los priístas han visto en riesgo el Estado laico no en las intenciones de los gobiernos panistas sino en los compromisos secretos de políticos priístas. A lo más que llevó Fox su religiosidad fue a sacar de Los Pinos en retrato de Juárez. Ahora, sin embargo, Peña Nieto, a decir de priístas preocupados por mantener el laicismo del Estado, ha dejado más pistas de relaciones de dependencia hacia la Iglesia; por ejemplo, su viaje al Vaticano para postrarse ante el Papa Benedetto XVI y ahí mismo informarle de su boda con la actriz Angélica Rivera, un hecho privado que fue publicitado por el equipo de prensa del entonces gobernador mexiquense para significar el mensaje de sometimiento a las exigencias religiosas de las bodas religiosas que al matrimonio civil que reconocen las leyes mexicanas.
La declaración de Peña Nieto en la Feria del Libro de Guadalajara ocurrió en un contexto con dos señales que han aumentado la preocupación de los priístas, como lo acaba de recordar el especialista Bernardo Barranco en La Jornada del martes 13 pasado: Una iniciativa de ley para cambiar el concepto de libertad de creencias y de culto por el de “libertad religiosa” y que sólo podría darse como reforma constitucional con el voto de la bancada priísta ahora dominada por Peña Nieto vía el diputado mexiquense Emilio Chuayffet y ello en el escenario de la ofensiva de la jerarquía para abrir las puertas a la educación religiosa en las escuelas públicas, la propiedad de medios de comunicación y el activismo de la Iglesia católica en actividades políticas y electorales.
De ahí que la inquietud entre los priístas laicos tenga bases en la concatenación de hechos e iniciativas. Y si a ello se agrega la visita del Papa Benedetto XVI a Guanajuato en el contexto político del inicio de las campañas presidenciales, entonces la referencia de Peña Nieto a la biblia en Guadalajara no fue un dislate, sino un pequeño mensaje político hacia la jerarquía católica, aunque lo malo es que la visita papal se localiza más en la agenda de la campaña presidencial panista que en el acercamiento de Peña Nieto con el Vaticano.
El problema que ven los priístas radica en la influencia del sector duro del episcopado que ha logrado la relación política con Peña Nieto y que fueron los que consiguieron la audiencia papal con el gobernador mexiquense. De ahí que el PRI haya guardado silencio político sobre la visita papal como parte de las alianzas políticas del panismo en las elecciones presidenciales del 2012.
Al margen de los dislates de Enrique Peña Nieto provocados por sus declaraciones y no por una campaña sucia de la oposición, la parte que preocupó sobremanera a los priístas en el caso de los libros no fue la cita equivocada de los libros de Carlos Fuentes y Enrique Krauze, sino la referencia primera a la biblia como uno de los libros fundamentales en su formación.
Sin meterse en el debate de si se trata del Viejo Testamento o del Nuevo Testamento, la declaración del precandidato único priísta a la presidencia de la República hizo sonar las alarmas de laicidad en el PRI, justo cuando dentro del PRI hay un fortalecimiento de las corrientes del Estado laico.
Y de soslayo del tema de que Peña cometió un error intelectual al mezclar obras de Fuentes y Krauze por la animadversión entre ellos a raíz del texto “La guerrilla intelectual de Carlos Fuentes” que escribió Krauze y que llevó a la ruptura de la relación de Fuentes con Octavio Paz, los priístas laicos solamente confirmaron que el riesgo del Estado laico en realidad no ha ocurrido en casi dos sexenios de gobiernos panistas por su origen democristiano y su ideología basada en la doctrina social de la Iglesia, sino en las relaciones de poder de Peña Nieto con el alta jerarquía católica.
Los priístas lograron en 2010 una reforma para refrendar el concepto de Estado laico en la Constitución por el temor de que las corrientes panistas que vienen del catolicismo pudieran modificar uno de los pilares históricos del Estado mexicano: el laicismo consolidado por Benito Juárez al separar la Iglesia del Estado, a pesar de que en sus orígenes políticos Juárez multó al obispo de Oaxaca porque se negó a darle posesión como gobernador a través de unte deum. El Juárez de los priístas es reconocido justamente por haberle dado jerarquía al Estado por encima de los intereses de la Iglesia católica.
La referencia de Peña Nieto a la biblia como libro fundamental en su formación ha sido criticada al interior del PRI porque los políticos priístas deben tener otro libro como fundamental en su formación pública: La Constitución. Algunos priístas han circulado opiniones contra el hecho de que Peña haya señalado al documento central del catolicismo, a la novela La silla del Águila que se basa en la picaresca política priísta de Adolfo Ruiz Cortines y La presidencia imperial que es una severísima crítica a la conformación piramidal del sistema político priísta y al presidencialismo absolutista.
La biblia es considerada por los católicos como el documento que representa la palabra de Dios, sus dogmas y su fe. Los políticos norteamericanos, que carecen de una formación histórica de ideas, juran actividades políticas y judiciales con una mano sobre la biblia y piden la ayuda de Dios. De ahí que la invocación de Peña Nieto a la biblia y no a la Constitución pueda ser un mensaje adelantado de nuevos avances de la jerarquía católica en las instituciones políticas, después de que Carlos Salinas de Gortari pactó la reforma al histórico 130 constitucional a cambio del apoyo de la Iglesia a su toma de posesión por las irregularidades en la elección de julio de 1988.
Los priístas han sido obligados a ceder en posiciones ideológicas. La reforma al 130 para reconocer la existencia de la Iglesia como institución sin que haya habido a cambio un reconocimiento público de la jerarquía a la Constitución por la rebelión que llevó al país a la sangrienta guerra cristera fue asumida como una derrota histórica del Estado laico.
Los priístas han visto en riesgo el Estado laico no en las intenciones de los gobiernos panistas sino en los compromisos secretos de políticos priístas. A lo más que llevó Fox su religiosidad fue a sacar de Los Pinos en retrato de Juárez. Ahora, sin embargo, Peña Nieto, a decir de priístas preocupados por mantener el laicismo del Estado, ha dejado más pistas de relaciones de dependencia hacia la Iglesia; por ejemplo, su viaje al Vaticano para postrarse ante el Papa Benedetto XVI y ahí mismo informarle de su boda con la actriz Angélica Rivera, un hecho privado que fue publicitado por el equipo de prensa del entonces gobernador mexiquense para significar el mensaje de sometimiento a las exigencias religiosas de las bodas religiosas que al matrimonio civil que reconocen las leyes mexicanas.
La declaración de Peña Nieto en la Feria del Libro de Guadalajara ocurrió en un contexto con dos señales que han aumentado la preocupación de los priístas, como lo acaba de recordar el especialista Bernardo Barranco en La Jornada del martes 13 pasado: Una iniciativa de ley para cambiar el concepto de libertad de creencias y de culto por el de “libertad religiosa” y que sólo podría darse como reforma constitucional con el voto de la bancada priísta ahora dominada por Peña Nieto vía el diputado mexiquense Emilio Chuayffet y ello en el escenario de la ofensiva de la jerarquía para abrir las puertas a la educación religiosa en las escuelas públicas, la propiedad de medios de comunicación y el activismo de la Iglesia católica en actividades políticas y electorales.
De ahí que la inquietud entre los priístas laicos tenga bases en la concatenación de hechos e iniciativas. Y si a ello se agrega la visita del Papa Benedetto XVI a Guanajuato en el contexto político del inicio de las campañas presidenciales, entonces la referencia de Peña Nieto a la biblia en Guadalajara no fue un dislate, sino un pequeño mensaje político hacia la jerarquía católica, aunque lo malo es que la visita papal se localiza más en la agenda de la campaña presidencial panista que en el acercamiento de Peña Nieto con el Vaticano.
El problema que ven los priístas radica en la influencia del sector duro del episcopado que ha logrado la relación política con Peña Nieto y que fueron los que consiguieron la audiencia papal con el gobernador mexiquense. De ahí que el PRI haya guardado silencio político sobre la visita papal como parte de las alianzas políticas del panismo en las elecciones presidenciales del 2012.
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