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El tapado y los tapaditos
Juan José Morales
Escrutinio
Las nuevas generaciones quizá no saben de la mexicanísima tradición política de “El Tapado”. Es decir, la práctica, en tiempos del presidencialismo absoluto, de que el nombre de quien sería candidato del PRI a la presidencia se mantuviera en secreto hasta que el primer mandatario instruyera a alguno de los sectores del partido para anunciar públicamente que lo apoyaba. Entonces se desataba “la cargada”, una verdadera estampida en que, como manada de bisontes, todos se apresuraban a sumarse al destapado, fuere quien fuere.
El tapado ya no existe, pero los tapaditos —o minitapados— sí. Tanto los presidentes surgidos del PRI como los del PAN, han mantenido la costumbre de ocultar hasta después de su toma de posesión, los nombres de quienes integrarán su gabinete, para anunciarlos como una sorpresa —no siempre agradable y a veces como una burla— para sus gobernados.
Por eso resulta notable que López Obrador haya roto con esa tradición y ya desde ahora, un año antes de que —si triunfa una vez más en los comicios— ocupe la presidencia, ha comenzado a dar los nombres de quienes ocuparán las secretarías de Estado en su gobierno.
Ciertamente, esto significa un cambio radical en la política, una renovación que ya hacía falta para contribuir a la democratización de la vida pública de México. Porque, si bien es cierto que en el actual sistema el presidente tiene la facultad exclusiva de designar a los miembros de su gabinete, no menos cierto es que los mexicanos tenemos derecho a saber de antemano con cuáles personas gobernará, ya que a final de cuentas las decisiones no las toma él solo, ni tampoco las pone en práctica él solo, sino también quienes ejercen los diversos cargos en el gabinete.
Al anunciar con tanta antelación quiénes le acompañarán en la conducción del país, AMLO muestra un gran respeto por el electorado. Al conocer desde ahora a los futuros miembros del gabinete, los votantes tienen más elementos de juicio para decidir. De hecho, ya no se trata de elegir a un hombre, sino a todo un equipo para tomar las riendas del país. Y, ciertamente, yo en lo personal prefiero saber desde ahora —por ejemplo — que al frente de la Secretaría de Educación estará una persona de indiscutible prestigio académico, conocedor de la problemática educativa, como el Dr. Juan Ramón de la Fuente, que a su paso por la rectoría de la UNAM la llevó a niveles de excelencia, y no toparme con la desagradable sorpresa —como ocurrió tras la toma de posesión de Calderón— de ver al frente de la SEP a una tal Josefina Vázquez Mota, cuyos únicos méritos, si así pueden llamárseles, en materia educativa eran haber escrito un libro titulado “Dios mío, hazme viuda por favor”, y haber capacitado a los vendedores de una cadena de tiendas de solventes y pinturas.
Por lo pronto, AMLO sólo ha dado a conocer los nombres del ya citado Dr. de la Fuente, de Marcelo Ebrard para Gobernación, y el economista Rogelio Ramírez de la O para Hacienda, pero sin duda anunciará más, pues —según dice— pretende, como en sus tiempos Benito Juárez, formar un gabinete con los mejores hombres de México.
Con esta innovadora actitud de López Obrador —que muy probablemente tratarán de imitar los otros candidatos presidenciales—, no sólo se rompe la vieja tradición de los minitapados del gabinete, sino que, de hecho, se inicia una nueva era en la política mexicana, una era en la cual los votantes no elegiremos a un presidente sino a todo un equipo de gobierno.
Comentarios: kixpachoch@yahoo.com.mx
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