En el abandono, jóvenes de México
Álvaro Cepeda Neri
21 septiembre 2011
Mientras andamos en el chisme de las ratas panistas que no quieren abandonar el barco sin timón (y, mucho menos, sin capitán) se agudizan y multiplican los desastres sociales: más pobres (en 11 años de panismo se agregaron casi 20 millones); más de 55 mil homicidios y más de 25 millones de desempleados. El resto de la población sobrevive con bajísimos salarios como empleados formales del sector privado y no más de 500 familias de ricos, millonarios y dos que tres multimillonarios, con capos que no saben qué hacer con su dinero, entre ellos, el protegido Joaquín Guzmán Loera, el Chapo, que maneja el cártel-pulpo que disputa a las demás mafias los derechos de paso, plazas para vender, terrenos de siembra y compra de armas estadunidenses para las Fuerzas Armadas y los sicarios (Obama apoya a Calderón para que éste siga su “no-guerra” que asegure el envío de drogas para el consumo de no menos de 100 millones de gringos).
Dentro de ese drama nacional, asoma la información de que la juventud mexicana está sumergida en un desastre, ya que siete millones y medio de entre 15 y 29 años no van a la escuela porque están decepcionados, no tienen dinero para matricularse en escuelas privadas (pues las públicas los rechazan porque no hay lugar, incluyendo a la Univesidad Nacional Autónoma de México y al Instituto Politécnico Nacional) y menos encuentran donde emplearse… salvo de esclavos en donde apenas les dan el salario mínimo que no les alcanza para su transporte, comida, ropa… ¡nada para divertirse!, como no sea convertirse en adictos a las sustancias sintéticas, al alcoholismo, la prostitución, al desmadre…
Ninguno de los tres partidos se acuerda de los jóvenes y su crisis psicológica, económica, educativa, social y cultural. Las notas de los reporteros Rosalía Servín, Katia Avilés, Sonia del Valle y Julián Sánchez (El Financiero, La Jornada, Reforma y El Universal, 13 de septiembre de 2011), nos ponen al tanto de esa nueva desgracia nacional sobre adolescentes apodados ninis (que ni estudian ni trabajan). Algunos de ellos son cooptados por el narcotráfico; otros emigran o se suicidan… La mayoría, desocupada, se embrutece en la televisión y son una carga para sus padres (o para sus madres divorciadas, abandonadas y sus abuelos que les comparten sus miserables pensiones, si las tienen).
Los anteriores son datos que la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico), obtuvo en sus investigaciones. Jóvenes que en la total desocupación, en menos de una década se convertirán en limosneros, vagabundos y delincuentes porque los gobiernos, en manos de gobernantes cínicos, se roban lo que debería invertirse para emplearlos, establecer escuelas (mejor construyen cárceles, iglesias), orillando a los jóvenes al suicidio de no hacer nada y al suicidio con un tiro, arrojándose a las vías del transporte, entregándose a las drogas con las que les pagan los narcotraficantes… sufriendo a los Larrazábal (el presidente municipal de Monterrey, con su vocecita amanerada, llorando aferrado a su millonario salario), los Zetas, los Calderón, los Ebrard, los Peña… hasta que los encabronados se decidan a parar al país y desconozcan a sus malos gobernantes.
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