sábado, 3 de septiembre de 2011

Seguirá su guerra contra el narcotráfico


¡¡Exijamos lo Imposible!!
Perversiones y mentiras

Durante el llamado “mensaje a la Nación” de Felipe Calderón ante un selecto grupo de notables, alejado del Pueblo, el ilegítimo ocupante de Los Pinos reiteró que seguirá por el mismo camino de violencia y muerte, y el colmo del cinismo, después de generar más de 50 mil ejecuciones ofrece crear una Procuraduría Social para la Atención de Víctimas de la Violencia / Esta propuesta se traducirá seguramente en un “elefante blanco” incapaz de atender a las 500 mil víctimas que ha dejado la “guerra” contra algunos carteles del narcotráfico

A 15 meses de que Calderón se vaya, los ciudadanos siguen esperando que cumpla sus promesas de campaña, algo que evidentemente no sucederá ante el fracaso en todos los ámbitos del quehacer público

México, D.F., 2 de septiembre (Lilia Arellano / Estado de los Estados).-Dentro de la montaña de mentiras y la farsa que representó el “mensaje a la Nación” de Felipe Calderón, en el Museo Nacional de Antropología e Historia, destaca sin duda el “as bajo la manga” que se sacó el inquilino de Los Pinos, al anunciar la creación de una Procuraduría Social para la Atención de Víctimas de la Violencia, que a la fecha acumulan más de 50 mil cadáveres, por lo que este nuevo “elefante blanco”, del que ningún procurador de la República sabía o tenía la menor idea hasta este viernes, habrá de atender cuando menos a 500 mil personas, entre hijos, esposas, padres y demás familiares de los caídos en la estúpida “guerra contra el narco” que emprendió el michoacano, con el único afán de alcanzar una legitimidad que le fue negada en las urnas.

Tal y como se han presentado los trágicos hechos desde la masacre en el Casino Royale de Monterrey, Nuevo León, donde murieron 52 personas inocentes, quien más se ha beneficiado de estos lamentables asesinatos, ejecutados con premeditación, alevosía y ventaja, es precisamente Felipe Calderón, quien, dicho sea de paso, no ha podido cumplir su responsabilidad de presentar personalmente ante el Congreso de la Unión un informe de gobierno. El michoacano no dudó un solo momento en utilizarlo como herramienta central de la estrategia mediática de su Quinto Informe de Gobierno, lo que quedó de manifiesto al inicio de ese acto faraónico, cuando pidió un minuto de silencio por las víctimas de la delincuencia. Su plan es de lo más burdo y simple y si no fuera por lo fúnebre del mismo, sería una tragicomedia transmitida por los medios electrónicos a su servicio, con abultada factura previa, por supuesto: la estrategia visible de su fallida campaña contra las cada vez más poderosas organizaciones criminales es crear víctimas, lo que han hecho muy bien hay que reconocérselo, y luego hacerles su procuraduría de atención a víctimas, perverso proyecto que desconocían todos los procuradores y jueces responsables de la administración y procuración de justicia del país.

La primera pregunta que se formuló, en todas las entidades, incluido por supuesto el Distrito Federal, fue la creación de la pomposa y fúnebre Procuraduría Social para la Atención de Víctimas de la Violencia, para “cerrar heridas”, implicará desaparecer todas las áreas de atención a víctimas del delito que ya existen en la Procuraduría General de la República (PGR) y en las procuradurías de Justicia de las entidades de la República, lo que exhibe el desconocimiento del “licenciado Calderón” en torno a las estructuras de administración y procuración de justicia del país. El siguiente cuestionamiento fue entre los contribuyentes, quienes se preguntaron cuánto les iba a costar la creación de este “elefante blanco” pintado de negro y cuánta burocracia se deberá contratar para atender a más de medio millón de víctimas del delito creadas en la actual administración federal. Una pregunta más, ligada íntimamente con las anteriores, se refiere a las facultades de este proyecto de dependencia federal ofrecida al electorado nacional de bote pronto, sin ningún estudio riguroso que respaldara el proyecto cuyo principal fin es de carácter mediático.

La tragedia de Monterrey y las otras 49 mil 950 más en el resto del país fue y son utilizadas por Calderón en al menos los primeros 40 minutos de su mensaje, con narrativas de lo que todos los ciudadanos saben y conocen muy bien porque han sido los directamente afectados, y en las que aceptó que México enfrenta una vorágine de violencia. Fue utilizada cínicamente para, una vez más, tratar de justificar su guerra contra algunos cárteles del narcotráfico y, por lo tanto, simple y sencillamente, llevar agua a su molino político y al de su partido, Acción Nacional. Para fines estrictamente mediáticos, se utiliza el hecho de que el alcalde de la capital de Nuevo León, Fernando Larrazabal, es militante panista, lo que lleva el mensaje de que se actúa aun cuando sea simpatizante del partido de quien se ostenta como presidente de este país. El argumento es tan falso que cabe preguntar por qué no se ha actuado de la misma manera contra ex gobernadores como el de Morelos, Sergio Estrada Cajigal, el de Aguascalientes, Luis Armando Reynoso Femat, o los de Baja California, Héctor Terán Terán o Alejandro González Alcocer, en cuyas gestiones no sólo floreció el negocio del tráfico de estupefacientes, sino que lo hicieron al amparo de las administraciones estatales.

SEGUIRÁ LA GUERRA

Lo único claro que sacaron los ciudadanos del mensaje del administrador designado de México es que la guerra de los Estados Unidos contra los cárteles de la drogaque se escenifica en territorio mexicano, no para acabarlos sino para controlarlos y administrarlos y así garantizar el abasto de estupefacientes a sus millones de adictos sin que los precios se disparen ni las ganancias salgan de su sistema financiero seguirá en las mismas adversas condiciones en los próximos quince meses. Ante gobernadores y dirigentes de todos los partidos políticos, integrantes del gabinete ampliado y legal, legisladores, líderes de organismos autónomos y religiosos y representantes de medios de comunicación, Felipe Calderón advirtió que seguirá, hasta el último día de su administración, enfrentando “con toda la fuerza del Estado” a la delincuencia y “con lo mejor que tenemos”, es decir con las fuerzas armadas, aunque esta intervención sea anticonstitucional.

Para reiterar su negativa a cambiar un ápice la fallida estrategia seguida hasta el momento, subrayó que “ceder la plaza, no meterse con ellos, mejor no moverle, seguir con la administración de la ilegalidad y la simulación de la justicia, nos hubiera llevado al envilecimiento de la sociedad, nos hubiera llevado al Gobierno de los criminales. Los cárteles controlarían las decisiones y recursos del Estado y de la sociedad, eso habría significado simple y llanamente perder al país”. El cinismo del michoacano llegó al grado de lamentar que los “logros de su administración” se vean opacados por la violencia que se resiente en toda la Nación. También, una vez más, intentó convencer con el argumento de que la violencia que se vive no es producto de las acciones anticrímenes de su administración y que éstas son consecuencia y no la causa del problema. En ese sentido, culpó a los gobiernos anteriores de ser el origen de la violencia que hoy enfrenta su gestión. En el esquema de llevar toda el agua a su molino posible, Calderón demandó a los gobernadores y alcaldes acelerar la depuración y el fortalecimiento de los cuerpos de seguridad, al señalar que sólo cuatro de los 31 estados y el Distrito Federal han cumplido con la Ley de Seguridad Nacional, e instó al Poder Judicial a revisar sus estructuras para cerrar la brecha entre la verdad real y la verdad legal que impera en el país.

Durante su mensaje en el patio central del Museo Nacional de Antropología, Calderón llevó a su selecta concurrencia al terreno de la ficción política al ofrecerles que pese a la violencia vendrá un nuevo México, seguro, próspero, justo y democrático, donde las familias vivirán en paz y se habrá erradicado la pobreza extrema. Claro que para que eso suceda la condición es que él ya no esté al frente de los destinos del país. Para alcanzar realmente esos deseables objetivos, la sociedad organizada tendrá que seguir mostrando abiertamente su inconformidad a través de movilizaciones por la paz y por la justicia.

MÉXICO, SIN AVANCES
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