
PROCESO:
Jenaro Villamil
Los priistas mexiquenses han empezado a gravitar en torno a la palabra “unidad”; la necesitan para decidir quién será su candidato al gobierno del estado. Entre los principales contendientes están Ernesto Nemer y Alfredo del Mazo Maza quienes, además, pertenecen a una familia que ha dirigido los destinos del Estado de México varias décadas. El PRI está decidido a no perder la entidad, incluso a costa de las aspiraciones presidenciales de Peña Nieto, y mientras tanto se prepara para lo que considera el peor escenario: una coalición PAN-PRD con el apoyo de Calderón, Ebrard y hasta de López Obrador.
“Aquí no queremos Malovas ni Aguirres”, advirtió Ricardo Aguilar, dirigente del PRI mexiquense, a los diputados locales, federales, alcaldes y líderes regionales reunidos el 20 de febrero en la sede partidista en Toluca, en vísperas de la definición del “candidato de unidad” para la gubernatura, que deberá ocurrir a más tardar en la primera semana de abril próximo, según confirmó el gobernador Enrique Peña Nieto.
Aguilar hablaba de evitar la deserción de alguno de los aspirantes a la candidatura priista al gobierno del Estado de México, como ocurrió en Sinaloa con Mario López Valdés (Malova) o en Guerrero con Ángel Aguirre Rivero, lo que propició el triunfo de las alianzas PAN-PRD en esas entidades.
Durante esa misma reunión el exprocurador mexiquense y actual diputado federal Alfonso Navarrete Prida advirtió que entre los asistentes podían encontrarse “varios traidores”.
El tema de la unidad y la operación para evitar la salida de alguna figura priista que se perfile como candidato de una posible coalición entre PAN y PRD ha obsesionado a la clase política mexiquense, sobre todo a la dinastía proveniente del Grupo Atlacomulco. Lo mismo les ocurre a los grupos del Valle de Toluca, conocidos como Los Tolucos, adversarios históricos de los políticos del Valle de México, la zona conurbada con la capital del país.
El exgobernador mexiquense Alfredo del Mazo González, patriarca de la dinastía que ha gobernado la entidad y tío de Peña Nieto, advirtió el 15 de febrero último, en Ecatepec, que “el PRI no alquila sus siglas para vencer: no estamos en renta ni somos franquicia”.
El martes 1, Peña Nieto advirtió que “si los partidos opositores están esperando construir un proyecto a partir de llevarse a algunos de los nuestros… aquí se toparán con pared”. En entrevista con Televisa, el jueves 3, reiteró que su gobierno no tiene “temor” a la alianza opositora y mencionó a los cinco precandidatos a sucederlo: Alfredo del Mazo Maza, su primo y alcalde de Huixquilucan; Eruviel Ávila, alcalde de Ecatepec y el único de los políticos del Valle de México en la recta final; Ernesto Nemer, su primo político y coordinador de la bancada del PRI en el Congreso; el diputado federal y exsecretario de Finanzas, Luis Videgaray, y Ricardo Aguilar, dirigente del PRI estatal, formado en la escuela del Grupo Atlacomulco.
Hasta ahora, algunos de los políticos que están impulsando una defección de grupos priistas a favor de la alianza opositora son Héctor Luna de la Vega, exsecretario de Finanzas de Arturo Montiel; Mauricio Valdés, quien creció al amparo de Carlos Hank González y que ahora dirige el Parlamento Ciudadano que impulsa “candidatos ciudadanos”, e Isidro Pastor, exdirigente estatal del PRI que contendió contra Peña Nieto en 2005.
El dirigente estatal del PRD, Luis Sánchez, promotor de la alianza con el PAN, advierte que no están “aferrados en busca de un expriista”. Y añade: “Hemos conversado con algunos y comparten nuestra visión de que el Grupo Atlacomulco es el que siempre impone candidato”.
–¿A qué le atribuye que Peña Nieto haya dicho que si buscan a un expriista se “toparán con pared”? –se le pregunta a Sánchez.
–Él supone que tiene un control férreo. Es el asomo de una actitud autoritaria. Peña Nieto es muy autoritario y piensa que domina hasta el pensamiento de los priistas.
–¿Han hablado ustedes con el actual alcalde de Ecatepec, Eruviel Ávila? –se le cuestiona.
–No quiero dar nombres. Ninguno ha autorizado a que manejemos su nombre, pero sí hemos hablado con varios.
Los priistas se fijaron una meta: ganar con un mínimo de 3 millones 400 mil sufragios, casi 1 millón y medio más que su votación más alta en el Estado de México, en 1993, cuando Emilio Chuayffet ganó la gubernatura.
Para lograrlo, el mandatario Enrique Peña Nieto y los principales grupos priistas de la entidad están prometiendo recursos, continuidad en los contratos de obra pública y posiciones clave en el futuro gobierno mexiquense.
Según una fuente priista que estuvo en la reunión del 20 de febrero, la principal consigna es retener a como dé lugar el gobierno priista en el Estado de México, aun a costa de la aspiración de Peña Nieto: la candidatura presidencial.
Nemer o Del Mazo
sigue leyendo
No hay comentarios:
Publicar un comentario