¿Y el lavado de dinero?
Francisco Rodríguez
Francisco Rodríguez
Indice Político
Incurrir en el pecado del silencio cuando se debiera protestar, hace cómplices y cobardes a los hombres. Zhou Enlai
Si de verdad fuese una guerra, el señor Felipe Calderón ya habría abierto otras trincheras en contra del narcotráfico. La que no ha tocado, la que prácticamente le están exigiendo ahora mismo los estadounidenses es la del “lavado de dinero”, en la que estarían involucrados no pocos de los empresarios que lo llevaron a ocupar Los Pinos en el triste invierno del 2006.
Ideada en su momento para “legitimarse”, la vertiente policíaco-militar que hasta hoy se ha privilegiado sólo ha servido para alborotar el “avispero”. Con enormes recursos a su disposición, las organizaciones criminales no sólo han comprado voluntades políticas y empresariales puestas ahora a su servicio, incluso armamento de capacidad destructiva aún mayor de la que disponen las llamadas fuerzas “de la ley y el orden” (jejeje).
Así las cosas, la delincuencia organizada forma parte del entramado político, social y, sobremanera, económico del establishment, statu quo o “El Sistema”, como le llaman algunos.
Este “Sistema” ha acabado por asimilar completamente toda la infraestructura, accionar y métodos del narcotráfico. Por tal, las organizaciones de narcotraficantes son poderosas entidades económicas ensambladas incluso perfectamente a la globalización y a la liberalización de los mercados.
Por tal, realizan operaciones cotidianas en los mercados financieros y sus capitales se confunden hasta volverse indefinidos en las operaciones mercantiles de todo tipo.
Integrada como está la delincuencia organizada al mecanismo financiero y económico del establishment, las pugnas entre cárteles expresan efectivamente la continuación y agudización de las pugnas de los poderes fácticos en sentido amplio.
Hoy, el peso de la crisis, que todo lo constriñe, hace cada vez más difícil establecer un acuerdo para mantener un cierto equilibrio en las relaciones entre los diferentes grupos de poder y de presión. Es esta una situación que está determinada directamente por la agudización de la descomposición de “El Sistema”, cuyo eje fundamental del “cada quien a lo suyo” se ha estado manifestando de manera abierta sobre todo en los últimos años en México.
Esta situación se ve potenciada por la carrera desenfrenada de los llamados poderes fácticos hacia el recambio de gobierno en el 2012, año en que volverá a decidirse qué personaje y qué fracción capitalista habrá de encabezar el poder político, una situación en la que ya trabajan todos sus representantes ante los más que evidentes fallidos resultados de su apuesta en el 2006.
Esta disputa ha venido ocupando una dimensión tal, que en ella toman presencia sectores que mantenían una actividad escondida o silenciosa. Ahora vemos actuar de forma muy abierta a grupos del narcotráfico en alianza con personajes de la política nacional, lo mismo en Sinaloa, Tamaulipas, Baja California, Oaxaca, Michoacán, Jalisco, Aguascalientes, Guerrero o Veracruz. Incluso sectores del clero y del Ejército tienen una abierta y permanente actuación.
Efectivamente, la ausencia de una cohesión que discipline a los diferentes grupos que actúan en el interior del Estado, está provocando la explosión actual de la guerra entre los cárteles, los cuales son verdaderas prolongaciones de aquellos mismos grupos en pugna. Por si hubiera alguna duda todavía, nada más hay que poner atención a las “campañas contra el narco” que despliegan el Ejército o la PGR y que “casualmente” atacan a ciertos cárteles beneficiando así a otros.
Y en este tenor, no hay duda de que el grupo de Joaquín El Chapo Guzmán aparece como el gran favorecido de los gobernantes panistas (2000-2009), dados los privilegios y la manga ancha con la que se ha fortalecido, lo que incluso le permitió salir sin ser molestado de un penal de máxima seguridad (jejeje), para ponerse a su servicio.Todo ello mientras sigue incólume el lavado de dinero, ¿o no?
Indice Flamígero: Las cantidades varían. Para algunas agencias estadounidenses, la cantidad de dinero que escapa de su sistema financiero e ingresa al mexicano se aproxima a los 40 mil millones de dólares anuales. Otros son más conservadores y apuntan que el flujo de billetes verdes que cada año se “blanquea” en México es “tan sólo” de 25 mil millones. No se contabilizan, eso sí, los que están “guardados” tras muros y en cuartos oscuros. En “greña”, pues.
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