miércoles, 3 de septiembre de 2008

¿QUE TENEMOS QUE VER?....

¡¡Exijamos lo Imposible!!
La Imagen de Yucatán?
03 September 2008
Jorge Lara Rivera

Cristina Manzanero, Sin Título /
Taller de Litografía del ICY.

El domingo 31 de septiembre algo muy raro, ocurrido en la transmisión nocturna del Canal 13 local, exige explicación a la sociedad por parte de su director, dado su carácter de bien público.

Pasadas las 22 horas comenzó (como retransmisión desde el Canal 22) la cinta “Historia de un Encuentro”, de un realizador oriental. Tras los créditos, una voz narrativa ‘en off ‘ acompañó las primeras imágenes que mostraban –como tantísimas otras películas– semiexplícitas escenas de alcoba, con la variante de ser éstas a cargo de dos varones. No pasaron ni cinco minutos y la transmisión del filme fue sustituida por una larga serie de anuncios promocionales del propio canal y de sus programas, para luego dar paso a un excelente documental científico de los “Cazadores de genes”, acerca de la extinción del mamut por una megaepidemia y de la investigación del espacio. Así, sin más, “Historia de un Encuentro” se había esfumado.

Independientemente del valor informativo del documental, la inoportuna presentación supliendo a la programación habitual de domingo, difusora del cine de calidad en ese horario de adultos, resulta en preocupación acerca de la congruencia entre un régimen que se precia de ser de libertades para todos y la aplicación de sus funcionarios para llevarlo a la práctica. Y arroja serias dudas acerca del idóneo uso del más eficaz medio de información social a su cargo.

Porque el Gobierno del Estado actual postula la tolerancia y la inclusión, el respeto a los derechos de las minorías; y combate mediante su programa social de desarrollo los prejuicios, así como la discriminación racial y social, la homofobia y los crímenes de odio, la violencia contra la mujer y el abuso contra migrantes y menores.

Que se sepa, el Gobierno Constitucional del Estado de Yucatán no ha claudicado de esas metas ni modificado esa su posición oficial.

Así que, prototípico del prejuicio, este episodio aparece como evidente acto de censura que contradice abiertamente la directriz gubernamental de respeto al derecho a la información de la ciudadanía, el cual atropella.

Y sorprende que ocurra cuando el responsable del Canal es alguien todavía joven y formado en las ciencias de la salud que permiten tener una visión integral del individuo y amplia panorámica de la diversidad de la vida.

¿Puede imputarse el yerro al Canal 22? Resulta poco probable, dada su trayectoria liberal en materia de cultura; por lo cual la conducta observada representa un grave retroceso, un agravio que no se permitió, ni siquiera por las presiones del conservadurismo a ultranza de algunos militantes, el gobierno panista durante el sexenio previo.

Muy al contrario, debe encomiarse cómo el Canal 13, siguiendo criterios de modernidad y apertura establecidos por el Instituto de Cultura de Yucatán, dirigido a la sazón por Domingo Rodríguez Semerena, fue en ese período inopinadamente plural en lo tocante a programación cultural; tanto que su acción contribuyó a la libre difusión de ideas estéticas y políticas al retransmitir noticiarios y programas del Canal 40 y 11, a modernizar el gusto del televidente yucateco, actualizándole en las tendencias del diseño contemporáneo con teleseries y programas de gran calidad e, inclusive, enfrentándolo a los usos nuevos para la publicidad alentando la creatividad en nuevas generaciones que incorporó a su plantilla laboral.

Resulta inaceptable a estas alturas y bajo un gobierno democrático –el de la nueva mayoría, que asegura representatividad y respeto para las minorías– que una interpretación subjetiva de la función pública confundida con el patrimonialismo, o prejuicios maristas personales se pretendan paradigma moral de criterio para la televisión oficial pública; ni es, en modo alguno, admisible que el sólo gusto individual sea rector de sus contenidos.

Se trata de un medio de información social con financiamiento público, oficial. Su deber es servir a la sociedad y ese carácter define su función de servicio.

¿Cómo, si no, con su auxilio se ha de enterar al vasto público televidente (y contribuyente) de la marcha del mundo, de las realidades que lo rodean, de los distintos modos de vida y de las muchas y diversas morales con que debe convivir en el respeto? ¿De qué manera se cree, entonces, que ha de aprovecharse la útil herramienta de la imagen, en que se basa la educación contemporánea, no utilizándola para deshacer los viejos esquemas del prejuicio, los atavismos y el odio y para fomentar la comprensión mutua, el respeto a la diferencia y la convivencia armónica en la tolerancia?

¡Por qué ha desperdiciarse, entonces, tiempo y recursos! ¡Dejar perder el potencial formativo y educacional de Canal 13, cuya señal “es la única que se ve en todo Yucatán” según proclama en sus promocionales, con tal de servir el capricho sectario de una miope conducta de sus funcionarios con oneroso cargo al erario!.

El Gobierno del Estado no puede permitirse el lujo de financiar el oscurantismo intolerante, ni la cerrazón a realidades de nuestro tiempo, en la busca de ser fiel a su proyecto de cambio y modernidad.Queremos una televisión pública abierta y plural en sus contenidos, una herramienta para auxiliar en el desarrollo social humano y la queremos ya.

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