miércoles, 24 de septiembre de 2008

Fué la Familia...fue la familia... fue la fami...

¡¡Exijamos lo Imposible!!
EDITORIAL
24, septiembre del año 2008
VERSIONES.


La falta de veracidad y profesionalismo en las investigaciones, y de credibilidad en las actuaciones y funcionarios de la Procuraduría General de la República, esta provocando más problemas de los que pretende resolver.

El tema de los ejecutados en el paraje de La Marquesa ha sido el Waterloo informativo de la dependencia que encabeza Eduardo Medina Mora. Ha sido tal su desatino en torno al origen, identidad y actividades a las que se dedicaban los ejecutados, que han causado la más penosa indignación en los deudos de once de ellos, humildes campesinos indígenas en busca de trabajo para la construcción.

Por causas de esas mismas debilidades, hoy comienzan a correr versiones en torno a los autores de los bombazos de Morelia. Víctimas del síndrome Aznar (cuando los atentados del 11 de marzo en Madrid, el presidente español insistió que se trataba de la ETA, sin embargo el desmentido vino por si solo y eso le costó la presidencia a su partido), se han apresurado a responsabilizar a un grupo de narcotraficantes conocidos como La Familia Michoacana.

Por el momento no hay ninguna prueba o al menos un indicio que sostenga esa tesis, pero ha sido tal la insistencia de las autoridades, y al mismo tiempo insistentes los desmentidos de esta organización delictiva, que mueve a pensar qué intereses pretenden que lleguemos a esa conclusión. Si lo vemos con detalle, los únicos beneficiarios de estos atentados son el gobierno de Felipe Calderón, que recibió el apoyo unánime de todas las corrientes políticas y grupos empresariales, y los adversarios de La Familia, pues ahora este grupo radicado en Michoacán esta siendo perseguido con mayor intensidad.

Uno puede voltear a grupos radicales y extremistas como los “ultras” de la izquierda, de la derecha, o hasta de la misma iglesia católica, y podría encontrar rostros de evidente culpabilidad, cuando no de gozo ante la desesperación de un gobierno que no ha dado una en la guerra que le declaró al narcotráfico en el país.

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