¡¡Exijamos lo Imposible!!
Peña Nieto, el Gran Montaje (Primera Parte)
Jenaro Villamil
En la explanada de la sede nacional del
PRI se extrañó durante la noche del 1 de julio la llegada de los grandes
contingentes para celebrar el ansiado retorno a la presidencia de la
República, tras la amarga derrota del 2000. En lugar de las “fuerzas
vivas” priistas, estaban los fans de Enrique Peña Nieto. En
vez de los grandes sectores (popular, obrero y campesino) sólo estaban
los operadores de la campaña, algunos gobernadores y los afiliados a
cuatro secciones del sindicato petrolero. No hubo largos discursos de
sus dirigentes, sino la música de los cantantes de moda de Televisa:
Espinoza Paz y Julio Preciado.
Mientras Julio Preciado cantaba en la explanada Acábame de Matar, en el interior del auditorio Plutarco Elías Calles, se escucha el Cielito Lindo, tras
el discurso triunfador de Peña Nieto, al filo de la madrugada. “Ay, ay,
ay, canta y no llores” cantaban los jóvenes peñistas después que su
candidato ofreciera encabezar “la segunda alternancia”, tras la derrota
del PAN.
Todas las piezas parecían alineadas para
confirmar su ventaja en las elecciones federales, pronosticada desde
antes de la campaña de 90 días: las encuestas de salida, difundidas por
las televisoras; el conteo rápido del IFE; las dos cadenas nacionales de
Leonardo Valdés, consejero presidente del IFE, y de Felipe Calderón,
presidente saliente del PAN.
Como si formaran parte de un mismo guión, las
cinco grandes encuestas de salida de esa noche le daban un rango mayor a
los 10 puntos de ventaja frente a Andrés Manuel López Obrador. Consulta
Mitofsky, encuestadora de cabecera de Televisa y contratada por la
Cámara Nacional de la Industria de la Radio y Televisión (CIRT), le dio
una ventaja de 11.5 puntos; Milenio-GEA-ISA, de 11 puntos; TV Azteca de 8.2 puntos; El Universal de 11 puntos; Excélsior, de 8 puntos; Demotecnia-UnoTV de 7 puntos.
Durante la campaña, la mayoría de las
casas encuestadoras le dieron una ventaja de 20 puntos. El 28 de marzo,
Consulta Mitofsky advirtió que Peña Nieto iniciaba los 90 días de
contienda formal con una ventaja de 19 puntos sobre Josefina Vázquez
Mota.
Sólo tras los acontecimientos del
“viernes negro” del 11 de mayo en la Universidad Iberoamericana y la
irrupción de las protestas del movimiento #YoSoy132 modificaron un poco
la percepción de la ventaja de Peña Nieto. En algunos casos bajó hasta
menos de 10 puntos, pero manteniendo su posición.
Nada pareció afectarlo: ni los errores
de la FIL de Guadalajara en diciembre de 2011, ni la polémica por los
“compromisos incumplidos” durante su gobierno en el Estado de México, ni
las críticas en las redes sociales, especialmente Twitter, Youtube y
Facebook, ni el escándalo por el dispendio en la publicidad y el
presunto rebase de topes de gastos de campaña.
La noche del 1 de julio, el conteo
rápido de las 7,500 casillas del IFE, con un margen de error de medio
punto, disminuyó a 6.87 puntos la ventaja entre Peña Nieto y López
Obrador. El PREP, a la 1 de la madrugada, con el 33 por ciento de las
casillas escrutadas, le dio 36.5 por ciento a Peña y 33.2 por ciento a
López Obrador.
“Asistimos a la inevitabilidad de Peña
Nieto”, comentó uno de los viejos cuadros priistas, presentes en el
festejo de Buenavista e Insurgentes. Hasta su esposa, la actriz de
telenovelas, Angélica Rivera, apareció en los actos claves de la campaña
transfiriéndole la popularidad lograda con su papel como La Gaviota. Y
en su mitin de cierre de campaña en Toluca, el ex gobernador mexiquense
presentó al cantante Alejandro Fernández como su amigo y nuevo apoyo en
campaña.
Su acto más grande fue en el Estadio
Azteca, el emblema del poderío de Grupo Televisa, en la Ciudad de
México, el domingo 24 de junio.
Las críticas de medios internacionales a
su condición de candidato telegénico no despeinaron la campaña ni el
estilo del candidato priista que mantuvo el mismo guión de la firma de
compromisos y los eventos milimétricamente calculados para el lucimiento
de su imagen.
Un aparato de mercadólogos, fotógrafos, camarógrafos, guionistas y publicistas, encabezados por Pedro Torres, el productor estelar de Televisa y del Big Brother se
mantuvo al frente de la campaña. Trabajadores de El Mall, propiedad de
Torres, calculan que tan sólo en asesoría y producción de spots, el
equipo de Peña Nieto destinó más de 200 millones de pesos. Todo en
transacciones que no dejaron rastro fiscal y se hacían en dinero en
efectivo, según revelaron a Proceso.
Incluso, su asesora y coordinadora en redes sociales, Alejandra Lagunes,
también trabajó para la compañía de Emilio Azcárraga Jean, en la
empresa Esmas.com. La compañía ByPower dirigida por Juan Carlos Limón,
llevó buena parte de los contenidos, en sintonía con Televisa.
La sospecha de que el erario mexiquense
financió también a las casas encuestadoras data des hace cuatro años.
Desde el 28 de enero de 2009, un cable diplomático del Departamento de
Estado norteamericano, filtrado por Wikileaks, advirtió lo siguiente de
Peña Nieto:
“Ha puesto en marcha importantes
proyectos de obras públicas en las zonas seleccionadas por los votos, y
los analistas y los dirigentes priistas por igual han expresado en
repetidas ocasiones a los funcionarios públicos de Estados Unidos su
creencia de que él está pagando a los medios de comunicación el segmento
de noticias favorables, así como potencialmente el financiamiento de
los encuestadores para influir en los resultados de la misma”.
Nada cambió. El guión televisivo se
incrementó. El 27 de noviembre de 2010, Peña Nieto se caso con la actriz
Angélica Rivero, tras un romance largamente prolongado y promovido en
las revistas de espectáculos y de chismes sociales. Televisa hizo valer
el contrato de “exclusividad” con La Gaviota, quien antes apareció como imagen en los spots promocionales del Estado de México (ver Proceso, No. 1778).
Continúa Mañana.
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