¡¡Exijamos lo Imposible!!
Revista Proceso. Edición especial No. 26
“La infancia en México: Erase una vez”
Tierra
de la fantasía, la televisión vende ilusiones e intangibles paraísos. A
cambio de sus múltiples ganancias, ofrece un proyecto de “filantropía”
que sirve para evadir impuestos y obtener publicidad. El Teletón es el
cascarón vacío que produce la “caja idiota”.
En
el municipio maya de Felipe Carrillo Puerto, lugar histórico del bastión
rebelde conocido como Chan Santa Cruz, no sólo la hora de verano es
rechazada por sus habitantes, sino también la filantropía estilo
Televisa. Sobre la carretera que conduce a Tulum se encuentra el Centro
de Rehabilitación Integral Municipal (CRIM), similar al modelo de los
Centros de Rehabilitación Infantil Teletón (CRIT), pero mucho más
barato, administrado con fondos públicos y eficientes.
-Aquí
llega cualquiera y le hacemos una pre-evaluación socioeconómica. Este
es un centro laico – advierte la directora Alejandra Priego.
-¿Por qué dice que es un centro laico?
-Porque en el CRIT del Teletón les exigen que sean católicos y que recen –abunda.
Orgullosa
de este pequeño centro, inaugurado en febrero de 2008 con una inversión
pública de apenas 4 millones y medio de pesos –muy inferior a los 170
millones que costó el CRIT de Cancún-, la doctora Priego aclara que en
el CRIM se atiende, sobre todo, a niños y ancianos con discapacidades.
La mayoría de los 25 pacientes que se atienden al día son de origen
maya. No hay payasos ni disfraces. Sí en cambio una sala de
mecanoterapia, tinas para hidroterapia, salones sensoriales para niños
con autismo y terapias sicológicas, de lenguaje y ocupacional.
Priego
aclara que la cuota de recuperación es de 32 pesos, pero a la mayoría
de los pacientes, de las zonas más pobre de Quintana Roo, se les atiende
gratuitamente.
A 170 kilómetros del CRIM de Carrillo Puerto, sobre el bulevar Luis Donaldo Colosio, se erige un complejo de cinco edificios, con una arquitectura y colores similares a la cadena de hoteles Camino Real. Es el CRIT de Cancún, construido con fondos del Teletón y aportaciones del gobierno del estado.
La
inversión total en ese centro fue de 170 millones de pesos, de los
cuales Fundación Teletón aportó 150 millones y el gobierno de la entidad
aportó lo restante, además de los extensos terrenos que abarcan casi
dos hectáreas.
Aquí las madres y los niños sí rezan. Una capilla habilitada junto a la recepción es visitada diariamente por los pacientes. Una de las capacitadoras lee unas tarjetas con los rezos y cánticos que se deben pronunciar para que la divinidad ayude a los discapacitados.
Laura, una joven blanca, de pelo
lacio y claro, atiende en la entrada y advierte: “aquí hay lista de
espera. Y si usted trae a un familiar debemos hacerle un estudio
socioeconómico”. Entre las preguntas, también se indaga si profesan o no
la religión católica.
En el interior del
recinto, hay un personaje disfrazado como si fuera las manitas del
Teletón. Se respira un aire híbrido entre Disneylandia y la basílica de
Guadalupe. Los niños y sus padres, que esperan horas a que los atiendan,
pueden disfrutar de videos y caricaturas al estilo Televisa. En el
patio central del edificio hay una estatua de la patrona de México y en
la capilla una réplica de la imagen de la virgen.
El
CRIT de Cancún fue inaugurado en febrero de 2007. Fue el décimo de un
total de 16 centros que han abierto en toda la República: Estado de
México, Jalisco, Oaxaca, Aguascalientes, Guanajuato, Hidalgo, Chihuahua,
Ciudad Neza, Tamaulipas, Yucatán, Veracruz, Durango, Coahuila y
Chiapas. También fue uno de los más caros. El gobernador priista
González Canto agradeció a la Fundación Teletón, dirigida por Fernando
Landeros, y se comprometió a destinar más recursos para abrir otro en
Chetumal, la capital de la entidad.
El proyecto
más ambicioso de CRIT se gestó en Yucatán. Con el apoyo de la
gobernadora Ivonne Ortega Pacheco, que le entregó a la Fundación Teletón
98 millones de pesos en efectivo del erario, el 28 de febrero de 2008
se colocó la primera piedra de este centro que costará 180 millones de
pesos. El predio es de un total de 25 mil metros cuadrados, de los
cuales 5 mil serán para las áreas de atención médica y 20 mil para áreas
verdes.
El proyecto yucateco tuvo una modalidad
inédita. Por iniciativa de la gobernadora, el Congreso local aprobó el
30 de octubre de 2007, con sólo un voto en contra, destinar durante 10
años un total de 300 millones de pesos al Teletón. Estos recursos
rebasan con mucho el presupuesto del DIF estatal y representan casi la
décima parte del total de fondos recaudados en 10 años de la filantropía
televisiva.
Al conocerse este decreto, la investigadora Sara Murúa, especialista en las instituciones de asistencia privada, subrayó que en el caso del convenio de Teletón y Yucatán los recursos “se pueden convertir en una caja negra porque no se establece ni siquiera un fideicomiso ni ningún mecanismo de rendición de cuentas claro”.
EL NEGOCIO TELETÓN
La
opacidad es una de las modalidades del negocio del Teletón. Desde su
creación, en 1997, la marca estrella de la filantropía al estilo
Televisa ha recaudado un total de 3 mil 272 millones de acuerdo con las
cifras del propio portal de la fundación.
En el apartado de “destino de los recursos” sólo se enuncian las cantidades recolectadas cada año y las acciones emprendidas. No hay acceso a las auditorías ni a los informes contables de la fundación ni del patronato. Eso sí, se despliegan las fotos de los filántropos de la discapacidad que integran el patronato: Emilio Azcárraga Jean, Alejandro Vargas Guajardo, Carlos, Adrián y Francisco Aguirre Gómez, Alfredo Harp Helú, Calos Slim Domit, Fernando Landeros Verdugo, Francsico, Ibarra López, Javier Sordo Madaleno, Juan Diego Gutiérrez Cortina, Mauricio Vázquez Ramos, Gabriel Alarcón Velázquez, Juan Franciso Ealy Ortiz, Sergio Gómez Sánchez, Eduardo Ricalde Medina y Sissi Harp Calderoni.
“¿Quién
audita los recursos? ¿También un auditor privado? ¿Por qué si hay
recursos públicos no tiene acceso el Congreso ni tampoco a través de las
leyes de transparencia?”, se pregunta Sara Murúa.
Uno
de los tres despachos privados que audita las cuentas es KPGM Cárdenas
Dosal, la misma empresa que auditó los recursos de la fundación Vamos
México, de Marta Sahagún, sin resultados claros. Los otros dos despachos
son Price Waterhouse y BDO.
Tampoco hay información precisa sobre la exención fiscal de los principales donantes. Murúa aclara que el “verdadero objetivo” de este tipo de fundaciones es facilitar la exención y eliminar controles más rigurosos, a través de la figura legal de Institución de Asistencia Privada (IAP).
“El
problema fundamental con este tipo de fundaciones es la triangulación
de sus fondos, que les permite a las grandes donadoras tener mecanismos
fiscales privilegiados para exentar impuestos e, incluso, para que ellos
declaren como propios los donativos de terceros, en especial, de
particulares”, explica Murúa.
“El mundo ideal de iniciativas como Teletón es ‘yo dono, tú donas, todos exentamos… menos los que realizan donaciones pequeñas (entre 20 y 200 pesos) y no reciben comprobantes fiscales”, abunda la especialista. Tampoco se auditan públicamente los recursos posteriores para el “mantenimiento” a los CRIT. Estos fondos son públicos. Por ejemplo, el 9 de diciembre de 2006, el gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto, agradeció que su entidad fuera la primera en contar con dos centros de este tipo (en Tlalnepantla y Ciudad Netzahualcóyotl) y se comprometió a aportar anualmente “entre 20 y 30 millones de pesos” para el mantenimiento de los centros.
Sin embargo, todos los donantes y los gobernadores beneficiados rezan para que el Teletón siga haciendo mercadotecnia con los niños discapacitados. A cambio, los políticos obtienen rating en pantalla y los empresarios evaden la fiscalización.
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