“Reconciliación” por conveniencia
JENARO VILLAMIL
Tras una ausencia de cinco años en las pantallas de Televisa, a la que
incluso calificó de ser parte de la “mafia del poder”, Andrés Manuel
López Obrador apareció la noche
del miércoles 16 en El Noticiero, que conduce Joaquín López-Dóriga, en
lo que parece ser una reconciliación del tabasqueño con la empresa de
Emilio Azcárraga Jean.
Horas antes, en entrevista radiofónica vespertina con Jacobo Zabludovsky, exconductor estelar de Televisa durante la época de Emilio Azcárraga Milmo, López Obrador recordó uno de los episodios más oscuros de su relación con la empresa que concentra 60% de las concesiones de televisión abierta.
Comentó que dos días antes de los comicios de 2006 Azcárraga Jean le entregó un “documento apócrifo” en el cual se planeaba la expropiación de Televisa en caso de que el perredista ganara la elección presidencial.
“Yo ni sabía cuántas empresas tenía Televisa, pero ahí aparecían las
empresas bien señaladas: al final, el acuerdo donde iba yo a expropiar
Televisa. ¡Imagínese!… Hasta qué grado se llegó en 2006”, expuso López Obrador a Zabludovsky.
Y una hora después de la entrevista con López-Dóriga, en el programa
Tercer grado, conducido por Leopoldo Gómez, los participantes, lejos de
criticar a López Obrador, destacaron el cambio
en su discurso y elogiaron la forma en que él y Marcelo Ebrard habían
conciliado las diferencias y constituido el Movimiento Progresista con
el PRD, PT, Convergencia y con el Movimiento Regeneración Nacional
(Morena), organización creada por el tabasqueño hace tres años.
Al día siguiente, el jueves 17, la nota principal de Milenio diario decía: “López Obrador hace las paces con Televisa”, incluso desplegó una foto en la cual aparecen López-Dóriga y López Obrador dándose la mano.
Las razones del monopolio
El acercamiento entre Televisa y López Obrador no es casual. Coincide no
sólo con la victoria del exjefe de Gobierno del Distrito Federal en las
encuestas que realizaron las empresas Nodos y Covarrubias, cuyos
resultados se dieron a conocer el lunes 14.
Ese mismo día, la Comisión Federal de Telecomunicaciones (Cofetel) inició una consulta pública para “normar su criterio” en torno a la licitación de dos nuevas cadenas de televisión abierta en señal digital.
Y aun cuando la convocatoria
lanzada por el organismo regulador de los medios electrónicos y de
telecomunicaciones advierte que este ejercicio “no es vinculante” en la
toma de decisiones, sí incluye preguntas y un documento en el que se hace una severa crítica a la concentración televisiva en México.
Sin mencionarla por su nombre, en el documento de referencia, la Cofetel
define así la concentración de Televisa: “En nuestro país existen 461
estaciones concesionadas de televisión abierta.
“Un grupo de interés cuenta con 224 concesiones (poco más de 48% del
total) y transmite su programación en otras 34 estaciones afiliadas
(poco más de 7%). Es decir, tiene control del contenido que se transmite
en 56% de las concesiones de televisión abierta en México. Debido a lo
anterior, dicho grupo ha podido conformar tres cadenas nacionales,
además de transmitir otra programación en 20 canales regionales o
locales.”
La Cofetel también se refiere a TV Azteca, donde el conductor del
noticiario Hechos de la noche, Javier Alatorre, entrevistó a López Obrador el martes 8, en los siguientes términos:
“Por su parte, el único competidor a nivel nacional del principal grupo
de interés, cuenta con 180 concesiones, incluyendo una local y una
empresa afiliada (alrededor de 39% del total de concesiones). Esta
empresa ha logrado conformar dos cadenas nacionales.
“En conjunto, estas dos empresas tienen relación con 95% del total de
estaciones concesionadas de televisión del país”, refiere el análisis de
la Cofetel. En materia de concentración publicitaria, afirma que 99% de
los 33 mil millones de pesos de inversión publicitaria en televisión,
“se concentra en las dos empresas principales del país”.
Además, Televisa y TV Azteca captan 58% de la inversión publicitaria del
país, frente a 9% de la radio, 8% de los periódicos, 3.4% de las
revistas, 6% de internet y 1.5% de cine.
Las preguntas de la consulta popular de la Cofetel no le hacen ninguna
gracia a los dueños del duopolio televisivo: “¿Considera que la oferta
en México de televisión abierta es suficiente?”; “¿Considera que existe
mercado publicitario suficiente para hacer rentable la operación de
nuevas empresas de televisión abierta?”; “¿Considera pertinente la
licitación de televisión abierta aun con la creciente oferta y
penetración de servicios de televisión de paga y otros medios de
distribución de contenidos?”.
Una de las preguntas que más molestia les ha ocasionado a los directivos
de las dos empresas es: “¿Considera que la contraprestación económica
que correspondería al ganador, pudiera aportarse en especie, mediante la
instalación gratuita de decodificadores y antenas para televisión digital en su zona de cobertura?”.
Esta disputa por el futuro de la televisión digital coincidió también
con la resolución de los ministros de la Suprema Corte de Justicia que
desestimó la anticonstitucionalidad del decreto presidencial de Felipe
Calderón que adelanta seis años el llamado “apagón analógico”,
programado originalmente para 2021.
Al no reunirse los ocho votos necesarios para convalidar el proyecto de
sentencia elaborado por la ministra Olga Sánchez Cordero, quien
consideró que no le corresponde a Calderón regular en materia de radio y
televisión, la Suprema Corte de Justicia avaló que el “apagón
analógico” se adelante seis años. Lo anterior significa que Televisa y
TV Azteca deben devolverle al Estado los canales analógicos que ya no
utilizarán.
El rechazo de las dos televisoras a abrir las licitaciones a nuevas cadenas de televisión y al ingreso de Telmex
al mercado de la televisión restringida está ampliamente documentado,
sobre todo a partir de que se desató la “guerra de telecomunicaciones”
entre el duopolio televisivo y las empresas de Carlos Slim.
En este rubro y aun cuando se ha mostrado proclive a que se abra la competencia en el espectro radioeléctrico, López Obrador sostiene que ello no implica que se “expropien” o “quiten” las concesiones existentes.
Durante la pasarela de precandidatos presidenciales que organizó la
Cámara Nacional de la Industria de la Radio y Televisión el 20 de
octubre último en el hotel Camino Real de la Ciudad de México, López Obrador cerró su discurso ante los concesionarios afirmando:
“Creemos que es indispensable democratizar los medios de comunicación.
Esto lo lograremos sin expropiar empresas o quitar concesiones, con
respeto a la legalidad, buscando siempre convencer y persuadir con
argumentos, y enfrentando las prácticas monopólicas con la más amplia
competencia. Lo he dicho en otras ocasiones y lo repito ahora a manera
de ejemplo: si Carlos Slim, como cualquier otro ciudadano, desea tener
un canal de televisión, no tendrá
ninguna limitación. De igual forma, si Emilio Azcárraga, Ricardo
Salinas Pliego o cualquier otro ciudadano desean invertir en la
telefonía, también podrán hacerlo.
“No va a haber monopolios. Ustedes saben que todos los monopolios son
dañinos, sobre todo el monopolio del poder. La democracia es
competencia, que el ciudadano pueda elegir entre varias opciones.”
Su presencia ante los concesionarios generó una gran expectativa, sólo
comparable a la del priista Enrique Peña Nieto. A partir de ese día
comenzó a pactarse el acercamiento entre el político que fue señalado
como “un peligro para México” y los empresarios de la radio y televisión
que lo vieron con recelo durante este sexenio.
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