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Estado de México, las paradojas de Peña Nieto Jenaro Villamil MÉXICO, D.F., 30 de marzo (apro).- La noche del viernes 25, Enrique Peña Nieto convocó a los cinco principales precandidatos a sucederlo a una “cena de unidad” en la Casa de Gobierno de Toluca. Todos los signos emitidos desde el corazón del grupo Altacomulco indicaban que el “destape” beneficiaría a Alfredo del Mazo Maza, primo en tercer grado del actual mandatario, alcalde de Huixquilucan, joven y Golden Boy como Peña Nieto.
Horas antes, Luis Videgaray y Ernesto Némer, dos poderosos contendientes, habían declinado a sus aspiraciones. Sólo Eruviel Ávila, alcalde de Ecatepec, y Ricardo Aguilar, dirigente estatal del PRI, se mantenían en la ambigüedad.
En esa reunión, Peña Nieto llenó de halagos a la quinteta de sus sucesores. La alcaldesa de Naucalpan, Azucena Olivares, también fue convocada, además del secretario general de Gobierno, Luis Enrique Miranda Nava, quien jugó un papel mucho más activo en la sucesión del que se vio públicamente.
Peña Nieto reiteró que en este proceso no debería haber “ni Malovas ni Aguirres” (en clara referencia a las defecciones priistas en Sinaloa y Guerrero) e indicó que “el partido” se inclinaba por el alcalde de Ecatepec, Eruviel Ávila, un hombre que representaba la antítesis del modelo de los Golden Boy y, por supuesto, ajeno a la dinastía Del Mazo, que buscaba en esta contienda su tercera gubernatura.
El secretario de Gobierno, Luis Enrique Miranda Nava, sugirió en ese cónclave que fuera Del Mazo quien anunciara el “destape” de su homólogo de Ecatepec. Y así lo hizo el hijo de Alfredo del Mazo González, el mismo que en 1987 protagonizó un “falso destape” presidencial a favor del entonces procurador Sergio García Ramírez, en desafío a la nominación de Carlos Salinas, por quien finalmente se inclinó Miguel de la Madrid como su sucesor. El desafío de Del Mazo González le costó su exilio como embajador en Bélgica.
Del Mazo Maza cumplió con el guión adoptado entre Peña Nieto y Miranda Nava. En la mañana del sábado 26 ofreció una conferencia de prensa en la que anunció su declinación. Durante las largas horas de ese día lanzó varios mensajes en Twitter con estas palabras:
“Les comparto mi decisión de no registrarme como aspirante a la candidatura del Estado de México porque creo que la unidad del PRI es nuestra fortaleza.
“Agradezco mucho a quienes me apoyaron en este proceso y les pido que apoyemos con el mismo entusiasmo a mi amigo Eruviel Ávila”.
Para no pocos observadores locales pasó desapercibido que Del Mazo Maza no mencionara a Peña Nieto en su conferencia de prensa. Y que al día siguiente, en el acto de adhesión a Eruviel Ávila, su rostro fuera el menos cercano a la euforia por la unidad del PRI.
En el acto oficial priista, realizado el mismo día de la consulta que organizaron las direcciones estatales del PAN y del PRD, Eruviel Ávila apareció acompañado por un personaje que parecía ser el verdadero destinatario del mensaje de unidad de Peña Nieto: Manuel Cadena, poderoso ex secretario general de Gobierno de Arturo Montiel, cetemista de origen y hombre fuerte entre los políticos priistas del Valle de México.
Algunas versiones señalan que las verdaderas pláticas de Manuel Camacho, de representantes del PAN y de otros políticos perredistas, para operar una deserción priista a favor de una candidatura al estilo Malova, fueron con Manuel Cadena, ex contendiente de Peña Nieto en la sucesión de 2005 y conocedor de varios secretos que pueden descarrilar la bien cuidada imagen del cliente consentido de Televisa.
Cadena forma parte del núcleo de políticos cuya fuerza radica en el Valle de México, donde se asienta 70% de la población y del padrón electoral de casi 11 millones de ciudadanos.
De esta manera, la sucesión operada por Peña Nieto está llena de paradojas que van a marcar no sólo el derrotero de la contienda electoral más importante de este año, sino que alumbra algunos signos para el 2012:
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