Notas de la semana
Carlos Monsiváis
Carlos Monsiváis
¿Qué tanto sabes de lo que ignoras?
14 septiembre 2008
En la era del PRI, a la cultura política la definen la inermidad ante el autoritarismo, los fraudes electorales, la autonomía de la demagogia y la fuerza de la corrupción avalada por la represión. Esto requiere un lenguaje específico. En su magnífica parodia Los relámpagos de agosto, no tanto de la Revolución Mexicana, sino de las versiones oficiales de la Revolución Mexicana, Jorge Ibargüengoitia da una versión clásica del habla cínica, la fase culminante del enloquecimiento de la lógica. Luego, el panismo introduce un proyecto de cambio: la mentira piadosa.
¿Por qué ser cínicos? Muy probablemente, con tal de preservar la salud mental en la élite del poder y sus alrededores. El cinismo fomenta un sentido del humor peculiar, el gran antídoto contra las mentiras petrificadas del discurso público; se evocan con sonrisa maliciosa o entre risas los ideales perdidos o jamás adquiridos con el objeto de atisbar, por contraste, el sentido de la realidad, si tal cosa existe, y los políticos hacen del vértigo del cinismo su criterio de verdad. El procedimiento es tortuoso pero no hay más.
Test que mide la capacidad de privatizar la realidad
1. Usted carece de experiencia política, lo que de acuerdo a su criterio quiere decir “sin nada de qué avergonzarse frente al gremio empresarial”. Sin embargo, quiere purificar la vida pública y, con ese objetivo en el corazón, gobernar su entidad. Por un milagro (definido científicamente como un “corcholatazo”) gana las elecciones con cierta tranquilidad porque los votantes no lo conocen y eso ahora es lo único que inspira confianza. Su lema de campaña es: “Una es la mazorca, pero los granos son míos”, y eso entusiasma. Sin embargo, además de las frases, de vez en cuando se requieren acciones de gobierno, las que sean. Diga tres de las que se le ocurran para sus próximos seis años.
2. Usted se ha formado en escuelas y universidades privadas de México, hizo su doctorado en administración de empresas en Estados Unidos, se confiesa orgullosamente creyente (“Dios es el presidente del Consejo de Administración de mi alma”), y ve en la versión oficial de la historia a la gran mentira que infunde el odio contra la única clase aportadora de recursos y dignidad a la nación, el empresariado. Y ahora tiene un problema: debe asistir a una ceremonia en honor de ese canalla premoderno, Benito Juárez. ¿Qué hará? ¿Enviará a su secretario particular para que lo represente con la consigna de que bostece ostentosamente mientras dure el discurso laudatorio? ¿Hablará y dirá que Juárez funcionaba en la época en que no había criterios de productividad? ¿Dirá con gesto de menosprecio que Juárez le acortó la vida de Maximiliano pero sólo por el apoyo de grandes inversiones francesas y austriacas interesadas en la hotelería?
3. Tú, que has hecho política como obligación familiar y de grupo, has ascendido en el Cielo de las Preferencias Electorales de modo vertiginoso. Eres guapo y rico, es decir, eres un buen partido; sabes decir lo propio en cada circunstancia, es decir, te ajustas a lo que te han redactado tus asesores; sonríes cada minuto y medio y muestras el perfil con ahínco; gastas muchísimo en publicidad no porque la necesites sino para ayudar a los medios informativos. En fin, eres un éxito. Pero viene un gran concurso: el Rey del Carisma Natural, y en contra de la opinión de tus asesores, por lo menos de 200 de ellos, no debes participar y mejor aguardar al 2012. ¿Qué piensas?
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