miércoles, 12 de noviembre de 2014

Te tachan de guerrillero, agitador o narco

¡¡Exijamos lo Imposible!!
Cóctel de simulaciones
Lillia Arellano

Estado de los ESTADOS

No son restos de los 43 normalistas: argentinos
Pago por incapacidad y compra de conciencias
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China reclama la cancelación del proyecto tren
Solalinde: Abarca fue detenido en Veracruz

“Gobernar es repartir lo posible y quedarse con lo existente”.-Jorge Saldaña

La forma más fácil de definir el momento por el que atraviesa el gobierno federal se asemeja a quien se encuentra en el centro de un pantano y, entre más se mueve, más se hunde. Cada paso, cada declaración va sembrando certezas sobre lo que se inició como suposiciones y por lo tanto crece el descontento, se hace patente el rechazo, van cerrándose los caminos que podrían llevar a salir de esta etapa que, sin duda, no conoce registro en la historia del país, ni siquiera en sus momentos de mayor desestabilizad, ya que no se ven grupos en disputa por el poder, los partidos políticos han sufrido tal desgaste que no significan alternativa alguna para los ciudadanos.

De ese tamaño es la gravedad del caso y la trampa en la que millones de mexicanos se enfrentan al tener que asumir que su realidad habla de una autoridad que, acostumbrada a la compra de votos, también busca resarcir la falta de justicia, la incapacidad, con dinero. Como una bofetada más recibieron los padres de los 43 normalistas, la propuesta de indemnizarlos económicamente, misma que hizo en principio el ex gobernador Ángel Aguirre Rivero, sobre el que han tendido una de esas acostumbradas cortinas de impunidad, y que ahora ha sido ratificada por la Secretaría de Gobernación.

Ya no sólo se trata de engaños sino de humillaciones. Según los padres de estos jóvenes, a quienes les mataron a sus hijos y les fueron entregados los cadáveres, tal vez acepten algún trato de esta naturaleza, pero quienes no saben aún cuál ha sido el destino de los suyos lanzan rotundas negativas, acompañadas de exigencias en las que se advierte que los actos vandálicos también provienen del hartazgo del pueblo. Con conferencias de prensa fallidas, como la ofrecida por el procurador Murillo y determinaciones de carácter económico, es con lo que presenta la autoridad su estrategia que no parece detener el monstruo que está despertando.

La insensibilidad demostrada, una y otra vez, es de la misma dimensión que sus ambiciones y, en ellas, encontramos tanto las de poder como las económicas. No es posible que no se percataran de la situación en las que sobreviven en sus poblados los jóvenes que acuden a las normales rurales. En el caso de la de Ayotzinapa, han intentado convertirla en un sepulcro colectivo. El lugar que ocupaban los 43 normalistas permanece intacto, nadie toca nada. Apenas habían salido, hace 6 meses de sus hogares con la ilusión de completar una preparación que les permitiera mejorar, por lo menos, un poco su nivel de vida, que no salir de esa pobreza que resulta más insultante cuando se habla de las riquezas que alberga un país como el nuestro.

Las ocurrencias gubernamentales iniciaron cuando se intentó enlodar a estos jóvenes, convertirlos ante la opinión pública en guerrilleros, en agitadores. Cada uno de los padres, de las madres, de los familiares, de los maestros, de los amigos, se encargaron de desmentir tales afirmaciones que pretendían enterrar desde el principio este caso. Convertir a las víctimas en los malos, en los criminales, en los agitadores, en parte de la delincuencia organizada, ha sido una constante para quienes afirman que están para imponer ley y justicia. Testimonios como el de doña Berta Nava, madre de Julio César Ramírez, sirven para apuntalar la forma infame con la que pretenden acallar a los padres. Apenas le habían entregado el cuerpo de su hijo y los del “alto gobierno” de Guerrero ya le estaban ofreciendo dinero. “Yo no tengo precio ni mi hijo tiene precio, y voy a seguir apoyando a los compañeros, no voy a darles la espalda porque mi Julio, la última vez que lo escuché, me dijo que iba a Iguala, con sus compañeros porque estaban atacando a los normalistas”.

Todas esas acciones han provocado diversas reacciones. De entre ellas está la de Javier Sicilia, quien considera que la desaparición de los 43 jóvenes es “un crimen de estado”, advierte que es la punta del iceberg, debajo hay un bloque de hielo de cadáveres desaparecidos, extorsionados y de corrupción, lo cual revela el estado de indefensión y dolor que hay en todo el país. Es un crimen de Estado y negarlo es estar del lado de los criminales. Este asunto no está para seguir con evasivas y declaraciones que tienden a poner la situación en un extremo peligroso, sobre todo cuando empiezan a interesarse y solidarizarse grupos como las FARC.

LA ALEGRIA DEL DINERO

Por si fuera menor el escándalo mundial suscitado por las permanentes violaciones a los derechos humanos, la negligencia de la autoridad para atender las recomendaciones emitidas por la ONU, la inseguridad reinante y la ya famosa falta de legalidad en los actos de gobierno en México, ahora resulta que la mansión de los Peña-Rivera es parte de este escenario que mantiene al país con un tache, prevalece la desconfianza y se duda que inversionistas serios estén tomando en cuenta arriesgar sus capitales en este suelo, salvo que conformen un estado dentro de este mismo Estado para salvaguardar sus intereses. Si a ello le agregamos la dosis de desestabilización social que existe y que amenaza con acrecentarse, se pasará a una crisis económica en la que sólo quienes poseen fortunas considerable podrán mantenerse.

A las interrogantes sobre la forma como doña Angélica pudo haber obtenido el dinero para dar el enganche de semejante mansión, se agrega la de la obtención de un crédito que, como señalaron desde la Presidencia, fue obtenido y, hasta no ser liquidado no se pondría la propiedad a su nombre. Pero, ¿con qué garantías inmobiliarias pudo la señora de Peña obtener un préstamo multimillonario? ¿Basta con ser la esposa del Presidente para que puedan otorgarse estas autorizaciones? ¿Si la señora Obama hiciera unas transacción de esta naturaleza, qué opinarían los estadounidenses? ¿Si la garantía crediticia son las posiciones o las relaciones o lo marital, lo usó Banamex para darle tanto dinero de Yáñez, el de Oceanografía?

Ahora que
, si nos atenemos a esas indemnizaciones que acostumbra el gobierno hacer para quienes han perdido a un miembro de la familia, ya se ve que tales propuestas y sus aceptaciones no conocen de estratos sociales, que se presentan ante quien sea y que sí hay quienes ponen precio por las cabezas y también por los cuerpos. En el rancho Cantalagua, propiedad de la familia Del Mazo, festejó Peña Nieto su cumpleaños. Asistieron los del gabinete y los de su equipo cercano, todos ellos amigos y compadres. Al término de la fiesta, comenzó la retirada y José Armando Hinojosa García abordó su helicóptero para dirigirse al DF. Ofreció a varios un “aventón”, afortunadamente se lo rechazaron. El aparato se desplomó, así que 24 horas más tarde el jolgorio se convirtió en velorio.

Para el tamaulipeco Juan Armando Hinojosa Cantú se abrieron las puertas de los grandes negocios. Le fueron ofrecidos muchos para compensar dolor y pérdida. Se reconoció en esta personas todo el apoyo, la disposición para entregar lo mismo recursos que transporte. Poseedor de los grandes secretos que acompañan los negocios de amigos y familiares de Peña Nieto, así como del grupo Atlacomulco, don Juan ha logrado incrementar considerablemente su fortuna y mantener intocable la confianza presidencial.
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