Por Esto!
La criminalización de las palabras
María Teresa Jardí
Muerto Franco y caído el muro, los Bush tumbaron las Torres Gemelas y todos los humanos pobres del mundo pasamos a ser “terroristas”. Siendo el imperio yanqui el terrorista número uno del planeta.
Y con Peña, cuasi analfabeta, se da un paso más y hoy llamarse compa entre sí, entre amigos y compañeros de marcha, se convierte por la obscena narcodictadura mexicana, en el delito grave, que no se persigue, cuando de corruptos, como en el caso de Peña y de su mujer salta a la vista, ni de narcotraficantes que son parte del narcoestado que a la mexicana se maneja.
Llamarse compa merece hoy en México el internamiento de jóvenes en penales de alta seguridad. En los hechos Peña Nieto odia a los estudiantes desde la exibición de su incultura que hicieron los de la Ibero y se venga cobijado por la mafia “empresario/política” a la que molestamos y estorbamos los que pensamos y razonamos, entre otras cosas porque hemos leído más de un libro en la vida.
Palabra proscrita la de compa por el imbécil Peña Nieto y el doblemente imbécil, porque el primero es obvio que nació así y el segundo, Murillo Karam, se convirtió en eso como servil canalla de quienes le pagan el inmerecido pero muy generoso salario que recibe como represor en turno, hoy de Peña.
Ni qué decir de ser anarquista, degradando al anarquismo a los actos de los propios provocadores enviados por Peña y por el perredista gobierno capitalino.
Un PRD, como el PRI, el PAN y similares Verde y Panal, igual de abyecto y al que hoy Cárdenas, tarde, renuncia.
En los partidos políticos está la mafia a combatir. La corrupción es tanta en las alturas, de un país condenado al hambre y a la miseria, que tapadera cómplice son unos de los otros. No les queda más que encubrirse entre sí. Por eso no se dice la verdad sobre lo ocurrido a los 43 estudiantes de la normal Isidro Burgos en Ayotzinapa, de entrada desaparecidos forzadamente, lo que implica el delito de genocidio. Jóvenes estudiantes que podrían ser sus hijos, los de él, los de ella, los del vecino, los del amigo, los del otro...
La barbarie la han impuesto como regla los que tienen que irse para poder refundar lo que se pueda de una República condenada de por vida. Los que tienen que irse ya. No haber quitado de inmediato al hacerse evidente la mentira del desprocurador general de injusticia, cobrador de venganzas por parte de Peña, habla de una amoralidad que sólo en los asesinos seriales se encuentra.
Si leyeran más se darían cuenta de que en personajes de novela de terror se han convertido los mafiosos que a la mexicana funcionan. La obscenidad como forma de vida les ha matado incluso la sensibilidad elemental para entender que hay límites que no se pueden traspasar. Y ahí está como ejemplo alucinante del desgobierno de Peña, un secretario de Estado, José Antonio Meade, teniendo que ir a dar explicaciones a otro país, a Chile, al padre de un estudiante de doctorado de la UNAM, sobre el internamiento de su hijo en un penal de alta seguridad.
México es hoy un narcoestado esperpéntico. Manejado por idiotas incapaces de entender que han condenado al país a la miseria mientras el mundo exista y ni así son capaces de largarse antes de que sea tarde también para ellos. Hacer llegar al límite a una sociedad es un error de graves consecuencias.
Peña va a ser juzgado, más temprano que tarde por los organismos internacionales, como lo fueron los nazis. Hasta Hitler y Stalin parecen blancas palomas al lado de Peña Nieto, un incapaz mental, asesino, quizá serial, impuesto por Televisa, y, sin el quizá, un genocida.
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