¡No me defiendas compadre!
Pedro Díaz Arcia
¿Qué secuelas deja una contienda iniciada a tambor batiente a partir del engaño?
El diario The New York Times acaba de publicar un hecho escandaloso.
Cuando un iraquí quemaba papeles en un depósito de chatarra para utilizarlos como combustible, un periodista descubrió que muchos eran documentos secretos del ejército estadounidense. Entre ellos, unas 400 páginas contentivas de la indagatoria sobre la masacre cometida en Hadith.
Los documentos fueron trasladados al lugar en vehículos militares por un contratista iraquí con el fin de venderlos como desechos.
En 2005, los infantes de Marina pertenecientes a la Compañía K del 3er Batallón, 1er Regimiento de Infantería de Marina de Camp Pendleton, California, llegaron a la provincia de Anbar, un baluarte sunita donde se encuentra la ciudad de Hadith en las cercanías del río Eufrates.
En un hecho abominable los “marines” asesinaron a 24 iraquíes, entre los que se encontraba un anciano en silla de ruedas, mujeres y niños.
Ningún militar fue procesado por los crímenes.
En Faluya, la denominada “Ciudad de las Mezquitas” y donde se desarrollaron batallas decisivas entre las tropas de la coalición y los insurgentes, las bombas de fósforo blanco lanzadas por la aviación norteamericana y el uso de otras armas químicas continúan causando malformaciones en los recién nacidos.
Estos expedientes forman parte del drama que vive hoy el pueblo árabe, después de ocho años de guerra.
A espaldas de los soldados que este 31 de diciembre culminarán una “gloriosa” retirada con “la frente en alto” -al decir del presidente Barack Obama- quedan las secuelas de una invasión basada en un engaño a la comunidad internacional, cuando el pretexto para la agresión fue la falsa existencia de armas de destrucción masiva por parte del régimen de Saddam Hussein.
Las secuelas de la guerra
Tras la resaca del retiro de la soldadesca queda un país destruido, envuelto en un dolor irreparable.
Para el doctor Salam Obeidi, quien dirige la organización Médicos para Irak, creada en 2003 inmediatamente después de la invasión: “El principal legado que esta guerra ha dejado en Irak es un millón de viudas, dos millones de huérfanos, un sistema de salud destruido, además de los más de 100,000 muertos y un enorme número todavía desconocido de amputados y discapacitados”.
Si Estados Unidos perdió 4,483 soldados y cerca de 30,000 heridos en el conflicto, aún se desconoce el número exacto de civiles muertos como consecuencia de los “daños colaterales”.
Tampoco hay precisión acerca de la cantidad de personas que quedaron discapacitadas en Irak en estos años de cruentos enfrentamientos.
La revista semanal británica “The Lancet” calculó -en la lejana fecha de 2006- que casi 655,000 civiles habían muerto hasta ese año.
Mientras los expertos afirman que tomará entre 20 y 30 años establecer una infraestructura adecuada de atención médica para los sobrevivientes de la guerra.
En Estados Unidos, sumido en la peor crisis económica desde la Gran Depresión, la aventura de Irak incrementó el déficit presupuestario a costa de los sacrificios de los contribuyentes.
Se calcula que la guerra costó a Washington más de 3 billones de dólares.
Pero la retirada es una falacia, se mantendrán sobre el territorio iraquí 16,000 “diplomáticos” estadounidenses, un ejército de contratistas y la trama corporativa del Complejo Militar Industrial, bajo el ojo vigilante del Pentágono, que acaba de recibir la bendición del Senado.
La Cámara Alta aprobó la ley de presupuesto para el Departamento de Defensa, ascendente a 662,000 millones de dólares para 2012 (equivalente a lo que gastarán todos los países de Europa, Asia y África juntos). La medida ya había sido avalada por la Cámara de Representantes.
La guerra, dígase lo que se diga, agudizó los conflictos en el área.
El Medio Oriente es hoy más inestable, en medio de contiendas de confusos signos.
Si el logro de la invasión y ocupación de Irak fue dejar un modelo de “democracia” que sirva de ejemplo para la región, entonces hay que repetir la acuñada frase: ¡No me defiendas compadre!
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