Más allá de su incultura
JESÚS CANTÚ
2011-12-11
La ignorancia y la incultura del virtual candidato priista a la
Presidencia de la República, Enrique Peña Nieto, y el clasismo e
intolerancia de su hija Paulina ocuparon la atención de los medios de
comunicación masiva y de las redes sociales,
particularmente Twitter, fundamentalmente por tres razones: primero, la
importancia del personaje que cometió el error (como él mismo lo
calificó) dado que hoy por hoy encabeza las preferencias electorales de
los mexicanos; segundo, porque el error fue muy elemental y, por lo
mismo, fue comprensible para todos; y, tercero, y muy relevante,
por la popularización de Twitter en México, que de acuerdo a un estudio
de Mente Digital, en marzo de este año contaba con más de 4 millones de
usuarios.
Éste es en realidad el último de muchos deslices de Peña Nieto, que cada día hacen más evidentes sus limitaciones personales.
Uno de los primeros y más memorables, aunque no alcanzó tanta
notoriedad pero es igualmente grave, fue el que cometió en marzo de 2009
en una entrevista televisiva
con Jorge Ramos, al olvidar el nombre de la enfermedad que causó la
muerte de su primera esposa, Mónica Pretelini. Ante la pregunta del
conductor de Univisión, el entonces gobernador del Estado de México
apenas atinó a señalar: “…fue algo intempestivamente… llevaba dos años
de tener una enfermedad parecida a lo que eran los estertores… este… se
me fue el nombre de la enfermedad puntual…” “Epilepsia”, le auxilia
Ramos. “Epilepsia, pero no era epilepsia propiamente, era algo parecido a la epilepsia”.
La entrevista completa, fragmentos y hasta ediciones de la misma están
disponibles en la red y han sido muy visitados por los internautas
mexicanos. Tanto que lo obligaron a retomar el tema, en una nueva entrevista
con el mismo Ramos, pero ya dos años después (en febrero de este año) y
con un guión previamente ensayado que le permitió afirmar: “…Es absurdo
pensar, Jorge, que no sepa de qué murió mi esposa. Fue un lapsus por no
poderte decir que mi esposa sufría en aquel entonces de ataques de
epilepsia, que habían derivado justamente en alguna insuficiencia
cardiaca y que eso la había llevado a perder la vida. Pos (sic) cómo no
tener claro y conocer esto. Fue un lapsus del que se valieron varios
para reeditar lo que tú habías presentado y hacer mofa, prácticamente
una caricatura, de lo que habíamos entonces comentado entre tú y yo…”
Previo a la entrevista le entregó al conductor de televisión un informe
donde el médico hace constar que “murió de un paro cardiorrespiratorio
tras una crisis convulsiva…”
Pero los deslices de Peña Nieto no suceden únicamente ante las preguntas
de los periodistas. Incluso en intervenciones programadas el ahora
precandidato presidencial único del tricolor evidencia su ignorancia. El
jueves 20 de octubre de este año, al hablar ante los concesionarios de
radio y televisión, expresó que la reforma electoral de 2007 se
convirtió “…prácticamente… [en] una doble tributación: la que realizan
pagando impuestos y la que hacen en especie al conceder tiempos para las
campañas políticas”.
Peña Nieto mostró su desconocimiento de la ley y la historia, ya que
dicha reforma no agregó un solo minuto a las obligaciones de los
concesionarios, pues los 48 minutos que tienen que destinar para fines
electorales son la suma de los 30 minutos diarios de los tiempos de
Estado, establecidos en el artículo 59 de la Ley Federal de Radio y
Televisión desde su promulgación el 19 de enero de 1960, y los 18
minutos diarios de tiempos fiscales para los concesionarios de
televisión (para los de radio son 35 minutos diarios) establecidos en el
decreto que publicó el 10 de octubre de 2002 el entonces presidente
Vicente Fox.
Así, en estricto sentido, esos 48 minutos en realidad significan una
reducción adicional de 17 minutos diarios en las obligaciones que los
concesionarios de radio tienen en el decreto de Fox, que ya significaba
una muy importante reducción a los 180 minutos establecidos en el
decreto original del 1 de julio de 1969.
Al día siguiente, el viernes 21 de octubre, al participar en el Tercer Foro Regional
organizado
por la Fundación Luis Donaldo Colosio, del PRI, para tratar de
justificar su propuesta de conformar mayorías artificiales en el
Congreso, dijo: “Hemos dado una sobrerrepresentación a las minorías que
han impedido la construcción de mayorías absolutas y legislativas en la
Cámara de Diputados”. Lo cual es totalmente falso, pues el beneficiario
de la sobrerrepresentación siempre ha sido el partido con mayor
porcentaje de votación, en demérito de los llamados partidos
minoritarios.
Particularmente el PRI ha estado sobrerrepresentado en todas las
legislaturas, salvo la elegida en 2006, porque en esa ocasión fue la
tercera fuerza y precisamente le tocó perder diputados a favor del PAN y
la Coalición por el Bien de Todos, que ocuparon los primeros dos
lugares.
En 1997, el PRI obtuvo el 39.11% de la votación válida, con lo cual le
correspondían, en caso de existir la proporcionalidad pura, 195
diputados (que son exactamente el 39% de los 500 diputados), pero en
cambio
tuvo 239, es decir, 44 diputados más; en el 2000, 36.89% de los votos,
le correspondían 184 diputados y tuvo 208; en 2003, 36.77%, 184
diputados y tuvo 222; en 2006, 28.18%, 141 y tuvo 106, 35 menos (en esa
elección el PAN obtuvo 34 diputados de más y la CBT, 5; el PVEM también
estuvo sobrerrepresentado por el acuerdo de coalición que firmó con el
PRI; mientras el Panal y el PSD también estuvieron subrrepresentados); y
en el 2009, 39.55%, 198 diputados y tiene 239.
Los deslices de Peña Nieto se agudizaron a partir de que dejó la
gubernatura el pasado 15 de septiembre y, como el recuento evidencia, su
ignorancia e incultura son patentes, pero también su incapacidad para
afrontar aceptablemente situaciones inesperadas que ni siquiera son
complejas, pero sí en ambientes o circunstancias en las que él no tiene
el control absoluto.
Esto último es incluso más grave que su ignorancia e incultura, pues una
de las responsabilidades fundamentales de un presidente es precisamente
resolver problemas complejos, diversos, mutantes y, en muchas
ocasiones, inesperados.
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