Adicción al conocimiento
María Teresa Jardí
Me permito usarme de nuevo como ejemplo porque me parece que puede servir como ejercicio para llegar a la conclusión que ha motivado estas colaboraciones, que es lo que me parece que de ellas puede resultar importante si como sociedad lográramos apropiarnos de la construcción de nuestro destino.
Aprendí hace unas semanas a estampar tela con hojas para hacerme una carpeta y de ahí seguí con unas libretas y ya voy por el cambio de color a un mueble para también poderle estampar unas plantas. Y eso que entre la lectura, el canal del Congreso y a ratos el de la Corte, apenas le quedan horas a mi día para la limpieza que es un trabajo de tiempo completo si se quiere mantener más o menos limpia una casa. No me alcanzan las horas y como las adicciones se eligen, de plano me niego a seguir siendo adicta a la limpieza. Adicción que si bien socialmente aceptada, es sobre todo del gusto del sistema capitalista que en México se nos impone de manera tan violenta.
Me niego a renunciar, en aras de la adicción a la limpieza, a mis otras adicciones. Y entre ellas en particular me niego a renunciar, a pesar del precio inmoral de los libros, a la de la lectura que desde la infancia me acompaña como amiga. Las adicciones se eligen, pero también se imponen.
Y es claro, por ejemplo, si empezamos a pensar en serio en las adicciones, el porqué a los pobres destinados hoy en México a ser sicarios se les convierte desde niños en adictos al dolor por un Estado incapaz de asegurar al pueblo el bienestar que propicia un vida digna y de este dolor se pasa a la violencia en todas sus formas que la carencia produce, alimentaria, emocional, física, psicológica... lo que los lleva finalmente a la adicción a la telebasura como la necesidad de evadirse de un mundo terrible para ellos. Y la televisión, que igual podría jugar el papel de rescatadora, en un país como el nuestro es la aliada formidable para los amos del mundo que imponen el capitalismo como muerte adelantada para millones de seres humanos, como con las maquinitas, parte de lo mismo, para convertir a esos niños en adictos a la sangre.
Aunque estúpida en México la telebasura incluso en sus elecciones políticas es muy útil lo mismo para mantener desinformados a los mexicanos, que como aliada en la imposición de la baja educación escolarizada, al punto de que la elección que viene no se juega entre personas que destaquen como seres cultos. Siendo obvio que la represión a estudiantes de la Normal de Ayotzinapan, que no es una masacre como a las que ya nos hemos acostumbrado como lectura diaria en el desayuno, se puede ubicar como parte de la desestabilización en marcha y es buen ejemplo de la limpia que el usurpador realiza de los jóvenes estudiantes que además son los que a futuro quizá podría, como pensantes, salvar al país de la condena impuesta.
Es obvio que detrás de los impulsores del capitalismo hay psiquiatras que se han dedicado a combatir las adicciones que no le interesa al imperialismo que tengamos las personas, a la par que fomentan las que sí le interesan. Y la adicción al conocimiento que sin duda se da cuando desde niño se tiene acceso a la cultura es la que evidentemente consideran como la más peligrosa para el control de los pueblos.
La puesta de televisores encendidos a todas horas hasta en los tendejones y la ausencia de programas televisivos culturales y atractivos, es justamente para matar el deseo de conocimiento que de continuar, el sistema sabe, que se convierte en la adicción a preguntar y a saber cada vez más, lo que tampoco a los que manejan, como cosa propia, que ya no pública, les interesa que el pueblo tenga.
El gobierno que dirige el país como empresa privada no quiere que nadie le pregunte el porqué de ninguna de sus decisiones.
En un pueblo adicto al conocimiento, que fomenta el pensamiento, es impensable que ningún partido se atreva, entre otras cosas, a proponer como Senador de la República al “Niño Verde” ni a la hija de la Gordillo como Senadora.
En un pueblo al que previamente no se le haya cancelado la posibilidad de pensar sumada a la imposibilidad de comunicarse, lograda por el poder a base del ruido contaminante de la telebasura colgada en todo lugar público y como niñera censora de la imaginación de los niños encendida en cada cuarto de la casa, ni siquiera se plantean los partidos la posibilidad de venta de un producto chatarra televisivo como Peña Nieto ni de una mujer como la Vázquez Mota..
No hay comentarios:
Publicar un comentario