¡¡Exijamos lo Imposible!!
Editorial
El problema de decir mentiras, es que después ya no se le puede creer nada a quien las dice, pues como reza el conocido axioma, a un mentiroso no se le puede creer, ni cuando dice la verdad.
Y ese es precisamente el problema que los mexicanos venimos arrastrando con nuestras siempre honorables Autoridades. Que si siempre nos han mentido, eso hay que reconocerlo, en los dos últimos sexenios, no solamente han exagerado, sino que se han vuelto cínicos.
Pues a pesar de que cuando los han “cachado” en sus mentiras, como aquella de “Comes y te vas” que evidenció el servilismo hacia los EEUU, ya no les da vergüenza dar la cara al Pueblo.
Y si bien es cierto que tanto en los EEUU como aquí en nuestro México, los políticos han perdido toda credibilidad; y que sin duda alguna las mentiras se dicen para ocultar algo.
Es igualmente cierto que nada ganaban nuestros vecinos del Norte con decir que la PGR estaba enterada del espinoso asunto de surtir con armas a la delincuencia; pues el tener cómplices en la comisión de un acto delictivo, y señalarlos, no exime de ninguna manera la responsabilidad.
Y entendiendo que si el entonces procurador General de la República, Eduardo Medina Mora, hoy metido a diplomático y ocupando el honroso cargo de Embajador en el Reino Unido, desmintió tajantemente haber tenido conocimiento del operativo “Receptor Abierto”.
No se puede poner en tela de duda el que Felipe Calderón también lo haya sabido (y forzosamente autorizado) pues los Procuradores de Justicia no son otra cosa que los brazos ejecutores de los Ejecutivos, y de alguna manera sus tapaderas.
El caso de la pequeña Paulette en el Estado de México es un claro y oprobioso ejemplo de lo que se asienta.
Sin soslayar que sería muy conveniente que tanto los Procuradores, como los Ministros de Justicia, debería ser electos por el Pueblo, de igual manera como son electos los Legisladores y los Ejecutivos.
Siendo pertinente acotar, que no fue un senador de los EEUU quien dio a conocer el gravísimo hecho, sino que fue directamente el Senado; y que no fue don Eduardo el señalado, sino la PGR, que no es lo mismo.
Pero seguramente se le dará carpetazo al asunto; y a menos que el Senado norteamericano presente pruebas de ello, se aducirá que era una operación encubierta para llegar hasta los capos, pero que no funcionó, precisamente porque se dio a conocer. Son capaces de todo.
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