Un especialista en torcer sus abusos

¡¡Exijamos lo Imposible!! 

Escrutinio

Juan José Morales

Peña Nieto y parte de su cola

Mayo de 2006. Era entonces gobernador del Estado de México Enrique Peña Nieto, hoy aspirante a candidato a la presidencia de la República por el PRI. La policía municipal de Texcoco intentó desalojar a una decena de vendedores de flores de un mercado. Para apoyarlos, se movilizaron los habitantes de la cercana población de San Salvador Atenco, entonces en lucha contra la pretendida construcción de un aeropuerto en sus tierras. El gobierno de Peña Nieto lanzó contra los lugareños a tres mil agentes de la Agencia de Seguridad Estatal y la represión dejó como saldo dos muertos, incontables heridos y golpeados, y más de 200 personas arrestadas, entre ellas 47 mujeres. De ellas —según comprobó posteriormente la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH)—, 26 fueron violadas por los gendarmes a bordo de los vehículos en que se les llevó arrestadas. No fue, por lo demás, una violación casual, sino que —según las investigaciones— algo perfectamente planeado, para humillarlas y aterrorizarlas, como lo demostró el hecho de que los policías llevaban condones. 

Sobra decir que el gobierno de Peña Nieto no castigó a ningún mando policiaco por estos hechos. Al contrario, el entonces director de la ASE, Wilfrido Robledo Madrid, fue premiado con mejores cargos mientras, durante años, las mujeres violadas pedían inútilmente justicia ante las autoridades mexiquenses. Sólo encontraron eco en la CNDH, que ordenó una investigación con los resultados arriba señalados. 

Si relatamos esto, no es con afán de hacer historia, sino porque hace unos días la Comisión Interamericana de Derechos Humanos aceptó examinar las denuncias presentadas por 11 de aquellas mujeres violadas. Con ello, se abre la posibilidad de que el caso sea turnado a la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Ahí, ante el cúmulo de evidencias —no olvidemos que la CNDH en México comprobó plenamente que durante aquellos acontecimientos se cometieron torturas y violaciones por parte de la policía—, la corte emita una sentencia condenatoria contra el gobierno mexicano. 

En la práctica, sin embargo, la sentencia sería contra Peña Nieto, porque fue su policía la que cometió aquellos delitos, y el hecho de no haber castigado o removido de sus cargos a los culpables, lo hace cómplice o corresponsable de los mismos, aunque no hubiera ordenado directamente que se cometieran. 

Peña Nieto se queja de que hay una campaña en su contra. Pero lo que de él se dice no son falsedades, sino hechos ciertos, plenamente comprobados. Es un hecho que durante años ha gastado —y sigue gastando— a manos llenas dinero del erario público para promover su imagen con miras a la candidatura presidencial. Un hecho es también que apoya a Humberto Moreira, el saqueador de Coahuila ahora dirigente nacional del PRI, y un hecho es igualmente que durante su gobierno se cometieron los atropellos a los derechos humanos que ahora investiga la Comisión Interamericana de los mismos. 

El caso de las mujeres de Atenco y Texcoco es sólo parte de la larga —muy larga— cola pisable que tiene este individuo que pretende ser presidente de la República. Y con tales antecedentes, que podrían calificarse de penales, uno se pregunta qué podría esperarse de él en caso de llegar a ese puesto.

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