¿Una coalición por la corrupción?
Jorge Canto Alcocer
La
congruencia es quizá la virtud más escasa entre los humanos,
particularmente entre los políticos. Ahora el Ing. Cuauhtémoc Cárdenas
nos está dando una lamentable muestra de ello al unir su voz a varios de
los hombres más perversos de un pútrido sistema político que se niega a
morir, y que impulsan una absurda coalición cuyo único objetivo común
pareciera impedir la transformación de México y condenar a nuestro país a
un futuro peor.
Es indudable que Cárdenas no ha sabido atesorar el valioso legado de su
apellido, la extraordinaria, congruente y patriótica trayectoria del
Gral. Lázaro Cárdenas del Río, uno de los mayores mexicanos de nuestra
historia. Tras décadas de una actuación zigzagueante, Cuauhtémoc parece
haberse definido ya por los antivalores de los enemigos de México, y
actuar con tozudez obsesiva contra la opción que para el pueblo
representa Andrés Manuel López Obrador, el líder del movimiento de
resistencia popular.
Ni Beltrones ni Labastida se han distinguido nunca, en sus muchos y
provechosos cargos en el poder, por apoyar el desarrollo del país ni
mucho menos su necesaria transformación. Desde las muy diversas e
incluso antagónicas filas del PRI, ambos han militado en el ala
conservadora, aquella que ha pactado con lo más reaccionario de la
oligarquía, lo más intolerante de la ultraderecha y los enemigos de
México. Por eso ninguna convocatoria amparada por estos nombres puede
ser benéfica para los verdaderos intereses de la Nación.
Fernández de Cevallos es otra cosa. Corrupto, inmoral, deshonesto hasta
decir basta, el recientemente secuestrado y sospechosamente liberado sin
el menor daño abogado de las peores causas, enloda con su presencia
cualquier reunión. Independientemente de sus prácticas mafiosas en el
sucio ejercicio de su profesión, su cinismo en política no tiene
parangón en nuestra historia reciente. Testaferro de Salinas durante su
lamentable sexenio, títere del PRI precisamente para cerrarle el paso a
Cárdenas en la elección de 1994, uno de los principales complotistas
contra Andrés Manuel desde principios del desgobierno foxista y, sobre
todo, durante la sucia campaña que culminó en el descarado fraude
electoral que entronizó al espurio Calderón en 2006.
El paso dado por el Ing. Cárdenas Solórzano es grave, y cierra un ciclo
de tenebrosas revelaciones sobre su comportamiento faccioso desde las
históricas jornadas de julio y agosto de 1988, cuando se negó a
encabezar un movimiento popular contra el fraude que impuso a Salinas, y
que incluye la traidora entrevista con funcionarios de la embajada
norteamericana para apuntalar la ilegal toma de posesión de Calderón.
Muchos son, desgraciadamente, los personajes de historias parecidas.
Desde el arte, el español Luis Eduardo Aute los retrató con singular
realismo en su canción “La Belleza”, cuando los califica de “…
mercaderes, traficantes…” y expresa el sentimiento del revolucionario
comprometido ante ellos: “… más que náusea dan tristeza…”.
Triste final de la historia política del hijo de Lázaro Cárdenas, un
hombre que dio innegables y múltiples muestras de su congruencia y
generosidad. A contracorriente de esos nauseabundos traficantes, el
movimiento popular continúa en ascenso, aunque enfrente, como ya lo
esperábamos, el peor de los fantasmas: la traición.
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