AMLO, Peña Nieto y la palabra de honor
Juan José Morales
Impacto Ambiental
Con la mayor desvergüenza, Peña Nieto y otros candidatos continúan
copiando las propuestas de López Obrador. Ofrecen pensión para adultos
mayores, ayuda a madres solteras, uniformes y útiles escolares
gratuitos, servicio médico universal, y otras cosas que en su momento,
cuando fue jefe de gobierno del Distrito Federal, estableció AMLO y que
ahora propone ampliar a todo el país.
Decimos que lo copian con toda desfachatez, en primer lugar porque
cuando López Obrador creó tales beneficios sociales, los mismos partidos
y candidatos que ahora las imitan, pusieron el grito en el cielo
calificándolas de populistas e irresponsables porque —decían— harían
quebrar las finanzas públicas, cosa que como se sabe no ocurrió. En
segundo lugar, porque en los estados gobernados por el PRI nunca se hizo
lo que ahora ofrecen para todo el país. Cuando fue gobernador del
Estado de México, por ejemplo, Peña Nieto pudo haber hecho al menos
parte de lo que promete, pero no hizo absolutamente nada.
Pues bien, ahora, en Reynosa, Tamaulipas, el candidato priísta acaba de
ofrecer que “como parte de su estrategia para el combate de la pobreza,
en caso de ganar las elecciones pondrá en marcha un programa de crédito a
la palabra, que beneficie a las personas que viven en condición de
pobreza y no son sujetos de crédito, a fin de que puedan emprender
alguna actividad productiva”.
Mayor cinismo no podría haber. El crédito a la palabra es cosa vieja;
bastante vieja. Data de hace más de 30 años. ¿Y sabe usted quién lo ideó
y lo puso en práctica por primera vez, tan exitosamente que no tardó en
ser práctica común en muchos lugares? Pues nada más ni nada menos que
Andrés Manuel López Obrador, cuando fue coordinador del Instituto
Nacional Indigenista en la región maya chontal de Tabasco de enero de
1977 a noviembre de 1982.
Leamos lo que al respecto cuenta el escritor y periodista Jaime Avilés
en su libro —recientemente presentado en Mérida y Cancún— “AMLO: vida
privada de un hombre público.”
Dice el autor que cuando Andrés Manuel comenzó a trabajar en la zona
chontal, una de las primeras medidas que aplicó fue acabar con la
costumbre del arrendamiento de tierras de los chontales a los grandes
ganaderos, y “para que los indígenas fueran dueños de sus propias vacas,
Andrés Manuel ideó el programa ‘Crédito a la palabra’, que andando el
tiempo se extendería por todo México. Siete sociedades ejidales
recibieron un préstamo de cuatro millones de pesos... Para garantizar
que devolverían el préstamo, a los ejidatarios únicamente se les exigió
su palabra de honor”. Y de que la cumplieron es prueba el hecho de que
poco después el crédito se amplió, bajo los mismos principios, a 90
millones, en beneficio de más de 1,400 ejidatarios, que luego aumentaron
a más de dos mil.
Ciertamente, si López Obrador hubiera patentado los numerosos y muy
efectivos programas sociales que puso en marcha y cobrara derechos de
autor por los mismos, recibiría una buena cantidad de dinero de los
incontables políticos y politicastros que —tras haberlo anatematizado
por ellos, tildándolo de demagogo—, ahora intentan copiarlos. Y las
copias, dicho sea de paso, resultan a menudo verdaderamente
caricaturescas y hasta insultantes por lo burdas.
Para terminar, agradezco a un apreciado lector, Raúl Vela Sosa, haberme
señalado que en mis comentarios de anteayer sobre las candidatas a la
presidencia de la República, omití decir que en las elecciones de 1994
doña Marcela Lombardo se presentó como candidata presidencial por el
PPS.
Comentarios: kixpachoch@yahoo.com.mx
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