Teleprostitución de la democracia
Juan José Morales
Impacto Ambiental
No
sé si, por una caprichosa y retorcida interpretación de la llamada veda
electoral, alguien diga que ya no es posible publicar nada sobre las
nuevas revelaciones del diario británico The Guardian —conocidas apenas
anteayer por la noche— acerca de los convenios secretos entre “cierto
candidato” (dejémoslo así para no incurrir en una posible falta) y
Televisa para apoyar a aquél y a la vez atacar a sus adversarios de
otros partidos. Sin embargo, creo que se trata de un asunto muy grave,
que va más allá de lo puramente electoral y atañe a los fundamentos y la
esencia misma de la democracia, de la organización social y de las
instituciones que rigen la vida de la nación. Es una cuestión demasiado
importante para dejarla de lado en ningún momento, mucho menos en
vísperas de unas elecciones cuyos resultados dependerán en buena medida
de los hechos denunciados por el diario londinense.
Como se sabe, las nuevas revelaciones —sumadas a las anteriores— han
puesto de manifiesto que durante años los mexicanos estuvimos sometidos a
una campaña encubierta, clandestina, organizada y ejecutada como una
clásica operación de guerra sicológica, mediante la cual se nos saturaba
con información supuestamente de carácter noticioso, objetivo e
imparcial, pero en realidad encaminada a fortalecer la imagen de un
candidato y su partido, y pagada por ellos mismos. Paralelamente, y como
complemento de lo anterior, se nos sometía a información del mismo tipo
destinada a menoscabar la imagen de los posibles oponentes de ese
candidato. Todo ello a través de la televisión y de medios de Internet
como Youtube, por los cuales se difundían videos aparentemente
divertidos y espontáneos pero elaborados con los propósitos señalados.
En pocas palabras: hemos visto cómo puede establecerse una colusión
entre el poder económico y los medios de comunicación encaminada a
marcar el rumbo político de México, mediante la manipulación del
electorado. Una confabulación entre el poder del dinero —que puede, por
lo demás, ser de oscuro o ilícito origen— y de los grandes medios de
comunicación, para influir sobre los electores, moldear a su
conveniencia la opinión pública y tratar de decidir el resultado de unos
comicios.
Lo que los documentos dados a conocer por el prestigiado rotativo
británico nos muestran, en suma, es que la democracia puede convertirse
en mera ficción si no existen impedimentos para que quien cuente con
dinero suficiente maneje a su antojo la información pública.
Con ello se prostituyen los objetivos y la esencia misma de la
democracia, y se niega a los ciudadanos la libertad de decidir puesto
que por un lado se les oculta información real y por el otro se les
ofrece información tendenciosa, amañada y, si no abiertamente falsa, al
menos sesgada o incompleta.
Las revelaciones de The Guardian, en fin, vienen a demostrar lo justa y
atinada que es la demanda principal del movimiento #YoSoy132 respecto a
la democratización de los medios de comunicación.
Comentarios: kixpachoch@yahoo.com.mx
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